Carta de un escritor

Capítulo VIII

Al día siguiente, Eco va por Thomas. Llegando a su casa toca la puerta, nadie abre y trata de nuevo, pero sin resultando alguno, parece no haber nadie. 
Entonces Eco se asoma por la ventana, lo alcanza a ver, está en el patio trasero, describiendo muy concentrado. La joven rodea la casa para ir al patio. 
Thomas la ve y se sorprende bastante al mismo tiempo que se para del suelo. 
-¿qué haces aquí?- pregúnta con tartarmudeo. 
-he venido por ti- 
-pensé que ya no querías verme- 
-es algo complicado, ¿me dejas explicarte?- 
-claro, entremos- 
-¿tú mamá está?- 
-no, ha salido-  
Thomas sirve un poco de té. 
Mientras disfrutan de su té, Eco le explica con detalles a Thomas lo sucedido. 
-no lo puedo creer- expresa Thomas. 
-yo tampoco fué bastante duro desifrar todo con Susan, será bastande doloroso dejarla. Por cierto Thomas ¿cuándo nos escaparemos?- 
-una noche antes de la llegada de David, escribiré una nueva obra, luego de presentarla en el teatro nos iremos, al momento en que termines de actuar saldrás lo mas rápido que puedas por la parte de atrás, te estaré esperando allí- 
-¿cómo vas en la obra?- pregunta Eco. -bien, será un gran final- responde Thomas con un leve sonrísa. -eso espero- dice Eco. 
-¿Tus padres saben que estás aquí?- 
-no, creen que estoy con susan- 
-es una tarde muy bonita, ¿no cres?- dice Thomas al mismo tiempo que acerca su rostro al de Eco. -es maravillosa- responde la joven. 
Deciden ir al lago, lugar que poseía algo de magia para ellos. 
Ya en la orilla, Thomas mira a su doncella tan deseosamente. 
-¿sucede algo?- pregunta la joven al darse cuenta con la atención que Thomas la mira. 
-no pasa nada, es solo que eres…-  
-¿soy…?- 
-en realidad que eres preciosa- 
La joven se sonrroja y baja la mirada, vuelve y la sube diciendo: si, me lo dices cada minuto- 
-Entoces perdón por recordartelo tan pocas veces- 
La joven muerde su labio inferior, Thomas se acerca lentamente, y la besa de la misma manera. Cada instante con mas pasión. 
Eco se recuesta, y Thomas queda encima de ella. Disfrutando cada pizca de su ser. Este voltea colocando a Eco encima suyo. Le desata el escote, y bajando su mano hastad donde la espalda pierde su nombre le muerde el labio -¡Thomas!- dice Eco entre un gemido. 
Thomas se saca su camisa, y mas adelante toda la ropa, ambos están desnudos, voltean y Thomas queda encima nuevante. -que hermosa te vez desde aquí arriba- dice Thomas que está entre sus piernas viendo su rostro exitado y escuchando sus jemidos. 
Este baja a besarla, y sin mas charla intercambia placer, extasiados de desedos, haciendo el amor desenfrenadamente, mutuamente disfrutando, haciendo solo uno, dos cuerpos totalmente distintos. 
Una vez terminan ambos se encuentran desnudos, cubriendo solo ciertas partes con los mismos arapos con los que venían vestida. 
Recostados, Eco descansaba sobre el pecho de Thomas, mientras este acariciaba su cabellera. -amor- dice Eco. 
-¿si?- responde Thomas. 
-hace rato cuando llegué a tu casa estabas escribiendo algo- 
-si, eso hacían. ¿Quieres ver?- 
Eco dice si con su cabeza. 
Es mas bien un relato para leer, lo he memorizado. 
Thomas procede a contarle, Eco cierra los ojos para imaginar mejor. 
En lugar oscuro, frío y misterioso, Camil escucha su nombre en tono de susurro. 
-Camil, Camil... 
Sin nigún miedo, y sin ni tan siquiera extrañarse por tan terrorífico lugar. 
-¿hola? ¿Quién anda ahí? 
-un amigo tuyo, yo siempre te protejo. 
con una lijera risa de por medio. 
-¿protegerme?  
-si, yo siempre te cuido sin que te percates de las cosas, cada que duermes me postro frente tu cama. Mi trabajo es espantar los espíritus que te persiguen. 
Junto con su respiración el corazón de Camil se acelera. Tartamudeando y tembloroza. 
-¿de qué estás hablando? Presentate, estás asustandome, ¡no se de que me hablas! Nisiquiera sé quien eres tú. 
Con voz pacífica. 
-claro que me conoces, he estado contigo siempre, nos cuidamos mutuamente, sueles presentarme como tu mascota. 
Furiosa e indignada. 
-¡carajo! Dejáme verte. 
-Tranquila Camil, vengo ha advertirte. 
-dime quien eres y que es lo que quieres. 
-soy tu guardian, me dejas solo en casa cada que sales a trabajar, tambien piensas que soy medio raro, a diferencia de los demás yo no juego mucho y siempre me quedo mirando hacia la nada, o almenos eso es lo que tú piensas. 
Desesperada e intranquila Camil solo se confunde más. 
-!no me has dicho nada! Lo único que has logrado es asustarme. ¿Por que estás aquí? 
-si no fuera importante no hubiera tenido la osadía de presentarme. Siempre estoy auyentando las animas que te persiguen pero ya no puedo más. Un ente maligno anda detrás tuyo y yo no puedo protegerte. 
Camil se queda perpleja, puede sentír como su corazón late a gran velocidad. 
-ya estoy viejo y no puedo cuidarte, no tengo fuerzas, trataré de mantenerme firme frente a él como lo he hecho por años. 
Camil, solloza y asustada, lleva sus manos a su cabeza y se postra en el suelo. 
-tranquila, y escúchame con atención. ¿Bien? 
Camil limpia las lágrimas de su rostro, y se levanta del suelo. 
-boy a contar hasta tres, y despertaras. 
-¿despertar? Entonces estoy 1 la voz empieza a contar, pero almenos dime quien 2, Camil es interrumpida nuevamente, 3, Camil despierta, mira hacia su derecha y ve a su gato, plasmaso y mirando hacia la nada. 
Se levanta muy rápido y sin importarle la alta hora de la madrugada, enciende una lámpara y sale corriendo sin ningún destino pronosticado. 
Thomas termina de contar la historia. 
-estuvo muy interesante- comenta Eco. 
-¿te ha gustado?- 
-porsupiesto ¿por qué no la presentas?- 
-no me parece lo bastante buena- 
Eco, quien está recostada en el pecho de Thomas, se levanta un poco para mirarlo a la cara, seguído de esto le dice: - estuvo bastante interesante, es algo tenebrosa-  -si, cómo el libro de las sombras ¿te acuerdas?- pregunta Thomas. 
-claro que me acuerdo, oye amor- 
-escúcho- 
-¿no te gustaría escribir algo diferente?- 
Thomas frunce el ceño y pregúnta: -¿a que te refieres?- 
-ya has hecho cosas misteriosas, me refiero a historias claro, pero, que tal si escribes algo divino- 
-¿dívino cómo? ¡¿Dios!?- 
-es solo homenajeando a nuestro creador, arquitecto de nuestro universo- 
El escritor suelta a Eco para apoyar la cabeza es sus manos, y dice: -cariño, sabes lo ecéptico que soy- 
Mientras se vistes Eco dice entre los dientes: -entonces no hay posiblidad en que empieces a creer- 
Thomas escucha, sujeta a Eco por la cintura. -nunca encontré a Jesús, pero tú me has convertido en un creyente- le susurra al oído después de morder su ereja. Eco empieza a reír mientras Thomas da besos seguídos por todo su cuello y mejílla. 








 




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