Desde días atrás, los empleados del prestigioso hotel se habían enterado por el gerente principal que estarían a cargo y sirviendo a una pareja VIP compuesta por un empresario millonario y famosa bailarina de ballet, por lo que cuando se le asignó la atención a Ashley, experimentó una envidia y dicha inexplicable, imaginándose muchos escenarios con buenas propinas. Sin embargo, se dio cuenta que la realidad distaba de la imaginación.
Tras haberlos mandado a duchar y cambiar por otra muda de ropa para proteger su dignidad, Ashley comenzó escoltando a esa misma pareja al campo de bádminton donde esperaban otros matrimonios de parecido estatus social. No obstante, la joven empleada no tuvo otra expresión más que de lamento en cuanto iniciaron con los partidos entre duplas. Se suponía que debían competir contra otra pareja, no obstante, Nova no dejaba de lanzar la pelota de bádminton y pegarle en el trasero a Maddox con la raqueta, y así viceversa.
Eran como dos niños comportándose.
De un momento a otro, los otros matrimonios encontraron divertido y hasta tierno verlos pelear cuando eran recién casados. Esa esfera ambiental duró poco, puesto que se aburrieron y decidieron irse a otro lugar, abandonando la supuesta actividad en pareja, dado que la magnitud de la discusión entre Maddox y Nova dejó de ser percibida como algo lindo y se convirtió en un detonador para el divorcio. Así, prácticamente el personal y las parejas se trasladaron a otro ambiente, abandonándolos, incluyendo a Ashley que se arrastró con dolencia, queriendo estar lejos.
La pelea verbal y trivial no cesó hasta que Nova giró el rostro en dirección de los hombres que ingresaban a la playa cercana al campo de bádminton. Su esposo que se había rendido contra ella, fue a buscar una botella de agua, no tardando porque la vio babeando por otros espécimen masculinos sin disimulo alguno, por lo que se apresuró a correr y gritarle, pegándole en la nuca:
—¡El bebé debe ser mío! —la acusó por su infidelidad cometida, producto de haberse quedado babeando por hombres musculosos. Si no la hacía reaccionar, se quitaría las bragas e iría por ellos, no siéndole difícil ni complicado el seducirlos.
Nova rechinó los dientes, diciéndole:
—¿Importa quién me haga el bebé? —lo fastidió, acariciándose la nuca por el golpe del animal. —Digo, padre no es el que engendra, sino el que cría, entonces… —continuó, acumulando argumentos incoherentes. Así, Maddox la interrumpió.
—Déjate de decir estupideces. —le advirtió, pasando el brazo por sus hombros mientras le daba la misma botella de agua de la que bebió.
—Cabrón. —lo insultó, bebiendo el agua con indignación. Asimismo, Maddox bufó, no evitando apreciar a los hombres músculos, tonificados y espléndidos que observaba su mujer como si fuera una loba en celo. Por un segundo, se le ocurrió bromear tras haber inspeccionado mejor:
—También me dejaría follar así. —soltó al haber hecho un análisis visual. Su esposa le regaló una mirada de reojo, odiándolo por querer robarle su banquete, por lo que aseguró:
—Eso sonó muy gay. —murmurmó. —Pero puedo comprar un dildo con forma de pene y follarte. —no hubo lugar a negociaciones, poniendo en bandeja de plata la virginidad trasera de su marido. Al instante, Maddox la regañó por decir obscenidades:
—Déjate de pendejadas, Dios. —suspiró cansado de lidiar con una niña que no se tomaba nada en serio. Asimismo, creyó necesario recalcar con relevancia: —Mientras estemos casados, no puedes acostarte con nadie, las aventuras están prohibidas, por lo que me debes ser fiel en pensamiento y cuerpo. ¿Entendiste, Nova? —le prohibió cualquier relación amorosa, no pareciéndole justo a Nova que solo se le aplicara esas restricciones a ella.
—¿Acaso acordamos eso cuando hicimos el contrato verbal? —lo contradijo.
Maddox parpadeó, pensándolo.
—No, pero…
—¿Lo dijiste o no? —presionó.
Y él para no querer darle la razón, exclamó:
—¡Lo di a entender! ¡Lee entre líneas, Nova! —la incriminó.
La mujer se zafó de su agarre y corriendo se negó:
—¡No es lo mismo! ¡El contrato no está sujeto a modificaciones!
Y aceleró más la velocidad con los brazos hacia arriba como una niña pequeña huyendo, porque no deseaba vacunarse. Eso sacó de quicio al hombre que estaba acostumbrado a ser obedecido, incluyendo a su amante. Con su esposa, no tardó en desarrollar un tic nervioso en el ojo izquierdo.
—¡Nova! —la llamó. —¡NOVA! ¡NOVAAA! —empezó a perder la paciencia, lanzando un grito gutural desde su garganta. Asimismo, inició último en la competencia, yendo tras ella, cuyas carcajadas no hicieron más que aumentar e irritarlo.
La iba a matar.