Paige se sentía tonta, era obvio que él no lo decía en ese sentido; pero claro ella siempre entendiendo todo mal.
Se dirigió hacia la habitación, al entrar escucho la ducha encenderse, y se encamino al vestidor, escogió un vestido amarillo veraniego, era el indicado para el día.
Se sentó en la cama esperando a Alexander. Se quería disculpar con él por lo que dijo, ella se sentía mal; ¿Cómo pudo pensar que el la vería de esa forma después del regreso de Alisson? Al lado de la señorita Keller ella resultaba…insípida.
Cuando Alexander salió del baño encontró a Paige en la cama sumida en sus pensamientos. La ignoro y camino directamente hacia el vestidor dispuesto a cambiarse, dejo caer la toalla pensando que Paige habría entrado directamente al baño mientras sacaba unos bóxer.
Pero estaba equivocado.
Ella se encontraba en la misma posición, paralizada por la vista de su prometido desnudó, ella jamás ha visto a un hombre desnudo, y menos a uno tan guapo.
Su espalda ancha y sus caderas simétricas la dejaron impresionada, había visto la espalda de otros hombres pero los músculos de él…eran impresionantes, en el instante que vio que se daría la vuelta, dejó de admirarlo corrió hacia el baño.
Alexander se vistió de forma rápida y salió a esperarla para su recorrido por la mansión.
Ella trato de serenarse lo más posible mientras se duchaba; tenía miedo de verlo y que sus ojos reflejaran que lo había visto desnudo.
Cuando salió del baño; Alexander un se encontraba en la habitación, trato de no alterarse ante el hecho de estar solo en toalla.
El no dejaba de ver a la hermosa mujer que tenía frente a él, la toalla que se encontraba enrollada en su cuerpo no dejaba mucho a la imaginación; las cimas de sus senos se alzaban orgullosas sobre la toalla, y seguía su camino pasando por una estrecha cintura hasta apretarse en sus caderas.
Ya que la toalla no era muy larga solo le tapaba un tercio de sus muslos dejando a su vista unas piernas esbeltas. No pudo evitar que su cuerpo reaccionara ante las vistas.
—Emm...mm. Yo...necesitó cambiarme— dijo ella observándolo.
—Está bien, te esperare afuera— Alexander se colocó en pie y se retiró de la habitación para darle mayor privacidad.
Paige se cambió rápido con el conjunto que había elegido, se peinó su cabello y lo amarro en una cola.
Al salir, Alexander se encontraba apoyado en la pared esperándola.
—Vamos, empezaremos el recorrido desde esta planta.
Él tomó su mano y la guio hacia las diversas habitaciones y salas mostrándoselas.
— ¿Estás seguro con que mi hermano se quede en tu casa?— le preguntó ella dudosa. Quería saber si solo había aceptado por Grace.
—Claro que sí, es el único miembro de tu familia que vendrá a la boda. Pero tengo una duda ¿Él le ha dicho a tus padres sobre esto?— pregunto.
—No, le he pedido que no lo hiciera, les he hablado una infinidad de veces para invitarlos pero no contestan; si no quieren saber nada de mí no se merecen estar en mi boda— aseguro enojada.
—Estoy de acuerdo contigo; sé que son tu familia pero no se han comportado de esa forma.
Solo le sonrió a forma de agradecimiento y siguieron el recorrido, le mostró las habitaciones de huéspedes y la habitación donde dormirá Jason.
En la planta baja vieron la sala, la biblioteca, el recibidor y por último el despacho.
Este último era todo lo contrario a su oficina en la empresa. Ahí su escritorio era de madera de roble con detalles hechos a mano en los soportes, estaba de espaldas a un ventanal de techo a suelo que era al mismo tiempo puerta, que daba a una pequeña terraza con vista al jardín, poseía una escalinata para bajar directamente al sendero.
Adentro poseía además de su silla un sofá de tela negra, y una chimenea. Es una extraña combinación pero a su diseñadora interior le encanto el contraste entre temáticas y colores.
—Este lugar es muy armónico— dijo alegre Paige.
—Me alegra que una diseñadora de tu altura me lo diga— agradeció con simpleza.
Ella siguió observando la decoración hasta que reparo en un recuadro colocado sobre la chimenea, en él se observaba a una mujer joven, de cabello castaño, muy hermosa por cierto.
—Es mi madre— le dijo Alexander al ver que observaba el retrato. Ese retrato lo mando a hacer hace años atrás, él quería tener un recuerdo de su madre así que escogió su foto favorita y mando a hacer un retrato con él.
—Era muy hermosa— Paige no sabía que más decir. Ese es un tema delicado para Alexander.
—Lo sé— Ha Alexander le gustaba eso de ella; que no preguntara por su pasado. Ella conoce sus límites en ese sentido y no los traspasa— Ven, continuemos con el exterior.
Salieron por la puerta-ventana hacia el jardín, él le iba explicando los motivos por los cuales compro la mansión y el principal era que el jardín era hermoso, muy bien cuidado.