Casada Con Mi Jefe. Saga: New York City N° 1

Capítulo 8

Cuando sus labios se encontraron con los míos, todo cambio, era un beso exigente pero lento, era más bien de seducción lenta, el roce de su lengua con la mía provoco que músculos que jamás había notado se contrajeran, como si mi cuerpo anticipara algo más.

Poco a poco sus labios abren los míos para adentrar su lengua a mi boca, entrelazando nuestras lenguas que se mueven a un ritmo lento pero contundente.

Espero hacerlo bien porque de lo contrario moriría lentamente por la vergüenza.

Sus manos sueltan mis muñecas, acaricio su duro pecho y hombros fuertes para reposarlas en su nuca acercándolo más a mí. Posa sus manos en mis caderas pegándolas a las suyas mientras sus manos acarician mi vientre de forma decidida vientre comenzando a ascender hacia mis pechos, rozándolos con sus dedos, mi abdomen se contrae, las yemas de sus dedos solo rozan en partes delicadas que se estremecen, en toda mi corta vida jamás he experimentado o por lo menos imaginado que esto se sentiría tan bien, simplemente es impresionante como un beso hace reaccionar a mi cuerpo.

Aun sobre la ropa sus caricias despertaban algo en mí que jamás me imagine sentir, por primera vez me sentí una mujer completa.

Pero ese sentimiento fue como una alerta en mi cerebro.

¡Aléjate Paige!

—Espera—dije, logrando al fin apartarme de el— Yo no...Yo no puedo...— mi respiración entrecortada me delata y condena al darme cuenta que no tengo resistencia contra lo que deseo. Él coloca su frente contra la mía, mirando esos increíbles ojos negros al fin pude articular — no puedo hacer esto.

— ¿Por qué?— me pregunto en un susurro— sé que tú también lo deseas Paige, ¿por qué no dejarnos llevar y acabar con esta tensión sexual entre nosotros?

—Porque eso complicaría todo, yo no...No puedo, lo siento— le dije mientras me apartaba y arreglaba mi vestido.

—Está bien, será a tu manera, pero no entiendo tu aversión ante esto

—Simple y sencillamente prefiero mantener las cosas separadas, si nos involucramos en este sentido todo sería peor.

—Está bien acepto tus términos— se levanta colocando nuevamente esa mascara de frialdad que maneja en la empresa, suspiro — ¿Era todo lo que querías hablar conmigo?

—Si… eso era todo— respondo confundida por sus extrañas reacciones.

—De acuerdo, entonces me retiró —toma todas sus cosas, sin dedicarme ninguna mirada sale de mi departamento dejándome con más dudas sobre esta situación.

Y como tratarlas sin que me aturda.

**************************

Al salir del edificio, me siento tan furioso conmigo que no puedo evitar soltar una grosería tan obscena que hubiera asustado a cualquiera que la escuchara.

Un sofá.

Un maldito sofá.

Casi la tomo en un sofá, por muchas cosas que se digan de mí, nunca me ha dejado llevar como un tosco adolescente y el hecho de que Paige despierte en mí un deseo que lo lleve a perder el control; no es lo mejor dadas las circunstancias.

Él no es una persona muy emocional, pero se está comportando como uno, se juró jamás volver a sufrir, ni hacer sufría a los demás, el lleva la sangre del que se hacía llamar mi padre.

El mismo que le dio la vida a él, y se la quitó a su madre; sé que soy un monstruo de nacimiento y ni la señorita Evans ni nadie lograría reformar.

**************

Esa noche fue de las más largas de mi vida, pensar en las palabras de Alexander solo me llena de tristeza, sé que este matrimonio es falso, pero fingir ante el mundo y de puertas a dentro sin que nadie nos fotografié o controle solo vamos a ser unos totales desconocidos me preocupa no poder sobrevivir a la tensión que implica todo esto.

En la mañana con mala cara y para nada descansada llegue a la empresa como de costumbre salude a todos con una sonrisa amable para dirigirme a mi oficina para comenzar a trabajar.

—Paige, que bueno verte —Olivia aparece en mi campo de visión antes de ingresar — toda la tarde de ayer han estado hablando de diversas revistas sobre una agendar alguna entrevista. Están ansiosos de hablar contigo y con el señor Ambrosetti.

¿Qué?

— ¿Para qué quieren una entrevista conmigo?

—Es por tu compromiso, todos quieren saber cómo conseguiste reformar al gran Alexander Ambrosetti.

¡No puede ser! ¿Acaso la prensa no tiene algo más importante que hacer?

—Por favor comunícales a todos esos periodistas que no tengo tiempo para contestar sus preguntas o tener una entrevista con ellos.

—Está bien, por cierto ya nos entregaron los materiales para el escaparate que ordenaste.



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En el texto hay: matrimonio, romance, amor

Editado: 10.01.2020

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