- Lleva esto al departamento de escritura – remedaba a la mujer que le encargó eso, haciendo sus ademanes exactamente igual
Sostuvo la caja de mala gana y subió por el ascensor, hasta el momento no le habían dado nada que valiera la pena hacer, un poco más y le piden que limpie los pupitres.
- Ni siquiera pasó un mes y ya odio este trabajo
En casa las cosas seguían igual, nuevamente no pudo ver a su compañera. Probablemente llego muy tarde, esa mañana encontró su misma nota con correcciones ortográficas. Lo gracioso fue que lo hizo a propósito para molestarla y aparentemente funcionó.
- Tengo que admitirlo, es muy buena dibujando
Recordaba el dibujo que le había dejado en otra nota, era una personita enojada estilo anime, muy adorable para su gusto.
- ¡Qué demonios hay adentro!
La caja le resultaba cada vez más complicada llevar, le pesaba bastante, cuando por fin llegó tuvo que mostrar su identificación.
- Hay que desconfiados – pensó – disculpen ¿Dónde pongo esto?
Nadie contestó todos estaban demasiados ocupados, se podía sentir el ambiente tenso.
- ¡Qué diablos!, lo dejo aquí
No tenía ganas de estar esperando una respuesta. Observó mejor el lugar, no se comparaba a su departamento, se podría decir que era una poco más elegante, los empleados a prueba tuvieron suerte al tocarles en ese lugar.
- “Paquete del departamento 5” – dejó una nota
No recordaba el nombre de su departamento, pero si el número, algo extraño.
- ¿Esta noche?, porque no.
Reconoció su voz no supo que hacer, por un momento se quedó helada. No estaba lista
- Porque tengo que asustarme yo, yo no hice nada malo
Volteó lentamente. Lo vio tomado de la mano con otra mujer, siempre una distinta. Se escondió por instinto, sintió que su corazón se hacía añicos. Se acerco disimuladamente a la puerta, sin tratar de llamar la atención y salió sin que él se diera cuenta.
Era verdad aun lo quería, se odio por sentir eso.
- Ya llegaste, ¿Por qué tardaste tanto? – preguntó uno
- Tuv..
- bueno no importa, tráenos café
Bajo sus hombros en una expresión de ¡Por que!
- A mí una ensalada.
Volteo a ver de quien se trataba, era la compañera con la que había ingresado.
- Genial, hasta ella me ordena
- Yo un jugo.
- Si si si
Caminó de mala gana por las calles en busca de una cafetería cerca, se asustó cuando termino en aquellas escaleras. Pero a la vez se sintió aliviada.
- Como es que – volteo tratando de repasar por donde había caminado y sobre todo en cuanto tiempo lo había hecho.
Bajo las escaleras incrédula, le sorprendió encontrarse en la puerta de Olie.
- Bienvenida
No tardo en aparecer la mujer, se veía cansada. Igual que aquella vez la recibió amablemente.
- Me alegra que volviera
- ¡No puede ser!, ¿Te acuerdas de mí?
- Si
- Jejeje – se sentía feliz – es extraño, Olie no se encuentra lejos de mi trabajo, pero la otra vez encontré este lugar porque me pasé de la parada.
- ¿tomo el bus 401?
- Si
- Bueno, ese bus da toda una vuelta por la ciudad
Eso explicaba porque llego desde su trabajo a Olie. Se la paso hablando tanto que se olvidó por completo de los pedidos, regresó como pudo.
- Tardaste – dijo otra compañera
- Si no importa – contestó casi automáticamente – son … - trataba de sacar la cuenta para cada uno
- ¿Qué? – preguntó uno haciéndose los ofendido
- Ya sé por dónde va esto – pensó Isabelle entrecerrando los ojos
- Creí que nos estabas invitando
Todos asintieron.
- Pero que hijos de … se linda Isabelle, se linda.
Trato de calmase y se retiró a su asiento. Ahí pasaba el resto del día, una que otras veces tenía que luchar con la fotocopiadora para poder fotocopiar algunos documentos.
- Te haces la difícil, pero ya encontrare tu maña
Terminaba llena de tinta, los demás parecían divertirse con su espectáculo. A ella no le importaba, había aprendido que si se mostraba afectaba les daría el gusto, eso lo descubrió en la primaria.
- Son solo niños – se decía a si misma
Lo bueno era que después de eso tenía tiempo para organizar y calcular los intereses que le debían sus clientes, o curiosear la vieja computadora.
- ¿Sí? – contestaron la llamada - ¿Necesitan personal?