-Charlie, el desayuno estará listo en cinco minutos. Estate despierto - dijo el enfermero desde el otro lado de la puerta.
-Lo siento, pero no iré - dije imitando una leve queja al final - no me siento muy bien.
Supuse que mi respuesta lo alteraría demasiado como para abrir la puerta, y contemplar mi estado de salud por sí mismo. Era lo lógico ya que nunca tuve ningún problema, además de que siempre fui muy callado. En cuanto abrió la puerta, pude ver de reojo como guardaba la tarjeta de acceso en el bolsillo de su camisa. Suspire profundo y cerré mis ojos en total desesperación mientras intento sostenerme de pie.
-Me duele mucho la cabeza y hace unos minutos vomité - el enfermero me sostuvo en cuanto vio mi inestabilidad - ayúdeme, por favor se lo ruego - en ese momento aproveché su descuido de intentar sostenerme, y de un rápido movimiento logré arrebatarle la tarjeta de acceso.
-Ven te llevaré a que te revisen, de seguro no es nada tranquilo - dijo en un intento de calmar mi falsa desesperación.
Con movimientos torpes fui trasladado a la parte trasera del centro psiquiátrico, un lugar bastante familiar, ya que de pequeño era muy amigo de Martha, la enfermera a cargo de todo el centro. Recuerdo que solía llevarme a ver sus pacientes con total emoción.
De niño estuve obsesionado con la medicina y podía pasar horas hablando con ella. Fue una lástima que se haya jubilado, era con la única que no me sentía tan sólo en ese entonces.
-¿Qué tenemos aquí? - dijo una chica joven mientras prepara una camilla.
-Su nombre es Charlie, Charlie Fouth. Tuvo una descompesación y necesita ser atentido- dijo mientras me ayuda a subirme en la camilla - Gracias doctora Peterson, luego del desayuno vendré a ver como estás, y veo si puedo llevarte de nuevo a tu habitación.
-Está bien - dije suspirando de manera entrecortada.
En cuanto el enfermero salió del cuarto médico, me giré hacia la doctora.
-Y bien Charlie, ¿qué es lo que te molesta? - dijo dándome la espalda y buscando unas cosas en los cajones del costado.
-La cabeza, hace unos minutos estuve vomitando - dije mientras estudio el lugar de punta a punta, me sorprendió ver que no cambió en nada. Y como lo pensé, fui traído a la sala ambulatoria, eso quiere decir que estoy a pocos metros de la zona de carga y lavandería.
-Que raro, no encuentro... ¡Oh! Aquí está. Ésto es un suero, sólo quiero asegurarme de que no estés deshidratado - hice una leve mueca al ver la aguja ingresar lentamente en mi piel, seguido de un pequeño punto de sangre - ahora iré a buscar un par de cosas más para medirte la tensión arterial, ya vuelvo - dijo mientras cruzaba una de las puertas.
Al principio pensé en el error que cometió al dejarme totalmente sólo. Pero luego caí en la cuenta de que estoy enfermo, por ende ni ella pensaría que sería capaz de levantarme e irme.
-Mierda - susurré por lo bajo mientras arranco el suero de mi brazo. Seguido de eso tome un poco de algodón y lo coloqué sobre el pequeño punto de sangre.
Caminé hacia la puerta de salida, y saqué la tarjeta de acceso para pasarla por el escaneo.
En cuenta la luz verde hizo su presencia, sonreí de costado y abrí la puerta de par en par.
-Charlie - sentí su voz a mis espaldas - ¿qué haces?
Bajé mi cabeza y me giré sobre mis talones sin verle la cara.
Di unos pasos largos hasta ella, y la tomé del cuello mientras aplasto su cuerpo en la camilla.
-¡Dios Santo! ¡Auxilio! ¡Auxi... - logré taparle la boca con una de mis manos, mientras busco entre los cajones algún sedante que me sirva. En cuanto lo encontré, no dudé ni tres segundos en inyectárselo justo en su cuello.
Sólo tardó unos minutos hasta que su cuerpo dejó de moverse y los ojos de la doctora comenzaban a cerrarse.
-Diablos señorita, si que me ha dado una buena pelea - dije frotando mi estómago, ya que había recibido un par de patadas de su parte.
Sacudí mis hombros y seguí mi camino a la lavandería. Como hoy es lunes en la mañana, aún no hay nada que lavar, por lo que sabía que no habría nadie en éstos lugares.
Seguí avanzando por los pasillos y logré ocultarme detrás de una columna al oír voces.
-Yo ya le dije que la amaba - pude distinguir la voz de dos hombres en cuanto escuché la risa del otro - ¿de que te ríes?
-Amigo, yo ya te lo dije mil veces, ella... - el ruido de la radio lo interrumpió - ¿diga?
-Paciente Charlie Fouth ha escapado, repito, ha escapado. Revisen toda los pisos del edificio de punta a punta.
Sentí sus pisadas fuertes alejarse, mientras alertaba al resto.
Alcé una ceja al ver lo ingenuos que son.
Sin ninguna preocupación, utilicé mi tarjeta de acceso, y me adentré a la zona de carga.
Al igual que lo recordaba de niño, a las diez de la mañana descargando las frutas y verduras. Recuerdo aquellas épocas cuando Martha me convidadaba una jugosa manzana, para mí era una puerta mágica llena de comida por dentro.
No me preocupó ver tanta gente descargando comida, ya que pude tomar un delantal y un gorro que había a un costado del lugar.
-Buenas buenas - dije en tono divertido - yo diría que nos apuremos, hace unos minutos acaban de decir que un paciente anda suelto. No queremos que se nos aparezca por aquí ¿o sí? Por lo que escuché de pequeño asesinó a su hermana. De seguro en unos minutos cierran todas las puertas del centro.
Los hombres que hace un momento estaban riendo, se pusieron serios y comenzaron a descargar rápidamente.
-Dejen dejen - les sonreí mientras les ayudo - ustedes vayan arrancando el camión, yo termino.
-Gracias señor, gracias - dijo uno de ellos mientras corre al asiento del conductor - ¡vamonos Luke! - tocó su bocina un par de veces llamando a su compañero.
-Idiotas - arrugué mi frente y di un par de golpes en la carcasa del camión - ¡todo listo! - mentí mientras me adentro en la parte de carga y cierro la puerta de un tirón.
Editado: 24.09.2019