Era imposible que una persona en el estado de excitación y temor que David sufría en ese momento pudiera darse cuenta de lo que sucedió al poner sus pies en el terreno más allá del asfalto, con solo cruzar el primer árbol y adentrarse en el bosque, la carretera desapareció y se vio internado en un laberinto infinito y sin salida, un laberinto donde solo dos seres vivos racionales se hallaban en ese momento; David siguió corriendo en línea recta intentando encontrar un lugar donde esconderse o solo sortear árboles e intentando poner el mayor número de obstáculos y distancia entre él y lo que vio, su mente solo se concentraba en realizar esa tarea, recorridos unos cuantos metros más.
Después de un rato, sin previo aviso, el bosque terminó abruptamente en un lago, un lago hermoso y quieto, no pudo evitar sentir una extraña paz y que algo lo llamaba, no era más que una pequeña acumulación de agua no más de 40 metros de diámetro estaba frente a él; se acercó siguiendo el impulso y cuando llego se vio a si mismo reflejado en el agua, y sintió paz, tranquilidad, cerró los ojos y se sentó, el misticismo que rodeaba el lago era apacible, por un momento podría llegar a olvidar lo que le había sucedido hace tan solo diez minutos y unos cientos de metros tras.
Pero no fue así, porque David abrió los ojos, y en el reflejo del agua no solo estaba él, allí en el agua, los dos círculos rojos de brillo intenso lo acompañaban, el miedo regresó, con su punzada fría y ese característico vacío en la boca del estómago, su reacción fue girar hacia atrás y cubrirse con sus brazos a manera de escudo, pre disponiéndose a que aquello que estaba tras de él lo atacara de maneras impensables, pero allí atrás no había nada, pensó que el shock de lo sucedido le había jugado una mala pasada, que se lo estaba imaginando; en parte sí, en parte no; se dio cuanta cuando escucho el burbujeo del agua en el lago, se volvió lentamente, preocupado, ahora si inundado de terror, y se espantó aún más cuando vio que los ojos salían del lago, acompañados de una figura enorme, envuelta en pelaje espeso y frondoso, plateado a la luz de la luna; la figura del oso de ojos rojos caminaba lento hacia él, con el hocico abierto y excretando una masa negra, espesa y maloliente; se vio envuelto por el repugnante hedor, - ahhggg...- su grito se vio ahogado, el oso se irguió y lo miró desde arriba preparándose para dar la zarpada, David vio como los músculos grandes y poderosos de sus brazos animales se preparaban para impulsar las garras contra su humanidad, así que rodó, rodó a la derecha esquivando la zarpa, y dejando a la bestia en un pequeño momento de distracción, sin pensarlo dos veces uso lo más rastrero e improvisado posible, una artimaña infantil no planeada que surgió en un instante, tierra en los ojos.
Empezó a correr, o eso es lo que él creía, más bien a desplazarse de manera poco efectiva y con movimientos irregulares, de nuevo hacia el bosque, intentando huir del terrible animal; siguió moviéndose más, cuando sintió que el claro había quedado atrás pudo volverse y mirar si lo que lo atacó lo seguía, al parecer nunca lo hizo, lo más extraño es que un animal que tiene fama de cazador, no lo estaba acechando, debía de estar esperándolo, tras un árbol, un tronco caído, una roca grande, en algún lugar, expectante de su siguiente movimiento para atacar y no dar más larga a aquella danza de muerte. Cuando pudo reaccionar y ver un poco más clara la situación se dio cuenta de que se había quedado inmóvil, vigilando un montón de árboles en espera de su asesino; reaccionar no solo le trajo lucidez sobre sus acciones sino un recuerdo, un objeto, su teléfono celular, en el momento del accidente con el pequeño ciervo había sentido la tentación de llamar a Annie y contarle lo que le sucedió, en manera de confesionario aunque no era muy creyente, pero reflexiono y atribuyó el impulso al shock del momento; pero en este momento no podía abandonar el impulso, cualquier acción posible determinaría salir de allí, así que tomó el teléfono para llamar a emergencias pero se vio detenido por un factor que no pudo explicar, un cliché que se veía en un gran número de películas de terror, no había cobertura, o casi no, el indicador de señal de telefonía mostraba cero, ni una línea, aunque a veces parpadeaba y se llenaba una sola, la línea de vida de David, lo único que podía salvarlo era eso, su móvil, pues ahora después de las cosas extrañas que le habían sucedido no sabía dónde estaba, o si estaba por lo menos cerca de la carretera; la opción era llamar al 911, reportar un ataque y persecución en el bosque y que esto le permitiera a la central de ayuda ubicarlo vía GPS para poder salir al rescate; no tenía idea de que más hacer.
- ¡Maldición! ¿520 dólares gastados en esta porquería por ser la versión más avanzada y no puedes sostener la señal por un minuto al menos?
Si podía, el aparato electrónico de hecho era muy bueno, pero lo que no permitía que David se comunicara era una fuerza natural que poseía al bosque, una voluntad indómita en el ser que lo vigilaba, no ahora al lado de un árbol, sino desde todos lados. A pesar de que el teléfono debía luchar con esa fuerza contra la que no fue diseñado, pudo establecer mejor conexión cuando David se subió en un piedra de tamaño mediano cerca de dos árboles que casi se entrelazaban; <<Servicio Disponible>> marcó el teléfono, sin tiempo que perder sus dedos se dedicó a marcar el 911 y esperar a que una operadora con voz de máquina programada lo atendiera.