Antonio
—¡Taxi!
—¿Qué haces? —Veo a Beatriz levantando la mano para detener un taxi.
—Vamos al aeropuerto. —El taxi se para a un lado de la calle y Beatriz se apresura a abrir la puerta.
—¿Al aeropuerto? No, no lo siento. —Me doy la vuelta dispuesto a alejarme de esta mujer y toda su locura, la cabeza me punzaba de tanto pensar. No era posible lo que estaba pasando y esta gente solo quería jugar con mi cabeza.
—¿Qué estás haciendo? ¿A dónde vas? —Beatriz se regresa a mi dejando la puerta del taxi abierta.
—A mi hotel. —Comienzo a caminar, Beatriz me sigue apresurada por tratar de mantener mi ritmo.
—¿Vas a hacer que esto no paso?
—No, no, no lo sé.
—No, tienes derecho a confundirte, ¿no escuchaste lo que dijo esa mujer? Tenemos que detenerla, tenemos una responsabilidad, tu y yo, desconocidos que harán algo que impactaran a otros desconocidos.
Me detengo y me giro para verla.
—Yo te dije que solo iba a escuchar y escuche, y escuche suficiente. Es mentira Beatriz, todo es mentira, esa joven inestable nos a contaminado con su delirio. Una persona inestable después de una separación, ella suena convincente, pero nadie puede crear un virus inspirado en un libro por favor y nadie puede sacar un virus de un laboratorio como ese. Así comienza las conspiraciones, toda. Alguien miente, alguien cree, súmale ego y no admitir que estas equivocado y el miedo, esa es la fórmula que nos contamina a todos en este momento y hemos visto en donde termina.
—Tu estuviste ahí. Escuchaste todo, la grabación de María, lo que yo viví, incluso mi tatuaje es real, ¿eso no significa nada para ti?
—¿Has escuchado hablar de los recuerdos falsos? el síndrome de la memoria falsa. Lo estudie cuando tuve mi problema con mi memoria, puedes hacer que una persona recuerde incluso vívidamente algo que nunca le sucedió, esta estudiado. —Sigo caminando Beatriz se queda parada, pero escucho lo que dice detrás de mí.
—Veo que lo que tienes es terror a la verdad. —Me detengo y la encaro de nuevo.
—¡Le tengo terror a la locura! y le tengo terror a la ignorancia. Creo que la mayoría de las cosas inexplicables tienen explicación. Creo que, si llegamos a la luna, la tierra es redonda y hay explicaciones matemáticas y probabilidades no hay nada mágico. Es que somos muchas personas, siete punto ocho billones de personas. ¿Sabes cuantas se están cortando el cabello? y ¿haciendo tatuajes de alas en este momento?, miles...no, ok una sola persona, tú y el personaje de Beatriz hicieron algo que es lógico frente a una crisis, cortarse el cabello lo hace todo el mundo...todos. Cortarse el cabello y tatuarse, aunque no lo creas es muy común en una crisis. Tatuajes de alas, bueno lo primero que se me viene a la mente es lo más sensato, eso o que una escena de una historia de un libro de ficción viajo hacia el pasado se metió a su mente y te hizo cortarte el cabello, hacerte un tatuaje y desmayarte en un baño. Y sobre esa mujer, ella misma lo confeso. leyó el libro. Por amor se puede hacer o decir cualquier cosa y ese frasco, ¿de verdad vas a poner en tu sangre algo que te dio una desconocida que acaba de dar un discurso que, sin ofender, era para internarla? Beatriz lo siento... apenas se quién soy yo, no me pidas que salve el mundo cuando ni siquiera sé cómo salvarme a mí mismo, ni siquiera creo que eso sea posible. Elijo no creer, somos muy improbables, pero no necesitamos un universo alterno para explicar nuestra vida, perdona si te he decepcionado no soy Pedro Roiter.
Me doy la vuelta sin esperar respuesta de Beatriz, no necesito esto en mi vida. Todo paso muy rápido y sentía que estaba perdiendo la cabeza, si continuaba con esta locura acabaría internado en un hospital.
Regreso al hotel lo más rápido que puedo para poder descansar. Me quito el abrigo y lo dejo junto con las llaves en la mesa. Tomo un vaso con agua recostándome en la cama pensar en que debo hacer.
¿Debería irme en este momento? ¿Por qué a pesar de elegir no creer siento que algo está mal? Una parte de mi cree que fue mala idea dejar a Beatriz sola, pero otra, la parte lógica me dice que estoy haciendo lo correcto al alejarme de esa gente.
Cierro los ojos para relajarme un poco cuando el teléfono de la habitación suena, por un momento pienso en no responder, pero finalmente de mala gana tomo la llamada.
—Diga.
—Señor Carreón, el señor Gaspar Marín lo espera abajo.
—¿Qué? —Me levanto de golpe en la cama. No era posible.
—El señor Gaspar Marín lo está esperando en el Lobby.
Esto tendría que ser una puta broma. Tenía que detener esto y dejarles claro que me dejen en paz de una buena vez.
Bajo apresurado al lobby cuando veo a un hombre bajo y que lucía claramente nervioso. El hombre me ve y se acerca a mí.
—Antonio Carreón supongo.
—¿Beatriz te envió? Mira dile a esa mujer que...
—No, nadie me envió, yo vine por mi propia voluntad. Cruce el atlántico solo para tener esta conversación. He hecho un esfuerzo, soy un poco temeroso y entenderá que este no es un buen momento para venir Europa.