No debí contarte mis imperfectos
ni lo que me atormentaba,
porque en vez de luz fuiste un relámpago
que sobre mí se posaba.
No debí confiar en ti
ni en tus frágiles palabras,
porque con el tiempo me di cuenta
que eran palabras vanas.
No debí creer en tu amor
ni en la dureza de tus sentimientos,
porque eras un simple mujeriego
que buscaba un triste sustento.
Te confié mis temores,
me aferré a tus palabras,
pero todo era mentira
y tú no valías nada.
No debí amarte
con la fuerza de siete vientos,
porque al momento de dejarte,
mírame que triste cuento.