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Pestañeó varias veces cuando le dieron una palmadita por la espalda. Se encontraba en el museo observando la última pintura de su padre, trataba de descifrar su significado, ¿Podría ser su último mensaje?

- Señor cerraremos el museo, ¿Usted se quedará hasta más tarde?

- No – decidió no darle más vuelta - ya me iba, gracias por el trabajo que está realizando

Prefirió tomar un taxi, era consciente que en esos últimos días se sentía diferente, no quería hacer nada, no tenía hambre, ni sueño. Muchos de sus trabajadores advirtieron su cambio, murmuraban entre ellos preocupados.

Suspiró frustrado. Se colocó la mano a la frente. No tenía el valor de preguntárselo a su madre, pero tenía muchas interrogantes, nunca supo cómo ella pagó la deuda, debió prestarse de muchas personas, en ese caso, ¿De quiénes?, ¿Seguían debiendo al centro comercial? Y si fuera asi, ¿Cuánto tiempo más esperarían?, temía por la revista, el museo y sus trabajadores.

Le sorprendió ver que las luces de su apartamento estuvieran encendidas.

- ¿Olvide apagarlas? - pensó – imposible

Se sacó los zapatos en la entrada y cuidadosamente ingresó a la sala, volteó a ambos lados, mas no vio señal de algún intruso. Avanzó cuidadosamente, por el pasillo se podía sentir un aroma agradable, se acercó a la cocina. Sus ojos se abrieron par en par, sintió los latidos de su corazón.

- ¿Elizabeth? – susurró

Se acerco lentamente, no entendía lo que estaba pasando.

- Oh, hijo llegaste. Porque no avisaste, me asustaste.

Bajo la mirada avergonzado.

- Necesitó descansar – pensó - Lo lamento – respondió – hace cuanto que está aquí, ¿Le hice esperar demasiado?

- No, llegue hace poco. Quiero asegurarme de que comas bien mientras yo esté aquí.

Lo observó con cariño.

- Se parece tanto a tu padre – pensó tristemente.

Poco a poco se fue acostumbrando, ya no era tan doloroso verlo

- Luces cansado, anda ve a cambiarte, la cena estará lista pronto y Saly me dijo que ya está cerca.

- Está bien

Miró hacia el otro lado, no estaba seguro.

- Madre

Era su oportunidad. Hubo un silencio, no sabía cómo empezar.

- Siempre me pregunte si logró cancelar la deuda

Notó como ella palideció, colocó los platos que sostenía en la mesa y sentó en una de las sillas. De alguna manera sabía lo que vendría después.

.-.-.-.-

- Que otra cosa más quieres saber – preguntó ella – no creo tener las fuerzas para responderte si me preguntas en otra ocasión – miraba a otro lado tratando de no llorar – asi que habla ahora o calla.

Él se sentía culpable por lo mal que le estaba haciendo pasar, pero estaba más confundido no sabía que pensar, la respuesta que le dio su madre le dejo sorprendido.

- Cuando fui al hospital debido a Nathan, me encontré con el Sr. Ewen – levantó la mirada buscando los ojos de su madre

Ella bajo la mirada.

- Y que te dijo

-.-.-.-

Se tapaba la boca y respiraba agitadamente.

- ¿Por qué?

Hubiera preferido no oír, pero ella al igual que su hermano quería saber lo que había ocurrió realmente.

- No lo sé – suspiró frustrada – él es el último que lo vio.

- Pero … - dijo él

Él esperaba que su madre le diera esperanza, esperaba que le dijera que no era real, que aquel hombre lo había inventado todo.

- Madre – él también respiraba agitado – usted lo conoció más que a nadie.

- Daniel uno nunca termina de conocer a alguien – ahora unas lágrimas corrían por sus mejillas – siempre tratamos de mostrar nuestra mejor cara a los demás, tampoco sabemos cómo las personas reaccionan ante la presión y el estrés.

Eso rompió el corazón de ambos hijos. Saly no sabía que pensar.

- Papá

Salió llorando del lugar.

.-.-.-

Con instrumentales de sus músicas favoritas, Daniel trataba de moldear la vasija que tenía entre sus manos.

- ¿Papá porque pierdes el tiempo? – se acercó evitando el desastre que se encontraba desparramado por todo el piso. – no eres bueno en esto.

Su padre rió a carcajadas.

- No sé si sentirme feliz y triste por tu sinceridad – continuaba tratando de darle forma a la arcilla – no lo sé, se siente bien. Me ayuda a desestresarme.