Hoy le daremos la bienvenida a Hannah, va a formar parte de nuestro equipo, Marlyn y yo preparamos comida, mientras los demás arreglan su nueva habitación y ordenan la casa. Solo espero que se adapte, porque yo más que nadie se cómo es venir a vivir con unos completos desconocidos y tratar de llevarnos bien, aunque no fue difícil, ellos son amigables.
—Ya vienen Ryan y Wesley con la chica—dijo Darío.
Mientras bajan la escalera, he tenido un flashback de mi primer día, bajé esas escaleras detrás de Wesley, el todo frío y distante y yo incomoda porque todo era nuevo para mi. Así mismo estoy viendo a Ryan con Hannah y sé que se va a repetir la historia porque le acabo de leer la mente a Ryan. Le gusta, siente mariposas en el estómago cuando ella sonríe.
—"Te gusta ¡eh Ryan!"—el casi se tropieza bajando las escaleras y yo rio.
—"¡Loca! casi me mato por tu culpa"—sonreí, está rojo como un tomate.
—"Te gusta, te descubrí picaron"—me fulmina con la mirada.
—"Pues sí, si me gusta, pero no le puedo leer la mente"
—"¿De verdad? Yo si se la acabo de leer ¿Por qué tu no? Eso es extraño...espera yo tampoco se la puedo leer a Wesley"
—"Es porque es el amor de tu vida"—ambos miramos a Cecilio—"la persona que está destinada a ti, no le podrás leer la mente, porque su corazón dice lo que siente por ti"—no entendí nada, solo entendí que es porque es el amor de mi vida y eso me hace feliz.
—Hola Hannah, bienvenida—Cecilio le ofreció la mano.
—Mucho gusto soy Marlyn, eres muy linda—la abraza.
—Darío, un gusto—le extiende la mano y le da un beso en la mejilla.
—Hola, me llamo Jason—se saludaron con un beso en la mejilla y la expresión de Marlyn cambio a seriedad.
Reí porque en su mente está diciendo "ya verás ahora, niño bonito"
—Hola Hannah—la abrazo—me alegro de que formes parte de nuestro equipo—sonrió.
—Gracias Aura...—nos separamos—gracias, espero llevarme bien con todos.
—Chicos, lamento arruinarles la fiesta, pero hay un caso importante que atender, Hannah no sé si quieras escuchar para que te vayas adaptando—asiente—bueno esto es en el estadio de la Universidad Roger Blank, dicen que hay actividad paranormal desde hace un tiempo impidiendo que los chicos jueguen sus partidos—se levantó—es hora de ir.
—Cecilio—Hannah llama la atención de todos—¿esa universidad no cerró hace un año? —dijo frunciendo en ceño—lo digo porque yo vengo de allá y no recuerdo que en esa universidad pasara esas cosas—nos sorprendimos.
—¿Qué está pasando?—agrego Darío desconcertado.
—No sé, pero habrá que averiguarlo—camina hacia su oficina—prepárense nos vamos en dos horas—desapareció por la puerta.
—Hannah ¿Por qué esa universidad cerró?—le pregunta Wesley con seriedad, incomodándola un poco. Se aclara la garganta.
—Cerró por falta de fondos, la universidad estaba en quiebra, además de que yo le daba mala reputación por rumores de que yo maté a personas y esas me seguían; y miles de historias más. Me echaron de la universidad, pero no fue por esa razón, fue porque ayudé al antiguo director de la universidad que fue asesinado por el actual director que en ese tiempo era el subdirector. Ese subdirector sabía que yo me enteré de que estaba en actividades ilícitas y me expulsó, pero todo salió a la luz y como el dinero no se recuperó la universidad cerró.
—¡Vaya!—dijimos todos.
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Ya estamos todos en camino, no voy a negar que tengo esa sensación de que algo va mal, veo a todos y están igual que yo.
—¿Por qué tienen esas caras?—pregunta Cecilio.
—Es que es extraño ¿no crees?—responde Ryan.
—Sí, pero es trabajo y hay momentos en los que tenemos que arriesgar nuestras vidas—Cecilio siempre tan calmado, no sé cómo ser siempre así—ustedes solo concéntrense y no dejen que nada les pase.
Llegamos a la universidad y es increíblemente grande, además de que no hay ni un alma literal, porque hay fantasmas en todos lados; hablo de humanos de carne y hueso, no hay ninguno.
Comenzamos a caminar por el campus hasta llegar al estadio de la universidad y las luces están encendidas como si nos estuvieran esperando.
Entramos y vaya sorpresa la que nos llevamos, hay muchas personas, nos doblaban en cantidad; todas vestidas de negro.
—Son los Zabat—dijo Wesley frunciendo el ceño molesto, al igual que todos los demás.
De pronto todos voltearon a vernos y una sonrisa maligna se asoma por sus rostros, se abren paso permitiendo que una persona camine hacia nosotros, cuando logro verlo bien no lo puedo creer lo que veo.
Es Jean, que con una sonrisa malévola, nos saluda.