Se desconcentro un poco después de hablar con su chica, se quedó pensando en el maravilloso fin de semana que quería preparar para él y su novia, siempre sintió que si podía llegar a ser una mejor persona, seria con ella a su lado; muchas de las cosas que ahora constituían su vida tenían que ver de alguna u otra manera con haberla conocido, el primer accidente también, pues en su mente llevaba la imagen de los dos en una cena romántica y lo que pasaría después de ella, cuando de improvisto sintió que algo de un tamaño muy diferente a una simple roca pasó bajo el auto y generó un movimiento brusco y fuerte sobre toda la carrocería, como si el auto hubiera pasado sobre un resalto en la vía a muy alta velocidad, algo que era imposible, pues no existían tales cosas en medio de una carretera interestatal, no se necesitan, la finalidad de dichas carreteras es permitir la más rápida comunicación entre los cincuenta estados de la nación. David reaccionó de inmediato y se detuvo a un lado de la carretera, descendió y vio que había sucedido, un cervatillo yacía en el suelo sangrando por su boca con la columna rota, la imagen fue triste, desgarradora, David no supo qué hacer con el animal moribundo, empezó a plantearse que podría hacer en esa situación, sabía que tenía dos opciones, podría dejarlo allí tirado vivo, abandonarlo junto a la carretera y dejarlo morir, pero no sería capaz de cargar con la culpa de dejarle así, inundado en tal dolor, él sabía que era ver el sufrimiento en los ojos de alguien, no podía terminar así; la otra opción sin embargo era igual o peor que la primera, terminar con el sufrimiento de la criatura, no sería difícil, estaba ya destrozada por lo sucedido, tomaría una roca lo suficientemente grande y pesada y se la dejaría caer en el cráneo, parecía frágil, sería rápido, indoloro.
Lo hizo.
Fue exactamente como pensó que sería, sencillo de hacer, más no de asimilar, no era mala persona, ni de los que ignoran el sufrimiento animal; tenía un perro pug que quería mucho, no podía dejar de imaginarse una situación así con él, no lo soportaría.
Como si la madre naturaleza manejára conexiones de internet de alta velocidad, algo en el bosque supo instantáneamente que había sucedido, a 2 Kilómetros de allí, tras las sombras de los árboles que rodeaban la calzada, una figura que no se había alejado de su lugar de origen desde hace ya tiempo se levantó y gimió de dolor, un dolor profundo, dolor paternal.
David subió a su auto y emprendió el viaje, intentando no pensar en la profunda pena que le produjo el evento, tuvo que tomar por las patas traseras aquel pequeño animal y arrastrarlo a un lado de la carretera para que reposara poco más atrás de una señal informativa que avisaba que faltaban solo 20 kilómetros para terminar su viaje a Franconia; no era justo que un animal noble como ese terminara de esa manera, se podía ver a simple vista que no llevaba mucho tiempo vivo, ni siquiera un año, era una lástima. Mientras todo tipo de pensamientos de culpa lo llenaban por momentos, su pie derecho se fundía más y más en el acelerador, en su mente y cuerpo se despertaba una sensación de adrenalina que sustituyó de a pocos lo que lo agobiaba, ahora era libre, libre en cuatro ruedas, no más penas, solo el, la noche y su auto nada más; por el momento.