Le empujé con brusquedad y me levanté precipitadamente, a punto de llegar a tropezar con mis propios pies. Estaba en completo shock,... y aquél chico también por mi repentina reacción.
Sudaba sin parar, mi corazón latía como si fuera a estallar y mi mente era un torbellino de nervios. Tenía un brote de ansiedad demasiado exagerado.
¡No puede ser verdad! ¡Esto no me está pasando! gritaba mentalmente agarrándome la cabeza, queriendo impedir que explotara. Siendo consciente que me veía como una loca histérica, le di la espalda.
-Valentina...tranquilízate...
No le respondí. Si le respondía estaba segura que diría un montón de tonterías que luego me arrepentiría.
También le notaba nervioso. Se había levantado e iba a tocarme, pero se lo pensó en el último momento.
-¿Me estás...rechazando?
Mis pensamientos se callaron y mi cuerpo se quedó inmóvil. Aquellas palabras me habían afectado de golpe. Jamás había imaginado de que las oiría.
Respiré profundamente y organicé mis cosas en mi cabeza. De repente pensé en algo fugazmente.
¿No me sonaba esto de algún lado?
-A ver... Rod -me giré e hice un esfuerzo de no quedarme mirando su cuerpo, ¿por qué tenía que tener estas pintas de salir de un calendario de bomberos?- No es eso...pero tampoco es que te... -me mordí la lengua- No sé cómo explicártelo, pero yo jamás pensé que tendría...Un mate, ¿lo entiendes?
-¿Por qué? -Se le veía más confuso y tuve que aclararle las cosas.
-Porque nunca fui lo que se esperaba de ser una mujer lobo, muchos menos iba a pensar que esto me estuviera pasando...Jamás lo imaginé y lo tuve asumido... esto es... difícil de digerir.
Me quedé en silencio, y Roddick tuvo la amabilidad de no hacer preguntas. Me costaba mucho hablar de esto, de mi inseguridad a lo que mi manada y otras como la suya considerarían «normal»
Bueno, tan normal él no era. La imagen de su transformación seguía grabada en mi mente y en mi dibujo.
Sin previo aviso, el chico me coge de la muñeca y tira ligeramente para que comience a caminar. Siento un cosquilleo por esa zona, pero la sorpresa lo supera y me zafo de él.
-¡¿Qué haces?!
-Te llevaré a mi casa.
-¡¿Qué?! ¡Oye chaval, que no tengo esas confianzas contigo!
-¿Siempre hablas así? -preguntó sonriente.
-Sólo sí me enfadan.
-Te llevo para que te puedas dar un baño y darte ropas limpias, y luego hablaremos con mi padre, puede que sepa algo de tu situación.
-¡Son las tantas de la mañana! ¡Y tengo que volver!
-Te traeré luego, lo prometo.
Me resigné.
-¿Puedes correr o te llevo en brazos?
-Prefiero correr -dije automáticamente y él sonrió.
-Bien, sígueme.
Podía elegir la otra opción; huir en la otra dirección. Pero volvería a ser el juego del ratón y el gato, y sería de lo más absurdo y una pérdida de tiempo innecesario.
Lo seguí sin decir nada. Para mi sorpresa, el chico corría de una forma pausada, ¿será para asegurarse de que le seguía? Por muy tonto o caballeroso que fuera, eso me enfadó. También podía ser una provocación, pero no le seguí el juego. Mantuve la distancia con él, llegando a pararme si él lo hacía.
Aunque me hubieran dicho el sentimiento de protección que se tienen con su compañero lobuno, yo sentía una gran desconfianza.
Roddick se detuvo y como en las anteriores me detuve. Conocía la zona y la gran mansión que se presentaba ante mí.
-Bienvenida de nuevo... -se giró hacia mí y me tendió la mano. Crucé mis brazos y andé ante él la pequeña colina hacia la mansión.
Dejé que abriera la puerta y entré tras él. Volví a sorprenderme por el gran tamaño de las habitaciones, pero aún más ver todo ordenado sin un ápice de suciedad en los rincones. Era un gran cambio desde que la vi por primera vez.
-¿Vienes? -preguntó el chico en las escaleras. No me di cuenta que estaba parada viendo todo esto, por lo que rápidamente fui con él.
Caminamos por un largo pasillo, donde en sus paredes colgaban cuadros en blanco y negro, y alguna que otra pintura. Paisajes, retratos familiares, imágenes del pueblo del antes y el ahora...Era todo muy diversificado.
Abrió una puerta y entendí que era el baño al encender la luz.
-Ahora te traigo algo de ropa -dijo y caminó hasta desaparecer de mi vista.
Entré algo avergonzada. Aquel baño era un sueño de diseño, con enormes azulejos blancos, una pared de piedra de río en la ducha, encimeras de madera en contraste con el suelo y algunos pequeños focus para dar color y personalidad.
Sólo con verlo me daban ganas de bañarme. Cuando iba a quitarme los pantalones me detuve.
El chico entraría para darme la ropa, y aquella mampara de cristal no taparía ninguna de mis zonas erógenas.