Cartas de mí, para mí

II

Jueves 25 de mayo de 2023

 

La esperanza muere hasta que uno se deja vencer.

 

A pesar de los altibajos de la vida, uno no debe dejarse vender por los malos momentos, ni por las personas que te quieren hacer sufrir. 

La resiliencia realmente no era una palabra de la cual conociera su significado, pero, a partir de lo que mis propios actos, el karma o el destino, o lo que sea que ha provocado que viviera esos momentos de infinita tristeza, temor, angustia, decepción y desprecio hacia mi persona; he entendido la necesidad de salir a flote de mis propios demonios, de levantarme y anteponerme a las consecuencias de mis actos para darle frente a lo que me espera. No es fácil, ¡claro que no lo es! Pero, aun así, día con día trato de ser lo mejor de mí, de recordar los motivos por los que estoy aquí y por los que quiero ser alguien en la vida, de luchar y ser mejor, porque se que puedo ser la mejor en lo que yo quiera, y eso, ese sentir, esas ganas, esa fuerza, ese sentir, nadie me lo va a quitar porque me tengo a mí.  

Mi mentalidad siempre fue la de una persona "negativa", aquella que siempre ve el vaso medio lleno en la cual no cabe la posibilidad mínima de que la esperanza invada su ser. Para mí, ser "realista" era lo más correcto y lógico de hacer, esa era mi palabra, ante todo, la cual ocultaba mis más inocentes y reales ilusiones, metas, sueños, anhelos...

Pero vaya que la vida da vuelvas, un día eres un ogro en un mundo donde las personas viven de sueños y aspiraciones, y para el otro ya eres un ser que necesita desesperadamente del positivos, el cual pueda entrar por todo tu cuerpo para que te quite esa sensación de ahogamiento y desesperación. Tan desesperada me sentí que necesitaba de algo de lo cual aferrarme, necesitaba ver el vaso medio lleno ante la situación tan desalentadora en la que me encontraba.

La gente cambia, no porque quiera, sino porque sus actos los lleva a ver el mundo diferente, a reflexionar sobre su propia vida y hacia donde los está llevando. Lastimosamente son nuestras decisiones equivocadas las que nos hacen cambiar, ofreciéndonos dos caminos: el seguir nuestra vida tal y como la estábamos llevando, o modificar nuestro pensar y reflejarlo en nuestro actuar, porque de nada sirve solamente pensar en que nos haría bien actuar de otra manera si al final del día seguimos en las mismas.

Hay que ser fuertes, por nosotros, por los que amamos y por aquellos sueños que queremos hacer realidad.

La fuerza está en nosotros, y en nadie más vamos a encontrar todo ese amor, apoyo y consuelo más que en nosotros mismos.




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