Una oportunidad
Al otro lado de la manada Kai se fue a despedir de Rubí para volver a la ciudad y hablar con su padre, ya se le había hecho tarde, noto al ver el cielo estrellado.
Su futuro suegro se alejó para darles espacio y fue por su esposa. Ella lo interrogo con la mirada y le señalo a la joven pareja hablando felizmente.
- No te preocupes, querida, está en buenas manos…
Se la llevo a un lugar más privado para contarle a lo que habían quedado.
- ¿Y dejaras que se la lleve, así como así?
- No se la llevará, al menos no esta noche. Quiero que mi niña se vaya como nuestras costumbres lo mandan…
- Y si él no quiere…
- Ya hablé con él, dijo que quería hacer las cosas bien, tener la bendición de las dos familias y hacer una ceremonia bajo la luna llena…
Kai se trató de despedir de una Rubí que no quería estar ni un minuto lejos de él, por el miedo de no verlo más.
- Mañana vende de nuevo, mi loquita…
- No, llévame contigo, yo quiero estar junto a ti- sentía ganas de llorar.
- Y te juro que estaremos juntos, pero quiero hacer bien las cosas contigo, como se debe, y tener la bendición de la Diosa luna…
- ¿Siiii? - pregunto enamorándose más de él.
- Es la mejor forma de unirnos por siempre.
- Paso a paso?
- Paso a paso.
- Pero la mayoría de las parejas se saltan esos pasos y tienen una vida feliz de pareja. Como mi hermano.
- Que te los saltes no quiere decir lo contrario. Quiero hacerlo así. Y, además, ser el hijo del rey te obliga. Nunca puedo dejar de ser un buen ejemplo.
Rubí cansada y molesta de tanto insistir se cruzó de brazos haciendo notar su molestia, sin decir nada y poniendo su rostro molesto, portándose un poco como la niña consentida y caprichosa que antes fue.
- Vamos Rubí- se acercó Kai y empezó a repartir pequeños besos por todo su rostro, acunándolo en sus manos tibias para trasmitir su olor en ella.
Mientras que años atrás ocultaba su olor, esa ves lo dejo salir tanto como pudo.
- No me iré si no es sin ti.
- ¿Lo prometes?
- Lo juro, con sangre si no me crees…
- No seas payaso- le dio un manotazo- Creo en tu palabra.
- Que me creas es suficiente para mí para seguir adelante con todo esto.
Se fue acercando a su rostro lentamente, y con un ligero toque unió sus labios a los de ella, dándole el más tierno beso.
A pesar de que fue un pequeño toque, Rubí se estremeció completamente, y por la noche se durmió plenamente feliz.
Cuando Rubí despertó por la mañana quiso llorar sin ningún motivo, estaba feliz y al mismo tiempo triste, se acomodó y fue a desayunar con la manada. Todas las mañanas se levantaba junto a su madre y cuñada para ayudar con el desayuno, pero esa ves se tomó el tiempo que quiso para levantarse, y cuando llego al espacio que tenían como comedor, ya estaban repartiendo. Se sentó a un lado silenciosa, nadie le dijo nada.
Después de comer todos se colocaron con sus quehaceres, ya tenían tres casas completamente construidas, allí trataban de meter a los bebes y ancianos a la hora de dormir para que el frio no les hiciera daño. Pero no todos cabían en tan reducido espacio.
Unas horas más tarde el Alfa Kai llego cargado de provisiones, como primero debía velar por el bien de su pueblo, porque todas las manadas eran su pueblo, repartió mantas y carpas para abrigarse al ocultarse el sol. Y la comida quedo empaquetada en el comedor improvisado que tenían semana dándole uso.
Rubí no se percató de su presencia ni olor por estar un poco alejada sumida en sus pensamientos, pensando mientras miraba el horizonte. Estrujaba una rama en sus dedos con los pensamientos revueltos.
Kai se alejó de la manada buscando la esencia de Rubí, encontrándola solitaria, oculto un poco su olor para acercarse a ella sigilosamente, pero al pisar una rama anuncio su presencia y ella inmediatamente volteo, al verlo allí sonrió feliz.
Sin aguantarse corrió hacia él y le brinco enzima llenándolo de besos.
- Si viniste- sus ojos brillaron por las lágrimas queriendo salir.
- Te prometí que lo haría…
Ese otro día tenía una noticia para el alfa Daven, así que después de gozar un poco de la compañía de su amada, dejo de retrasar lo que debía informar y lo llamo, a él y a su padre, alejándose un poco de la manada y adentrándose en el bosque.
- Ya creo que aquí está bien- rompió el silencio Kai.
- ¿Qué eso tan importante que tienes que decirnos? - pregunto Orlando con ojos penetrantes.
Daven, en cambio, había cambiado su postura y cargaba otra expresión dese el ataque, cada vez que hablaba con alguien, se concentraba en la conversación tanto que alteraba un poco. Con su brazo izquierdo en su espalda y su mano derecha acariciando su corta barba, le daban un aspecto de hombre mayor.
A pesar de su juventud, cuando hacia eso daba la ilusión de alguien anciano y sabio que pensaba antes de hablar y cuando lo hacía, siempre daba una lección.
Pero ni su esposa sabía que era la postura del tormento en su cabeza, se culpaba por muchas cosas. Ya no estaba solo en el mundo, tenía muchas vidas que cuidar, y entre esas vidas, su hijo, un ángel como su mate.
- Mi padre hablo con el consejo y acordaron darles una gran extensión de terreno en el que pueden asentarse, lejos de aquí, le conté sobre su hija, y siendo mi mate sabe que de seguro a ella le costara separase de su familia y que lo mejor sería que estén cerca. Viendo la situación en la están, y pensando que es mejor alejarse de este lugar que ahora les trae tantos recuerdos tortuosos a tu gente…- miro a los dos- Él está preparando todo para cuando lleguen, si deciden hacerlo, tienen una semana para pensarlo y discutirlo con tu gente- miro a Daven- Él les dará asilo mientras preparan el lugar para ser habitado por todos ustedes. Es una oportunidad que nadie en toda la historia ha tenido, estarán apartados de muestra manada pero lo suficientemente cerca para que puedan ir, mi padre les ofrecerá ayuda cada vez que la necesiten.