Cambiar por Ti

Capítulo 6

Nos separamos un poco para vernos, nuestras miradas expresan todo, no hay palabras.

El me agarra de la cintura y me pega al árbol, se acerca con prisa, desesperado me besa como él sabe, lento y después apasionado. Me encanta

Después de ese día, creí que no lo volvería a ver. Que sólo fue por el momento, pero estuve equivocada.

Se separa y me mira preocupado volviendo a la realidad—. ¿Estás bien?, ¿cómo has estado?

—Bien. ¿Qué haces aquí? —no me creo que estoy viéndolo. 

—Pude entrar, tengo mis trucos—deja un beso casto en mis labios—. Felicidades. 

—¿Por qué?

—Ya lo sabrás. Y para eso vengo a enseñarte todo de este mundo, recuerda que una vez que das el sí... es difícil volver a cambiar.

¿El sí? 

Estuvimos hablando por muchos minutos supongo, me contaba cosas que de verdad nunca creí que podría pensar. Este mundo en el que estoy es cruel e injusto, pero si no velo por mi seguridad yo seré la que terminará sin vida aquí, a parte puede ayudarme en mis planes también. 
También tuve que contarle algunas cosas sobre la familia. Él me presta mucha atención, se ve que no conoce del tema y eso me preocupa porque si él al haber estado aquí llega hacerle algo a mis padres por accidente... debería de preocuparme más por ellos.

Hubo después un silencio cómodo, mirábamos las estrellas, las que quería apreciar desde que salimos de la mansión, le contaba algunas cosas, él otras. Es como si nos hubiéramos conocido de toda la vida.

Ya empezó a ser frío y lo notó, se quita su saco pasándolo por mis hombros. Nos quedamos abrazados disfrutando la vista que nos regala la noche, es mágico... hasta que escuchamos unas pisadas, miro de dónde provienen y veo a mis padres, no dudo en ponerme de pie e ir abrazarlos.

—Los extrañé. ¿Cuándo volveré con ustedes?

—Pronto mi niña —responde mamá dejando un beso en mi cabeza.

—No te preocupes —mi padre me abraza más fuerte.

—Los quiero —siento las lágrimas al borde de mis ojos, quiero por primera vez llorar delante de ellos.

—¡Safira! —escucho de lejos a Clear llamarme.

— Me tengo que ir —me agarran fuerte las manos pero los suelto y las ganas de llorar se acentúa más. 

Otra vez separarme de ellos...

Le entrego a Sebastián su saco y lo abrazo otra vez.

—Gracias.

—Cuídate —me besa una vez más antes de irse con mis padres.

Yo me arreglo un poco pareciendo normal para ir con Clear.

—Aquí estoy, perdón. Necesitaba tomar un respiro. 

—A mí no me mientas, te vi con Sebastián. Te advierto que te estás metiendo en algo que no podrás salir —sujeta brusca mi muñeca tirando de mí, la miro y se ve muy distinta a lo que ella es. 

—¡No te metas en mi vida! No eres mi madre —ella me mira dolida y la culpa llega a mí por levantarle la voz.

—¿Qué son esos gritos? Safira... —ignoro al señor Lombardi que acaba de llegar.

Me voy de ahí corriendo, esto si que duele. Nunca he hecho esto —seco mis lágrimas y me pongo la máscara— regreso por la parte de dónde he venido y poco a poco se escucha la música. Tomo asiento y dejo de prestar atención a la fiesta. Sumida en mis pensamientos, no siento cuando me tocan el brazo, reacciono al sentir el ardor.

—Disculpa, te estuve llamando y no respondías —la voz gruesa de un chico con máscara verde oscuro, alto, se acerca a mi lado inclinándose un poco.

—No, es que... estaba pensando y... se me fue el tiempo. ¿Qué decías? —agarra con delicadeza mi mano izquierda provocándome una pequeña corriente deliciosa por todo mi cuerpo.

—Debes tener más cuidado para la próxima, te vi afuera y se que peleaste con Sebastián y...

—Es peligroso para mí y no se en lo que me estoy metiendo —cito las palabras de Clear que dijo hace unos minutos—. Gracias por venir a regañarme también. 

—Es cierto, pero no hablaré de eso ya, es tu asunto.

—Mejor —alguien al parecer respeta mis decisiones.

—Vengo a presentarme, soy Stéfano, trabajo con el señor Lombardi. Y ahora en adelante seré ayudante, mano derecha y... —se acerca más haciendo que su aliento choque contra mis labios estremeciéndome—, algo más tuyo.

—Un gusto Stéfano —contesto cortante.

¿Algo más?

—Un gusto Safira. Ahora vuelvo.

—Si adelante —me quedo mirándolo hasta que pierdo de vista su ancha espalda.

¡Wow! ¿Qué fue eso que sentí?

Los minutos pasan y aún no aparecen el señor Lombardi y Clear, me estoy arrepintiendo de mi acto. Me levanto con intenciones de ir al mismo lugar donde se quedaron.

En mitad de camino tocan mi hombro y al dar vuelta, es Stéfano.

—¿Dónde están?

—Hay que salir de aquí —habla agitado tomando mi mano de nuevo.

—Pero...

Se escuchan disparos que provienen de afuera, los guardaespaldas de cada persona los guían hacia otra parte.

Ignoro los gritos de Stéfano al soltar su mano y corro hacia afuera. Al llegar paro en seco y me congelo al ver la escena que está frente a mí. Clear está en el piso herida, el señor la agarra con un brazo y con el otro apunta con el arma algo tembloroso, la otra persona tiene una máscara, es un hombre.

Veo todo como si fuese en cámara lenta, como si el tiempo quisiera parar. 
Puede que sea por la adrenalina que crece en mí al cometer tal cosa siguiente... 

Recuerdo las clases de entrenamientos que mi padre me obligaba a tomar, según él era para mi bien el saber defenderme pero siempre dudé cuando me enviaba aprender sobre cómo utilizar un arma, a veces pensaba que era por si un ladrón quisiera atacarme con eso y sabría cómo evitarlo. Siempre fue por mi bien.

Siempre recalcó que era por mi bien.

Siempre.

Y no sé por qué ahora veo más que por mi bienestar.

En un rápido y perfecto movimiento, le quito el arma al señor y apunto al otro que ahora tengo su atención. Veo dolor en sus ojos, pero no deja de apuntarme, no flaquea su agarre. Es un pequeño duelo de miradas y nuestros dedos están listos para gatillar, pero lo noto, caigo antes de que la bala me alcance.




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