Capricho (arte y Destino)

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La vida es un pañuelo, era la frase que lo resumía todo. Bastantes coincidencias en poco tiempo, era como si alguien estuviera empecinado en hacer que se encuentren una y otra vez.

 - Buenas noches, Sr. Asher – respondió Wara.

Desde que conoció a Isabelle, al Sr Nathan y a él. Su vida parecía sacada de una película.

 - Demasiadas coincidencias - pensó

Para Daniel, el hecho de quedarse dormido estaba alterando toda su rutina, ya no podía visitar por las mañanas el museo, por lo que aprovechó en la noche de camino a casa, fue ahí donde la encontró, miraba fijamente los cuadros que se alcanzaban a ver desde la ventana, le pareció curioso. Miró la puerta del museo.

 - Puede llamarme Daniel ¿Quiere pasar? – preguntó

Ella dio un pequeño salto y sus ojos se iluminaron, para cuando se dio cuenta ya estaba en la puerta.

 - No tengo dinero – pensó.

Se había dejado llevar por la emoción, ahora tenía que pensar como disculparse. Miró al Sr. Asher, él se encontraba expectante detrás de ella, tardo en entender que él esperaba que ella ingresara primero.

 - Bienvenido – los recibió una señorita.

Wara ingresó dudosa y un poco avergonzada. Ya tenía su discurso de disculpa, pero a medida que ingresaba más al museo, más crecía su entusiasmo.

 - Es un sueño. Esta podría ser mi última oportunidad – decía para sí misma – las ¡pinturas de cerca se ven sensacionales! – chilló internamente

Algunas personas se acercaban a saludar respetuosamente al Sr. Asher, por lo que Wara dedujo que era un cliente importante.

Daniel nunca había visto una persona tan emocionada por ver unas pinturas, simplemente ella no podía ocultar su entusiasmo. Observaba cada una de las pinturas detenidamente, le preguntaba algunas dudas que tenía sobre ellas, él le respondía gustoso. Era agradable conocer a alguien que le gustara el arte al igual que él.

Si fuera por ella, correría gritando de aquí para allá, se estaba conteniendo, trataba de hacerlo.

 - ¡Oh! Esta es mi favorita – dijo él

Los ojos de Wara se abrieron de par en par, sintió una punzada en el corazón y unas inmensas ganas de llorar. Se contuvo, trato de mantenerse serena y se acercó a la pintura aún no estaba segura de lo que sus ojos estaban viendo.

Ahí estaba, con sus manos la acarició suavemente, una de las señoritas se acercó para decirle que no podía hacer eso, pero Daniel le dijo que estaba bien. Ella parecía impactada.

 - Es mi pintura, ¿Cómo acabaste aquí? – susurró casi inaudible - ¿Qué te gusta de ella? – preguntó, girándose

Por primera vez sus miradas coincidieron, Daniel se perdió en sus ojos brillantes color miel y Wara se dio cuenta que el Sr. Asher los tenía verdes azulados.

 - Me encanta lo detallado que se encuentra el dibujo, las sombras de cada fragmento, al igual que los colores fuertes y oscuros.

Wara observó cómo le brillaban los ojos al hablar de ella, su pintura, ¡a alguien le gustaba su pintura!, se sintió inmensamente feliz. Por primera vez en mucho tiempo sentía esa emoción, algo que la motivaba a seguir, aunque sea temporalmente.

 - Su rostro parece estar tranquila. Como si no supiera que se está agrietando, o quizá lo sabe y ya no le importa. Me gusta que las rosas den esa sombra de colores en su rostro – argumentó Daniel.

En la pintura se mostraba a una mujer que parecía estar sumergida en el agua, con el rostro pálido y llena de rajaduras, ella tenía la mirada serena fija en un punto, unas rosas yacían a su alrededor que al chocar con su piel le daban su color.

 - Perdón – se disculpó - ¿La estoy aburriendo? – preguntó Daniel

 - No, para nada. Es agradable encontrar a alguien que no vea simplemente un dibujo. Me pareció interesante su interpretación. Creo que eso es lo hermoso del arte, que cada uno lo interpreta a su manera.

Recorrieron todos los pasillos hablando plácidamente de lo que entendían de la pintura, a Daniel le pareció entretenido conocer la opinión de Wara. Se detuvo en silencio cuando llegaron al lugar, la analizó lentamente y luego desvió su mirada hacia su acompañante. Ella miraba atentamente con los ojos bien abiertos.

Muchos ya se lo habían dicho, incluso Nathan. La pintura no parecía tener un significado, era el paisaje de un simple árbol.

 - Es una pintura muy triste – dijo ella

 - ¡Por que! – Ahora Wara lo observó curiosa – lo lamento – se disculpó apenado – Ya llevo mucho tiempo tratando de entender esta pintura – volteando hacía esta.

 - Podría ser mi imaginación. Es el único árbol que ya casi no le quedan hojas, es el único que se marchita y parece que solo a él le afecta el viento, pese a eso se reúsa a ser arrancado, las raíces están muy resaltadas.

 - Es lo más profundo que me han dicho hasta el momento – confesó

 - Creo que el árbol sabe que no puede derrumbarse, porque debe cuidar de los pajarillos que viven en sus ramas.

Daniel desde lo más profundo de su corazón deseó que ese fuera el mensaje. Era mucho mejor que decir que era un simple árbol.

.-.-.-

Hubiera querido sacar una fotografía a cada una de las pinturas y colarlo en un álbum, en especial la suya, esa la haría enmarcar. Daniel le había explicado que muchas de las adquisiciones eran llevadas en la misma semana en que llegaban, eso le parecía emocionante. Se imaginaba su pintura colgada en alguna lujosa casa.

Ahora ella se encontraba sentada en un pequeño mesón con una taza de café entre sus manos, el Señor Asher fue muy amable con ella.

 - Fue agradable tenerla aquí – dijo Daniel – me parece curiosa la manera en que nos conocimos, no hubiera querido que fuera asi.

 - Esta llena de coincidencias, lo sé. Es muy extraño todo.

Intuía que el Sr. Asher queria hacerle algunas preguntas, pero no sabía cómo formularlas, probablemente el Sr. Nathan ya le había contado todo.




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