Cegados por una mancha de sangre

1. Christine. -"Un paso más y verás a tu creador"

—Te lo ruego, No le hagas ningún daño a Matthew, por favor.— Anna está arrodillada e implorando que no le hiciera nada malo a su amado. Alrededor había personas que nos miraba con curiosidad ¿A quién se le ocurre arrodillarse en medio de la calle? 

—Bueno, bueno. —Dije rápido para que se levantara de una maldita vez y dejara tanto drama.

—¿Lo prometes? — Al decir aquello me llevé las dos manos atrás, crucé el dedo índice con el medio y dije:

—Lo prometo —Anna saltó de alegría y se acercó a mí, retrocedí—. No me toques, me arrugo.

Ella sabe muy bien que no me gusta el contacto físico.

Seguimos nuestro camino, una cuadra antes de llegar visualicé a dos policías en la entrada, me reí al recordar lo que le hice a Erika la semana pasada... Esa perra se lo merecía. Me sorprende que ha pasado tanto tiempo y no han encontrado su cuerpo.

—Buenos días. — Le dije a un oficial con toda la amabilidad del mundo, el contrario esbozo una sonrisa y me devolvió el saludo. Anna arqueaba una ceja.

—Han colocado más seguridad después de que Erika desapareciera —Dijo Anna algo sorprendida-. Me pregunto... ¿Quién lo habrá hecho?

Ella sabe muy bien quien lo hizo y porque, rodé los ojos y me encogí de hombros. La ignoré y seguí mi camino. Llegamos a los pasillos, había muchos chicos hablando entre risas.

—Qué bullicio. — No podía ni escuchar mis pensamientos, camine rápido a mi salón de clases; que está en el piso siguiente. Anna me seguía con la cabeza agachada, cuando iba a subir el primer escalón todos se callaron, mi mirada se dirigió a Anna. Ella estaba mirando a la puerta al igual que todos los demás, al ver quién era el que había entrado no me sorprendía ni un poco. Es el mismísimo Matthew Walker.

Todas las mujeres lo devoraban con la mirada, incluyendo a Anna. Mire preocupada a Anna; ella es mi mejor amiga y no quiero que sufra por un imbécil. No es gracioso ver a tu amiga ilusionarse por un idiota.

La tomé del hombro, está reaccionó y esbozo una sonrisa apenada.

—Vayámonos. —Anna asintió y nos fuimos al segundo piso.

Al llegar al salón todo era un desmadre; había chicos sentados arribas de los pupitres, las chicas se estaban pintando las uñas y todos hacían ruido ¿Cuándo podré tener un día en paz y en silencio en este maldito instituto? Suspiré y me dirigí hacia mi silla que está al fondo; Anna se hace al lado mío.

Matthew entró al salón y todo quedó en silencio ¿Que tiene ese idiota que lo hace tan especial?

.

.

—Christine ¿No puedes cambiar tu expresión a una más amigable?

—Anna dime las razones por la cual debería sonreír.

Hace rato salimos al receso, las clases en mi opinión son muy aburridas. Estoy con Anna haciendo fila en la cafetería.

—Hay muchas razones...

—Olvídalo, nadie ni nada me hará sonreír. —A ese mismo tiempo, había pedido una pizza y una gaseosa.

—Deberías comer sano. —Dijo Anna por lo bajo, le dedique una mirada de amenaza; para que dejara de hablar tanto. La contrario se puso pálida.

Nos fuimos a nuestra mesa y nos sentamos en la mesa de siempre, Matthew estaba a unas cinco mesas de donde estábamos Anna y yo; estaba rodeado de chicas voluptuosas, él tenía su mano en la cintura de una chica que tenía más plástico que la misma Barbie. Anna estaba mirando a la Barbie con asco, su mirada se ubicó en mí y me hizo señales con la cabeza para que mirara a esa chica.

—¿Estás segura? —Asintió varias veces, suspire —. Como quieras.

Tocaron el timbre, Anna se fue primero que yo. Ella sabe que necesito investigar algo.

Espere a que todos se fueran a sus salones, camine por los pasillos tranquilamente para que nadie sospechara, cuando iba a entrar a la oficina del director algo captó mi atención; en la cancha había unos dos hombres que estaban amenazando a un pequeño rubio. Lo que más odio en este mundo es que los más grandes se aprovechen de los pequeños, solté la manija de la puerta y encaminé hacia la chanca que está en el primer piso.

—¡Christine! ¿Qué estás haciendo en los pasillos?

¡Joder!

El director tenía una sonrisa falsa, este pendejo me conoce muy bien como yo lo conozco a él. 

—Estaba buscándote.

—¿Para qué me buscabas?

—Es que... Se me olvido la contraseña de mi Locke y necesito algo muy importante. —Arqueo una ceja y caminó hacia su oficina; abrió la puerta y me miró fríamente.

—Entra —Obedecí a sus malditas palabras. Estando dentro me senté en el sofá como si fuera mi casa. El me miro y negó lentamente, se fue a su silla y señaló con un dedo la silla que estaba al frente de la mesa de él, caminé hacia la silla y me senté. Abrió su cajón y me dio un papel —. Ahí está el número de tu Locke y no me jodas más. —Antes de salir mire el Locke que estaba atrás del director. Ahí estaba la información que necesito.



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En el texto hay: juvenil, drama y tragedia, romance

Editado: 08.04.2019

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