Casualidad O Causalidad

CAPITULO 16: AQUÍ SEGUIRÉ

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Todo en esta vida se repite, no de la misma manera, pero si en circunstancias similares. Cuando no cierras bien un ciclo que has vivido, regresa a ti para poder encontrar su final. La vida tiene sus altos y sus bajos; por tanto, al subir un peldaño asegúrate de ir dejando almohadas en el camino, para que al caer no sientas el golpe.

Los pesares que enfrentamos pueden debilitarnos, pero esfuérzate por superar todo aquello que te detenga, recuerda que, al final de la tormenta vuelve a salir el sol.

 

- “Solía pensar que lo peor de la vida es terminar solo… No, no lo es; lo peor de la vida es terminar con gente que te hace sentir solo”.

Robin Williams

 

Había pasado un año y aún no despertaba. Mi batalla por continuar en este mundo, seguía siendo la más dura que había enfrentado. Anhelaba seguir viviendo, pero mi cuerpo aun no reaccionaba… Mi cerebro no enviaba la orden de despertar.

Por su parte, Ryan sentía mucha más vitalidad, sus heridas habían sanando y asistía a terapias en el hospital para poder recuperar la movilización de su pierna y demás partes del cuerpo que, se había fracturado. Él y sus padres, seguían visitándome en el hospital.

Durante todo ese tiempo, todos estuvieron unidos, apoyando a Ryan en su proceso de recuperación y deseando que, pronto me despertara de aquel coma que, parecía ser eterno.

 

-Buenos días… Acabo de observar a Sara. Aun no reacciona, pero sus signos vitales se encuentran en un muy buen estado. Debemos seguir esperando.

-Pero doctor, ya ha pasado mucho. -Dijo mi madre preocupada.

-El cuerpo humano es la maquina por perfección; algunos hacen sus procesos más rápidos que otros, pero hay unos más fuertes que sus semejantes… Tal parece ser el caso de Sara… ¡Lento, pero fuerte!

- ¿Eso es bueno? -Inquirió Ryan.

-Todo tiene sus pros y sus contras. Ahora si me permiten, debo retirarme. -Dijo el doctor, mientras se marchaba.

 

Al día siguiente, mis dos hermanas, Ferchito, Ryan y sus padres, se encontraban charlando amenamente en la sala de esperas, olvidando por un momento cual era la razón de tragedia por la que se encontraban allí. De repente, las alarmas de la Uci empezaron a sonar.

 

“Unidad de cuidados intensivos, alerta inmediata, unidad de cuidados intensivos, alerta inmediata. Se solicita a todo el personal de Uci o cualquier médico que se encuentre disponible, se acerque inmediatamente. Unidad de cuidados intensivos ¡Alerta, alerta! Se solicita al personal que se encuentra en Sala de esperar, por favor marcharse”.

 

-Debemos irnos. -Afirmó Ferchito.

 

Todos se alteraron nuevamente, pensaron que algo grave estaba sucediendo y rogaban porque no fuese a mí a quien le estuviese pasando una emergencia. La zozobra invadió el lugar, pues mi familia solo veía a los médicos correr de un lado a otro, y no era para más ¡Se trataba de vidas! Había que socorrerlas.

 

- ¿Qué pasa? ¡Quiero ver a Sara! -Gritaba mi madre. –Ella no es la que necesita ayuda ¿¡Verdad!?

 

Luna y Bella intentaron calmarla, pues en ese estado, no lograría ganar ventaja de la situación. El ambiente tenso, lograba hacer que los allí presentes se alteraran mucho más, por lo que vinieron los vigilantes del Hospital a tratar de calmar a la gente, logrando que todos se marcharan de la Sala de espera hacia distintos sectores del lugar.

Quienes esperaban por mí, habían ido a los balcones de la cafetería; las montañas y el delicioso olor que emana la naturaleza, irradiaban serenidad. Ellos confiaban que Dios estuviese cuidando de mi vida.

 

- Familiares de Sara Rendón, son solicitados en sala de espera por el doctor Milán. -Una y otra vez, decía esa voz que alertaba a todo el hospital.

-Solo ruego a Dios que a mi niña no le haya pasado nada. -Sollozaba mi madre.

 

Al llegar a la Sala de espera de Cuidados intensivos, encontramos a una familia envuelta en llanto y tristeza, pues se había muerto el ascendiente mayor de esa generación… un hombre que fue hijo, hermano, padre, tío, sobrino, amigo, abuelo y bisabuelo… Un hombre que por la fuerza con que emanaban las lágrimas de sus familiares, se podía deducir que los había hecho muy felices en vida. Esa era la razón por la que minutos antes, habían estado sonando las alarmas de la Uci, alertando a todo el personal que se encontraba allí presente.

 

El doctor nos miraba fijamente y de repente, una sonrisa se dibujó en su cálido rostro.

-Familiares de Sara Rendón. -Pronunció ligeramente.




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