El ascensor se detuvo en el piso cuatro del edificio de Le Cordon Bleu. Anne torció los labios, justo cuando iba apurada el ascensor paraba en cada piso. "No seas exagerada, acabas de subirte", se dijo al tiempo que las puertas se abrían y un grupo de cinco chicas entraron entre risas. Creía haberlas visto ya antes en una de sus tantas visitas a ese centro de estudios. Dos de ellas vestían con el clásico uniforme de cocina, supuso que las otras acababan de quitárselo. Iban riendo y bromeando, aunque se quedaron en silencio unos segundos al ver a Anne. Quizá pensaron que era una autoridad o una profesora y decidieron guardarse sus comentarios. Pero una de ellas siguió con la conversación.
—No, en serio, ¡les juro que lo amo! —Las demás asintieron y rieron haciendo algunos extraños gestos como si se estuvieran derritiendo.
—Es la única razón por la que te acompaño a tu clase de cata —dijo una. Anne sonrió sin querer, esas eran alumnas de Cameron.
—¡Pero es que es en serio! —agregó otra—. Es demasiado sexy para ser verdad, debe ser un espejismo de mierda, esas cosas no pasan en la vida real.
—Oye, pero tiene novia.
—Está comprometido, o algo así escuché por ahí —contestó la otra.
—Lástima por ustedes —dijo una de las que llevaba traje de cocina.
—¡Tú vives enamorada del chef Harmann! —le dijo una de las chicas sin uniforme y todas empezaron a reír. Otra sonrisa también se formó en su rostro, esas eran alumnas Adriano. Durante la ausencia de Priss, y con tanto tiempo libre, Cameron terminó convenciendo a Adriano que dicte al menos una clase práctica en Le Cordon Bleu. Obviamente fue aceptado y su clase era la más pedida. El mes pasado había cumplido el récord, según le dijeron. En cinco minutos ya no había vacantes para su curso, todo estaba ocupado. Así que después de todo esas chicas tenían suerte de tener a Adriano como su maestro.
—¡Pero si es divino! Si, jode todo el tiempo, es tan exigente que hasta estresa. ¿Les conté que desaprobó a medio salón? Lo maldijeron un rato, pero igual yo lo amé. Es más que un gusto, ¡lo amo! Y como conoció a su novia por aquí...
—Sigue soñando, babosa —le dijo una dándole un golpe en el brazo.
—Es lindo en serio, y creo que piensa que tengo futuro. La otra vez me insinuó eso y casi lloro.
—Es una fan enamorada, no le hagan caso. —El ascensor de detuvo en el piso ocho y las jóvenes bajaron todas juntas entre bromas y risas. Bueno, Anne no podía culparlas por escoger a esos dos como sus amores platónicos. Si eran encantadores después de todo.
Había sido un año increíble para The Oak Room, para Cameron y Adriano sus carreras profesionales sí que habían florecido. El Hotel Plaza había propuesto ampliar el restaurante pues había demasiadas reservas que se hacían con meses de anticipación. Adriano había perfeccionado su técnica mucho más. Quizá era porque se estaba centrando solo en el trabajo durante la ausencia de Priss. Él mismo creyó estar haciendo lo mismo que hace años cuando pasó todo aquello con Sandra, que era ocuparse en su trabajo y en nada más. Pero pronto se convenció que estaba equivocado, era diferente. Claro que estaba concentrado en el restaurante, en sus innovaciones, en agregar nuevos insumos y todo eso. Pero también estaba la familia, los amigos, sus clases en Le Cordon Bleu y su relación con Priss.
Al principio había sido muy duro, todos fueron testigos de lo mucho que sufría la ausencia de su amada, pero poco a poco encontraron una forma de llevar la relación y ya no había tantas lágrimas. Cuando se dieron cuenta había pasado casi un año desde que Priss se fue y en los primeros días de diciembre, Adriano vio con satisfacción que The Oak Room se posicionaba en el puesto tres en los mejores restaurantes del mundo, eso era simplemente genial. Estaba cerca, faltaba muy poco para poder tener el ansiado primer puesto, estaba seguro que eso pasaría pronto. Así que para lograrlo, The Oak Room cerraría por dos meses para dedicarse a la investigación y creación de nuevos platos.
Cameron también había tenido un buen año. Fue reconocido como uno de los mejores sommeliers y catadores de vino, además de que se dedicaba a dirigir clases prácticas. Sabía que debía de esforzarse más para poder ser docente y aprender otras técnicas, por eso durante el tiempo que cerraría The Oak Room él se iba a dedicar a estudiar. Quizá pronto, en un par de años, pudiera tener su propia escuela de cata y maridaje que era lo que en verdad quería. Y estaba muy seguro de eso cuando empezó a dirigir las clases, sentía que enseñar a los demás lo que sabía y ayudar a formar verdaderos profesionales era lo suyo. Le gustaba ver los ojos de sus alumnos mirándolo con atención y admiración, escuchar sus preguntas, ver sus progresos y como al final del curso le daban un abrazo y las gracias por haberles enseñado. Eso era lo que quería para su vida, el camino sería largo, pero estaba dispuesto a recorrerlo.
Quitando la ausencia de Priss, se podría decir que fue un buen año en todos los sentidos. Todos la extrañaban mucho, su ausencia se dejaba notar. Y aunque las llamadas y mensajes parecían acortar la distancia, no era lo mismo. Bueno, había otra cosa que también contribuyó a que no sea un buen año en todos los sentidos. Y esa era el asunto de Sandra.
Claro que esa mujer ya no podía hacerles daño, no en el estado en que estaba. Pero ser testigos de su agonía, de su lenta y dolorosa caída, fue una verdadera tortura. Al menos para Anne fue insoportable verla en los juzgados. Luchó para contenerse y no gritarle que era una asesina, que ella había acabado con la posibilidad de que sea madre. Pero contrario a lo que todos pensaron, la actitud altiva de Sandra fue cambiando a lo largo del proceso y hasta Anne sintió compasión de ella al ver su rostro demacrado y su vientre creciendo poco a poco.
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Editado: 04.10.2023