Era sábado. Por la mañana, tras levantarme, estuve bailando hasta que mis doncellas vinieron a prepararme para pasar un largo día en la Sala de las Mujeres. Después de que se me escapara que era huérfana no sabía cómo me mirarían las demás, así que estaba nerviosa. “No quiero ir, no quiero ir, no quiero ir” era en lo único que pensaba. No me apetecía nada ir; lo único que quería era bailar.
Tras vestirme con un vestido blanco de día y unas sandalias, peinarme con una trenza y maquillarme, me vi obligada a bajar a desayunar. “Espero que nadie se meta conmigo”. Suspiré, recordando como Kiara, mi rival más fuerte en los nacionales, se burlaba de mí por el mero hecho de ser huérfana. Yo, que era una chica pacífica, acababa con ganas de arrancarle los pelos.
Llegué al comedor y, antes de entrar, intenté tranquilizarme. Digo “intentar” porque no lo conseguí. Estaba más nerviosa de lo que había estado en toda mi vida. Respiré hondo y entré. Hice una reverencia hacia la cabecera de la mesa antes de dirigirme a mi sitio.
El desayuno fue… ¿extraño? La única que me hablaba era Georgina (de las que estaban alrededor). El resto me ignoró. Mejor; lo prefería a que fueran unas falsas conmigo.
En la Sala de las Mujeres me senté con Andrea, Jade y Laura. Ellas eran las únicas que me hablaban y que no me miraban raro, como si estuviese apestada o tuviese piojos.
—Cómo odio que me ignoren —murmuré mirando al resto de chicas, quienes hablaban entre sí.
—No les hagas caso. Que no te hablen solo significa que no están preparadas para ser princesas —dijo Andrea. Me la quedé mirando sin saber muy bien qué responder.
—Es cierto. Se supone que una princesa debe aceptar a todos sus súbditos —añadió Jade.
—¿Sabéis qué? Tenéis razón. No debo darle importancia.
Comenzamos una partida de cartas. Mientras jugábamos, hablábamos de cualquier cosa o bromeábamos. Estábamos en plena partida de carta cuando Lisa entró con lo que parecían cartas en las manos.
—¡Señoritas, ha llegado el correo! —canturreó mientras llegaba a nosotras—. Elizabeth Taylor. Nora Johnson. Angelina Anderson. Madison Moon.
Me levanté y tendí la mano. Sorprendentemente, me dio dos sobres lo que significaba que uno era del Moonlight y otro era de Hannah.
La sala enseguida empezó a bullir de emoción. Las chicas leían sus cartas llenas de ilusión y, cuando terminaban, comentaba las noticias.
Decidí salir al pasillo. Allí, en un pequeño rincón, había un sofá y fue allí a donde me dirigí. Tras sentarme, abrí la carta que me habían enviado mis hermanos. Tenía muchas ganas de saber lo que había pasado en el Moonlight. Saqué la carta, la desdoblé y leí:
“Querida Maddie:
No sabes cuánto nos alegró tu carta. La leímos en la sala de estar y, desde entonces, esperábamos noticias tuyas.
Aquí todo sigue igual. Luna, Fran, Amber y Rebeca te añoran muchísimo; para que tu ausencia no se note tanto, todos jugamos con ellos. Sin embargo, no es lo mismo. La casa está más silenciosa que antes. Ya no se oye la música o tus saltos y volteretas.
Apenas ha pasado nada nuevo. Lo único nuevo es que Bruno y Diego se han peleado y Lea ha tenido que intervenir. ¡Lo tenías que haber visto! Ha sido heroico como se ha interpuesto entre ellos y les ha hecho hacer las paces. Caleb y Adam han empezado a ayudar a los más pequeños con sus deberes. Los tendrías que ver, están para hacerse una foto.
Por otro lado, nos alegra mucho que te caiga bien el príncipe Eric. Lea quiere saber cómo es, si es más guapo en persona, qué le gusta… Ya sabes, ese tipo de cosas.
El otro día te vimos en la tele, Maddie, ¡y estabas preciosa! Nos alegra mucho que apenas te hayan cambiado; la mayoría parecían otras. También nos alegra que hayas echo amigas allí; ya sabes lo importante que es llevarse bien con la gente. Además, Laura, Andrea y Jade parecen de confianza.
No sabemos qué más decirte, salvo que ¡te echamos mucho de menos! Añoramos que nos ayudes en todo (aunque estés concentrada en algún concurso); añoramos que juegues con nosotros; añoramos las peleas y las reconciliaciones. ¡Te extrañamos muchísimo! El Moonlight no es lo mismo sin ti.
Bueno, no queremos que pierdas más el tiempo leyendo esta carta. Te queremos, todos te queremos,
Diego, Bruno, Lena, Fran, Luna, Amber, Rebeca, Ryan, Alex, Adam, Lucía, Caleb, Lea, Julia, Ariadne, Marlene, Kara y Álvaro”.