Chica Lobo

16.

El sonido de la alarma me obligó a despertarme. Busqué a tientas el móvil para apagarlo. No sé en qué momento me había dormido, pero aún así me sentía agotada.

Entonces todo fue real.

Me levanté y fui al baño. Me di una ducha rápida y me envolví en una toalla. Al salir, no me olvidé de llevarme el chándal.

Como una pervertida, lo olí. Tenía un aroma de lo más agradable y placentero. Cerré los ojos para disfrutarlo.

-¿Val?

Salté de un brinco y vi a Dory asomada en la puerta, aún dormida.

-¡Buenos días Dory!

-Hola... ¿vas a usar el cuarto de baño?

-¡Ya no, todo tuyo!

Asintió y salió como una zombie. Antes de entrar en mi cuarto, me preguntó.

-¿Y esas ropas que llevas? Parecen de hombre.

Mierda.

-Un antiguo chándal de Alex. Me mantiene bien calentita -mentí sólo con el nombre del propietario- ¡Date prisa o llegaremos tarde!

Cerré la puerta con fuerza, aún nerviosa. Su comentario me había asustado bastante sin saber por qué.

¿No podía actuar más normal?

 

 

     

Las temperaturas habían vuelto a bajar, por lo que tuve que ponerme una camiseta térmica debajo de mi jersey gris. Dory había sido esta vez más inteligente y se había abrigado. Ya estábamos en la segunda semana de octubre y se notaba bastante el cambio climático de la zona.

-¿Qué tal llevas el trabajo? -pregunté a Dory mientras estábamos sentadas en la parte trasera del autobús.

-Horrible. No me entero de nada. Tendré que pedirle ayuda a Jackson.

-¿Usarás ésta oportunidad para estar a solas él?

Las mejillas de Dory se sonrojaron, pero hizo lo posible para hacerse la interesante.

-Puede que se lo proponga.

Llegamos a nuestra parada. Al ver la poca cantidad de estudiantes en el campus, tuvimos que apresurarnos para llegar a nuestras respectivas clases.

Hoy presté más atención que ayer. Rose hacia lo mismo, mientras que Tom se mantenía tumbado y mirando a la pizarra con sueño. Mantenía la atención, pero siendo sincera, mi mente divagaba por los confines de mis preocupaciones.

Estaría nerviosa cuando volviera a ver a Roddick. Nadie sabía que nos habíamos conocido, ¿y sí de repente suelta algo y adiós a mi tapadera de chica normal? Confiaba en que no fuera así, pero nunca se sabe.

Las dos clases de la mañana pasaron volando, y al ser cerca de las doce, la gente iría a la cafetería a tomar algo. Cómo no, nosotros haríamos lo mismo.

Entre charlas, nos juntamos con el resto del grupo en las puertas de la cafetería. Nos apuramos en coger hueco antes de que se llenara por completo.

De repente, Wallace hace un brinco en la mesa, llamando la atención del grupo. Miraba el móvil con una amplia sonrisa.

-¡Roddick viene!

-¡¿En serio?! -exclamó Scarlett, que estaba ocupada haciendo trencitas en el pelo de Dory.

Mi corazón empezó agitarse.

-Hacía tiempo que no le veíamos -dijo Jackson.

-Dice que su clase acabó hace diez minutos y que viene para acá.

-Bueno chicas, por fin conoceréis al anfitrión de la fiesta -dijo Jackson mirándonos a Dory y a mí.

Cálmate idiotacálmate.

-¿Estás bien? -dijo Rose al verme palidecer.

-Sí... sólo es una bajada de azúcar. Iré a comprar algo y enseguida vuelvo.

Fui a la parte de bollería industrial. Cogí un par de napolitanas de chocolate y un corto de café. Mientras estaba en la cola para pagar, mis nervios estaban a flor de piel.

¿Por qué tenía que ser tan nerviosa? Mis manos temblaban, provocando que las gotas de café saltaran fuera del vaso.

Cuando pagué, hasta la chica de la caja me preguntó si estaba bien, ¿tan mala pinta tenía? Con una sonrisa le dije que no era nada y me giré.

Grave error.

No me percaté que había alguien. Mi bandeja chocó con él y de la impresión estaba a punto de perder el equilibrio.

Aunque no fue así. Unas manos agarraron las mías, aferrando la bandeja para inmovilizarla y el café dejara de moverse, dando gracias a que no se volcara y yo pude mantener mi equilibrio y mi poco orgullo.

-Mu-muchas gracias -agradecí recuperando el aliento del susto. Al levantar la cabeza, lo volví a perder.

Como en una novela juvenil de instituto, el que tenía que salvarme el pellejo tenía que ser el protagonista masculino, cosa que así fue.

Roddick me miraba con sus ojos brillantes y burlescos. El círculo dorado se veía más pequeño, pero aún así eran característicos. Una sonrisa juguetona surcaba sus labios, seguramente divertido por la expresión que mi cara estaría poniendo, traicionándome.

-Hola de nuevo -susurró para que nadie le oyera, aún con aquella sonrisa.

-Hola... -contesté inmediatamente- Me has salvado de una.



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En el texto hay: hombreslobo, romance, mates

Editado: 11.10.2018

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