Cerro fuertemente la puerta de su apartamento y agotada se dejó caer al suelo.
- 10 pm
Miró su viejo reloj orgullosa, hasta el momento no había fallado en tarjar su lista, si llegaba aquel trágico día no sabría qué hacer, probablemente entraría en pánico.
- Recoger casa
Anotó en su libreta, ya lo había hecho en la mañana antes de irse, pero tenía que asegurarse de haberlo hecho bien.
Se levantó rápidamente, corrió a su cuarto, se cambió de ropa empezó por la cocina, volvió a lavar los platos desocupó sus estanterías se aseguró de limpiarlas correctamente, dejo los mesones brillando.
- Nada ha cambiado
Limpio cuidadosamente el suelo, sacó todos los alimentos del refrigerador para limpiar este.
- Todo es mi culpa
Sintió un nudo en su garganta, corrió rápidamente a su cuarto, abrió su armario y saco sus ropas para volverlas a doblar, las ordeno según los días que las utilizaría.
Sacudió sus camas y las volvió a tender, la movió para barrer el suelo, cambio de lugar su armario y su tocador, puso cera al suelo.
- Si tan solo yo…
Siguió con la sala, sacudió sus pisos, ordeno las decoraciones, limpio las fotografías de la pequeña mesita, movió los muebles, cambio las cortinas. Barrio el suelo, colocó cera.
Cayó al suelo exhausta.
- Ah ah Tranquila, todo estará bien – se dijo a si misma
Su alarma le indico que ya era hora.
- 11 pm – observó la hora – lo logre
Sintió un gran alivio, ahora su casa brillaba.
- Recoger casa, listo
Tarjó su libreta.
- Tomar un baño
Anotó nuevamente en ella, programó su reloj y se dispuso a realizar la nueva tarea.
.-.-.-.-
- Te doy 50
- ¿50?, valen más que eso – dijo ella sorprendida
- ¿Enserio?, no seas presumida
- Gaste más que eso en los materiales.
- No te ofrecerán mejor precio que eso, lo tomas o lo dejas.
- Está bien
Soñaba que algún día sus pinturas estuvieran en un gran museo, pero por ahora eso era todo lo que podía aspirar. Las cosas no resultaron como ella lo había planeado desde que dejo su pueblo, estaba empezando a pensar que nada valió la pena.
- Llegar puntual a la cafetería, listo.
Limpió meticulosamente la cafetería y prosiguió con su acostumbrada rutina. A continuación, abrió el periódico, estaba dispuesta a conseguir un trabajo extra a como diera lugar.
Sabía que su cuerpo le cobraría tarde o temprano el desgasto físico y mental a la cual la estaba sometiendo.
- Un descanso, ni hablar. Ya descansare cuando muera.
Encontró algo llamativo, interesante pero sospechoso.
- Bienvenido
Se paró rápidamente al escuchar que alguien entraba a la cafetería.
- ¡Wara!, por fin – respiraba agitada - me perdí, estuve como una hora buscando la cafetería, jajaja esta vieja ya ni si quiera se acuerda donde se encuentra su amada cafetería.
- Sra. Gosick – dijo sorprendida.
La ayudo a sentarse, ya hace un buen tiempo que no venía, desde la vez en que perdió la conciencia y la hizo pasar un buen susto, su nieta la prohibió salir de casa, prácticamente la encerró ahí, por su bien.
- Que no te alegra ver a esta abuela – tomando un sorbo del café que le había servido Wara – mejoraste.
- Claro que me alegra – la tomo de la mano – me alegra saber que se encuentra mejor.
Había intentado visitarla, pero Dayana se lo impedía.
- ¿Pero su nieta sabe que está aquí? – dijo mirando ambos lados, sentía que en cualquier momento aparecería Dayana.
- No
- ¿Se escapo?
- Si – dijo alegre – fue divertido
- Ahora estoy preocupada
Le impresionaba que, con tan avanzada edad, aun pudiera hacer esas cosas.
- Sígueme, tenemos que preparar mermelada. ¿Te gusta la mermelada?, a mí me encanta
Mas ella no dijo nada, se quedó mirándola pensativa.
- Tal vez la Sra. Gosick podría...
- ¿Wara?
- Ya voy – corrió tras de ella – hacer mermelada – anoto en su libreta.
- ¿Te acuerdas de la última receta que te enseñe?
La Sra. Gosick era una mujer de avanzada edad, alegre y aventurera, no le gustaba quedarse quieta.
Wara le había tomado un gran cariño, era como una madre para ella, fue muy gentil cuando llego sin conocer absolutamente nada, le brindo aquel trabajo y le ayudó a seguir con sus estudios.