Cenizas En El Cielo.

Capítulo 8.

Pasaba el cepillo con rudeza. Las fibras del cepillo ardían con cada pasada, mi cabello se iba aclarando con el paso de los minutos. 

— ¡Me arde! — El olor comenzaba a matarme — ¿Cuando vas a enjuagarme? Arde mucho. 
— Cierra la boca, judía. No me hables de esa manera. No soy tu criada.
— Pero...
— ¡Que te calles, te digo! — Grito carraspeando la garganta y dejó caer el cepillo sobre la mesa del tocador y salió de la habitación.
El paso del tiempo era entreno y aterrador. No sabía en qué momento un golpe me llegaría o un grito que aturdiría el oído por hacer algo supuestamente malo. Todo era malo y entre tanto dolor paso por mi cabeza que harían mal uso de mi. Mal uso de mi persona, porque lo más probable sería que fuera la prostituta personal de algún cerdo.

La chica que estaba frente al espejo ya no era yo. Ya no más Amara, ahora una silueta con melancolía en los ojos estaba en mi lugar, mi cabello había sido recordado hasta la altura de mis hombros y era igual de dorado casi como el de el. 

Agnes, entro por la puerta y se sentó en la esquina de la cama. Poseía en las manos una caja de madera — Acércate — Ordenó y yo obedecí. Abrió la caja, dentro de ella había joyas preciosas, collares de perlas y anillos grandes. 
— Es obvio que no te sorprenda ver tantas alhajas juntas. 
Carraspee la garganta — Nunca me gustaron. 

Agnes me miro con atención — Son pesadas y para mi, nunca tuvo importancia usarlas. 
Ella río y dijo — Pues ahora es diferente, judía. Tienes que usarlas aunque no quieras. 

— ¿Que van hacer conmigo? — Sentencie con la voz quebrada. Ella suspiro y dejo la caja de un lado de la cama.

 

— Wilhelm Goldschmidt es un militar en el cargo Obersturmführer para la SS. Es uno de los tenientes mandamás en el campo de concentración del que te sacaron. Es muy joven, por si te diste cuenta. Su padre es un capitán y un líder pequeño del tercer Reich y fue por influencia del mismo que le dieron el grado de teniente; a el y a otro teniente más joven que el y ópera en ese mismo campo. El capitán y padre de Goldschmidt es una persona bastante poderosa y se ha alejado de su hijo porque el insiste en que su hijo mayor tenga una familia, hace un mes hablaron por teléfono y este le advirtió a su hijo con una visita y dejo en claro conocer a su joven esposa. El teniente ha tratado de alargar la visita, pero ahora es inevitable. 

 

Ya había tenido un prospecto; una joven muchacha judía, pero descarto la idea ya que no era alemana y no sabía con exactitud el idioma, además de ser bastante joven e inmadura. 

Tu eres alemana y solías ser de familia de alcurnia, sabes como comportarte y como tratar a las personas de ese índole, tienes una buena complexión de cuerpo y tus rasgos son finos. Claramente lo único que no se asocia a todo esto es el color de tu cabello, es por eso que te lo he teñido. Y miraré ahora, te he hecho a la medida. Además que eres una muchacha de la edad correcta, sabes lo que es la madurez. — dejo de hablar. Todo eso me lo había dicho tan rápido que me sentí una estúpida al preguntar lo siguiente. — ¿Y...?

Ella me miro atónita. 
— Tu te harás pasar por la esposa del teniente durante la visita de sus padres. En una semana hará una reunión con gente importante del tercer Reich. Serás presentada como su esposa — Ella se levantó hacia la cómoda y abrió un cajón. Saco un prendedor con la forma de esvástica. y me la coloco en saco de lado derecho. 

— ¿Alguna duda? 
— ¿Por que tu no haces esto? — Agnes suspiro — Que más quisiera yo ayudar al señor pero por desgracia el ni siquiera se tomo la molestia de preguntármelo. Ahora ya basta de preguntas estúpidas y dirígete a su despacho. El esta esperándote, toca con delicadeza dos veces y pide autorización para todo, si es que quieres que te vaya bien en esto. 

Me levanté con rapidez y camine hasta llegar hasta ahí. Me quedé parada frente al umbral llena de terror. Tenía que tocar la puerta sin belicosidad, levante la mano temblorosa y toque dos veces con delicadeza.
— Pasa — se escuchó por dentro y entre de lleno a la habitación. El estaba sentado frente al escritorio. Ni siquiera se dignaba a mirarme. Portaba unos papeles en la mano y comenzó a hablar. 

— Amara Astor Koch, cumples 22 años este año ¿No? 
— Si...
— Naciste el 24 de septiembre de 1920 en Fráncfort del Meno, Alemania. Hija única, padres empresarios, etcétera, etcétera. 
No dejaba de asentir y sorprenderme de todo lo que sabía de mi. Este hombre se levantó de la silla y rompió los papeles frente a mi. Los lanzó al fuego y caminó hasta a mi, tomo un sobre de la mesa y me lo entregó. 
— Ábrelo — Vocifero.Obedecí, al abrir el sobre con torpeza saque nuevos documentos. Acta de nacimiento, acta de matrimonio, certificado médico, entre otras. 
— Desde ahora serás Amara Bähr Diermissen, de Goldschmidt. Naciste en Múnich, Alemania el 20 de Diciembre de 1920. Hija única de padres adinerados pero ambos muertos; Tu padre murió hace cinco años de cirrosis y tu madre de un paro cardiorrespiratorio al año siguiente de la muerte de tu padre. 




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