Martes. Hora de volver a clase, por fin. Aunque pueda parecer raro, tengo ganas de verles la cara a los profesores y de sentarme en mi sitio, al final de la clase. Especialmente en clase de literatura, con Ray al lado. Esta mañana no estaba fuera esperándome así que supuse que se habría quedado dormido. Me quedé un rato esperando pero como no vino empecé a caminar hacia la Uni, sin mucha prisa, disfrutando de la tranquilidad que había a estas horas. Cuando llegué, fui directo hacia filosofía. A muchos les podría parecer un rollo empezar un martes con filosofía a primera hora, pero a mí me resultaba muy interesante. Te enseña nuevos puntos de vista y nuevas perspectivas, y te plantea dudas que seguramente no habías pensado. Pensando en ello fui a sentarme a mi sitio, esquivando a la gente que se cruzaba por medio. La clase estaba llena de gente hablando y hablando sin parar, pero el ruido paró en cuanto el profesor entró a clase, junto con una chica y el director. Todos miramos extrañados la escena, preguntándonos quién era aquella chica. Entonces el director habló, disolviendo nuestra duda.
-Buenos días alumnos. Os presento a Alex.- La clase entera giró la cabeza hacia la chica, viendo como movía un poco la mano y sonreía tímidamente, en forma de saludo. –Es nueva, así que espero que le deis una buena bienvenida.- El director sonrió casi imperceptiblemente, asintiendo hacia Leo, el profesor, y yéndose por la puerta.
-Alex, siéntate donde quieras.- La chica solo asintió, y giró la cabeza, buscando con la mirada cualquier sitio libre. No quedaban muchos, pero uno de esos sitios estaba justo a mi lado. Y casualmente Alex fijó los ojos en ese asiento, caminando en mi dirección. Se sentó en la silla intentando no hacer mucho ruido, y con una voz bajita me saludó.
-Hola, soy Alex.
-Yo soy Will.-Me sonrió y yo le sonreí de vuelta.
-Will, ¿en qué clase se supone que estamos?
Su pregunta me sorprendió y me hizo reír a partes iguales, ganando así una mirada reprobatoria de Leo. Intenté callarme y bajar el tono de voz para no molestar.
-Lo siento, es que aun no me han dado el horario.- Me explicó, rascándose la nuca nerviosamente.
-Tranquila, tranquila. No hay problema. –Sonreí- Estamos en filosofía. El profesor se llama Leo.
-Gracias.
-De nada.
La pequeña conversación acabó ahí, así que empecé a prestarle atención al profesor, intentando entender todo lo que decía, a la vez que cogía apuntes y copiaba lo que ponía en la pizarra. En cuanto sonó el timbre todo el mundo empezó a recoger sus cosas rápidamente. Era martes así que tocaba hora de estudio. Recogí mis cosas, con la intención de despedirme de Alex, pero en cuanto empecé a irme ella vino corriendo detrás, poniéndose a mi lado mientras caminábamos.
-Hey, ¿A dónde vas? ¿Puedo acompañarte? No sé donde está casi nada.
-Claro, iba hacia la biblioteca.
Alex solo asintió y seguimos caminando por los pasillos hasta llegar. No había mucha gente así que la mayoría de las mesas estaban libres. Nos sentamos en una que estaba en la esquina y los dos sacamos nuestros respectivos libros de la mochila. Tenía algunas cosas pendientes del día que no estuve, por lo que me puse a hacerlas.
-¿Me dejas tu horario? Creo que vamos a las mismas clases, así lo puedo copiar.
Me asusté un poco por el repentino comentario y los dos nos reímos por ello. Asentí accediendo y lo pasé por la mesa hasta ella. Alex sonrió al verlo y me miró con una expresión graciosa.
-Tiene muchos colorines.
-Sí, me gustan las cosas coloridas.- Le dije en respuesta, medio sonrojado por quedar en evidencia. Después del pequeño comentario volví a sumergirme en mis deberes, pero de repente sentí un peso sobre mi espalda y volví a pegar un rebote del susto, dándole a alguien en la barbilla con la cabeza.
-¡Perdón, perdón! ¿Estás bi...? ¿Ray?
-Auch. Sí, yo también me alegro de verte pequeño.- Me contestó, sobándose la barbilla con una mueca de dolor. Me reí nerviosamente y me levanté de la silla para fundirme en un abrazo con él.
-Perdón, sí que me alegro de verte, pero me asustaste tonto.
-Uh, ¿Y ahora soy tonto?
-¡Es broma Ray!
-Lo sé, me apetecía chincharte.- Le miré con mala cara y me separé del abrazo para poder mirarle mejor.
-¿Qué haces aquí? Esta mañana no estabas.- Comenté con un puchero, intentando darle lástima. Creo que funcionó, porque torció la boca y apoyó su mano en mi moflete, acariciándome levemente. Me apoyé más en su mano, esperando con la separara, y él entendió, así que Ray siguió con la pequeña caricia.
-Perdona Willy, me quedé dormido y cuando me desperté ya había empezado la primera clase así que esperé hasta segunda hora.
-Oh, me imaginé algo así. Da igual, no pasa nada. Pero me debes una chocolatina.
-Está bien.- Accedió, dándome primero un besito en la frente para luego bajar hacia mis labios, dejando más de estos. Primero uno, luego otro y después otro más, así hasta acabar en un beso profundo que nos metía a los dos en una gran burbuja, alejada de todo el mundo. Solo escuchábamos nuestros latidos y el sonido que hacían nuestras bocas al separarse para poder coger aire y poder seguir con el beso, absorbiéndonos mutuamente, sin dejar ni un rastro de espacio, explorándonos la boca como nunca antes, volviendo a separarnos para coger aire, y justo cuando nos íbamos a volver a juntar, se escucha un carraspeo a lo lejos, cortándonos el rollo. Era Alex, que nos miraba sonriente desde la mesa. Yo le devolví la mirada, más rojo que el propio infierno, escondiendo mi cara en el cuello de Ray, riendo tontamente por la situación.