Chica Rara

I

Instituto Greenberg Hell's, no es la gran cosa como los anteriores pero creo que me llevaré bien con todos en este lugar, yo lo sé y aunque sea difícil, tendré que ponerme las pilas y no terminar como mi madre, siendo un prostituta barata, porque soy más que eso. Yo soy una puta que se respeta.

- Buenos días alumnos, hoy tenemos a una nueva estudiante así que... ¡ALEX DEJA DE QUEMAR LAS HOJAS! ¡PATCH SUELTA ESO AHORA MISMO! . - veo como los nombrados no le hacían caso a mi nuevo profesor de química. Dirijo mi mirada a la tal Alex, una chica con un lado rapado para ser específicos el derecho, tiene el pelo corto de color castaño oscuro que se hacía ver negro a simple vista pero con la poca luz que le llega se ve es castaño; ella tenía algunos tatuajes en sus brazos y eso, en mi opinión, es cool y habló encerio, quisiera ser ella.

En cambio el otro adolescentes hormonal, Patch, un chico de pelo negro y Moreno, es un milagro que vea a alguien que no sea un maldito blanco. Osea, ¿Han visto cómo son los malditos negros? ¡Son geniales! A diferencia de nosotros, claro. Veo como todos se calman al ser amenazados por el profesor, rio un poco por aquello ganando una mirada fulminante de el profe. - Jaja lo siento, son peor que mi curso jaja.

- Su nombre señorita. - me pide.

- Ah si. – Carraspeo un poco aclarando mi voz y sonrió falsamente. – Soy Annabelle Willson, la nueva puta de este curso y no ella, si te digo a tí querida. — le sonrió a la chica morena quien miraba a los lados indicándose a sí misma, y yo asiento con la cabeza. – y ojalá nos llevemos tan mal como la muerte con la vida.

Agrandó un poco más mi sonrisa y voy a un puesto que estaba a dos puestos de adelante, dejando mi mochila encima de la mesa y saco rápidamente mi Lima para luego emparejar las uñas. — Bueno, ojalá este a su gusto aquí. Si necesita ayuda o algo, ya sabe que están sus compañeros aquí. – dice el profesor soltando veneno con cada palabra, se nota que ya le caí mal. ¡Osea! Es mi primer día, y ya nadie me quiere como amiga, ¿Qué hize mal? — Abran su libro en la página 121 y anoten en su cuaderno lo siguiente... — veo como el profe empieza a hablar mientras escribía en el pizarrón fórmulas y unos dibujitos como "muestra" De un ejemplo. Yo iba a seguir limando mis uñas hasta que recordé lo que la vieja me dijo, así que sin más suelto un suspiro cansada y saco con una flojera de perros, mi cuaderno y empiezo a anotar.

[•••]


El indistinguible timbre suena haciendo que los pasillos se llenen de adolescentes hormonales, entremedio se distingue a Anna, que resalta con su pelo color rojizo con dos rayas horizontales en ambos lados, color negro. Esa era el futuro de la humanidad, más bien, el desastre. Las chicas la miraban extraña al igual que los chicos que sólo la miraban con otros ojos. Mientras ella, bueno, ella sólo se dedicaba a pararle el dedo a todo aquel que la mire mal. Se sentía genial en ese lugar, o eso era lo que creía. Sentía un vacío en su pecho, algo faltaba ahí, pero ¿Qué sería? ¡Por supuesto! Exclamó mentalmente, prendiendo su foco.

Lo único que faltaba ahí, era alguien como ella. Lo que faltaba en ese lugar era ser reclamado de su propiedad y así los gánster no se acercaran ahí. Así que teniendo en claro lo que pasaba, va al patio de aquel lugar y saca de su mochila dos latas de graffiti, y sin más empezó a hacer su arte. Un enorme y hermoso mural mostrando su arte callejero. Las personas miraban curiosamente a la chica mientras que los paradocentes y profesores iban a donde estaba ella, pero al llegar sólo se quedaron contemplando la viva imagen del Instituto y abajo estaban los ojos rojos con una firma casi como la de un doctor. — ¡¿Quién hizo esta atrocidad?! ¡Hablen! — y ahí estaba la directora Pérez, roja por el enojo al ver que su mural anteriormente limpio estaba arruinado gracias a los adolescentes que tienden a hacer arte callejero, eso no era arte o al menos no lo consideraba la directora. — Señorita Willson, a la Sala de castigo, ¡Ahora! — pero sin duda, Annabelle sabía que estaba en serios problemas por su inocente acto.

– ¿Lo... Siento? – ríe.

[•••]

— así que diganme, ¿les gusta el pan?

Habían pasado dos horas que estaba en la Sala de castigo, y también desde que llamaron a la vieja de mi madre avisando de mi "vandalismo" y digamos que no me salvare de los cinturonazos que me dará. No estaba sola, al entrar encontré a un chico de cabello rizado color negro al igual que sus ojos y también a dos chicas que estaban algo... Despeinadas y con el maquillaje hecho mierda. ¿Se habrán peleado o se habrán comido? Bueno, el caso es que son unos groseros de mierda.

– Vaya, sus madre si que los educó. – nótese el sarcasmo, estos adolescentes de hoy en día. – mi madre es prostituta, cobra 24 dólares, digo, por si alguien quiere... –

– Puedes cerrar la boca, a nadie de aquí le interesa tu puta vida, ¿Entiendes? Ahora cierra el pico o yo lo haré. – me amenaza una chica de cabello rosado algo desteñido. Eso me ofendió, y no fue nada lindo eso.



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En el texto hay: humor, novela juvenil, romance adolesente

Editado: 24.10.2019

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