Abrazos, besos, felicitaciones enérgicas, palmadas en el hombro y demás cosas que realmente no recuerdo en este momento, me parecen un tipo de formalidad en general, vacío. Es como si fuese una ofensa el no expresar esas felicitaciones insulsas, cuando la verdad es, que no sienten ni la cuarta parte de lo que dicen. Al contrario, estoy seguro que hacen un sacrificio para poder expresarlo.
Me parece mucho más realista el que digan “!Al fin se graduó este idiota! Ya creía yo que no lo lograría”. O, por lo menos, eso aplicaría para mí.
Dije que no soy sentimentalista, y es cierto, hasta a mí me sorprende que la situación y los hechos hayan podido tocar mi “lado sensible”. No lo esperaba y mucho menos el escuchar decir a alguien: “¿Qué? ¿Por qué esa cara? ¿Estás triste porque te graduaste?”. Fue vergonzoso y humillante el hecho de ser descubierto.
Se supone que nadie debería sentirse así en un momento como este; o eso es lo que dicen los adultos. ¿Pero, con qué moral ellos pueden decir algo si también han pasado por lo mismo? La diferencia es que ya olvidaron esa adrenalina causada por el terror del “¿Y qué voy hacer ahora?”
Es frustrante que no entiendan. Quizás los padres tienen complejo de aves al hacer que sus crías emprendan vuelo de manera obligatoria y antes de tiempo.
Claro que, hay personas que no sienten nada de esto y están verdaderamente felices de largarse de este sitio. Posiblemente algunos son porque tienen la vida asegurada, o ya poseen una universidad a la cual ir, o serán mantenidos eternamente por sus padres, u obtienen el dinero suficiente como para no preocuparse por nada, o simplemente, no les importa su futuro.
Y entonces, ¿Qué hacen las personas que no cuentan con esa seguridad o esa falta de interés en el por venir? A lo mejor nadar ciegamente por todo el océano en busca de tierra fértil, supongo, ¿No?
Sigo escuchando tu voz del pasado mezclada con la bulla y la música del auditorio. Una vez me advertiste que no fuera tan arrogante con mis palabras anteriormente dichas de: “Espero largarme pronto de esta mierda, ya no soporto este lugar” y que estarías preparada en cualquier momento para decirme “te lo dije” cuando me diese cuenta que el deseo que pedí, realmente no era algo que quisiera. Y aquí estoy, en la salida, preparándome mentalmente para lo que dirás y el cómo lo harás.
Preparándome mentalmente para poder ser capaz de dar un paso más allá del lugar y seguir adelante sin quedar estancado entre los remordimientos del pasado y las lamentaciones del futuro.
Preparándome mentalmente para persuadirme de que puedo dar lo mejor de mí ante el mundo y que solo estoy haciendo un berrinche de niña mimada.
Preparándome mentalmente para decirle adiós a todo o posiblemente un “nos vemos”. Para desentenderme de todas las cosas que me atan a este lugar. Para dejar y olvidar sin mirar atrás, y poder recordar nostálgicamente con alegría algunas cosas sin necesidad de paralizarme en el camino.
Sí, me he dado cuenta que no he madurado y que tampoco deseo que se haga realidad. Pero al fin de cuentas igual tendré que hacerlo. Porque no lo decido yo, ni mi familia, ni mis amigos o nadie particularmente en específico.
Sera la vida, o el destino, o el universo, o la fuerza del mundo, o Dios, o yo mismo, quien me enseñe como superar las dificultades de mi propio mundo en el futuro lejos de aquí.