"Me gustan tus ojos, por que en ellos puedo perderme tal cómo lo haría en un bosque.
Tus ojos son cómo un pantano, verdes y peligrosos.
Tú sonrisa es tan blanca cómo la nieve, no, no, tu sonrisa es única, no puedo compararla con la nieve."
Atte: E.
Terminé de leér la carta que se encontraba en mi casillero y sonreí torpemente, ese chico me sacaba sonrisas y suspiros, ¿Quién podría ser? Ya era la cuarta carta que recibía de él, pero no nomás eso, también me dejaba una rosa de diferente color, suspiré nuevamente.
—Ese anónimo si que te tiene enamorada–eschuché la voz de Noah.
—¿Y cómo no si es tan romántico?–suspiré.
—¿Pero y si es un viejo?–dijo pensativa y yo reí.
—Noah, no puede ser un viejo–me convencí a mí misma—. Sí lo fuera ya lo hubiera sabido, ¿No crees?
—Bueno, eso sí, pero ¿Y si lo es? Tú eres una chica guapa, y casi la mayoría de los profesores les encanta tu cabello.
—¿Y por eso crees que uno de ellos es mi "anónimo"? Noah, ya alucinas–me reí mientras miraba por sobre su hombro, rodé los ojos al percatarme de quiénes estaba recargados contra sus casilleros cómo si fuesen "Bad Boys"
—Haber, déjame ver, dices que siempre firma con una "E".... Ah, ningún profesor tiene una "E" al principio de su nombre....
—Pues no.
—Déjame ver, oh–abrió la boca dramáticamente—. Ya sé quiénes podrían ser los sospechosos, Delaia.
—¿Ah sí? ¿Quienes según tú?–cerré mi casillero y la miré.
—Mira, está el principal, que es Elías, un chico alto, flacucho, cabello castaño claro y ojos avellana, piel clara, muy pocas veces he hablado con él, ya que es tímido...–se quedó pensando—. También está Eliot–y ahí va—. Alto, musculoso, capitán del equipo, cabello negro, ojos azules, piel pálida pero perfecta, hermosa sonrisa...
—De patán–interrumpí yo.
—Cállate la boca–me regañó—. Bueno, seguimos, está él, pero también podría ser su hermano, Ethan, alto pero no musculoso, cabello negro y ojos azules cómo los de Eliot, esta en clase de danza, y ama leér ¿A qué chico le gusta leér? Bueno, él es otro en la lista.
—¿Cuál lista?–interrumpí nuevamente a Noah.
—Calla. Está también Elián, ufff, alto y musculoso, bronceado y sexy, nalgon, mano derecha de Eliot, pero es el más guapo y sexy, cabello castaño claro y ojos verdes con un toque de azul, salvaje en los entrenamientos y una sonrisa que te moja las bragas.
—A tí, a mí no–rodé los ojos, y sí, él y Elio se encuentran a unos metros de nosotras recargados en sus casilleros, Eliot está fumando un cigarrillo mientras que Elián está mirando su celular.
—No te hagas la mensa, bien sabes que son sexys, y calientes–me mira—. Puede que uno de ellos sea quien te escribe esas cartas y te deja una rosa cada día.
—Yo descarto que sean ellos, son patánes–le le señalo con la cabeza donde ellos están.
—Bueno, Eliot sí, pero Elián, a él no se le ha visto salir con ninguna chica de aquí.
—Me da igual, tal vez puede ser Elías.
—Oh podría ser Ethan, ya vez, es el hermano menor de Eliot y cómo le gusta leér puede que de eso se inspire para escribirte cartas de amor–casí gritó lo último, llamó la atención de Eliot y Elián, ahora nos miraban atentos.
—¿Puedes, por favor no hablar tan fuerte?–dije empezando a caminar, no quería tener las miradas de esos dos idiotas en nosotras.
—Ay, perdón–caminó conmigo Noah, pero tragó saliva cuando pasamos frente a los dos idiotas.
—Bonita rosa, Delaia–dijo Elián con su voz ronca y profunda, miré la rosa que traía en la mano, luego lo miré y dije.
—Lo sé–y jalé a Noah para que caminara conmigo, bajamos los escalones de la escuela y al llegar al lado de su auto soltó todo el aire que se guardó.
—¿Pero?... ¡¿Él sabe tu nombre?! ¡Oh dios! ¡Él sabe tu nombre!–gritó y rodé los ojos.
—No es para tanto, Noah–le arranqué las llaves de su auto y abrí el lado del copiloto para subirme, aventé mi mochila a los asiento traseros y Noah subió rápidamente del lado del conductor.
—Te habló, Delaia, te hablo maldita sea–habló tratando de procesarlo cómo si fuese algo difícil.
—Ajá, ¿Y? No es para tanto, ya te dije, es solo el estúpido de Elián–me coloqué el cinturón de seguridad.
—¿Pero estás estúpida? Es Elián, papasito caliente moja bragas Elián–se tapó la cara en forma exagerada—. Dijo tu nombre.
—Ajá, y también "bonita rosa"–rodé los ojos—. Eso sonó muy estúpido, es cómo si estuviera burlándose de que me dieran una rosa, Noah.
—Oh quería sólo hablarte–habló pícara.
—Ya. No es cierto, solo busca a quien molestar, punto. Se acabó la discusión.
—Pero si no estamos discutiendo–arrugó las cejas.
—¿Me vas a dar un aventón a casa, verdad?–cambié de tema rápidamente.
—Ajá sí, tú, cambia de tema, pero sí, ya sabes, yo te llevo a casa–encendió el auto.
—Gracias, por eso te amo–la abracé y le di un beso tronado en la mejilla.
—Pero si tú amas solamente las donas de chocolate–rió y reí con ella.
Puso en marcha el auto y salimos del estacionamiento de la escuela sin siquiera percatarse que aquél chico alto la miraba desde lejos.