Hace 2.000 años, una guerra devastadora llegó a su fin cuando la región oscura lanzó un feroz ataque contra la capital, desplegando a sus más poderosos guerreros y recurriendo a magia prohibida para invocar a un demonio ancestral.
Todos los clanes del reino se unieron en un esfuerzo desesperado por detener la catástrofe inminente, con la realeza combatiendo junto a clanes de menor rango. Sin embargo, incluso con todas sus fuerzas combinadas, enfrentar a un ser ancestral resultaba imposible. En medio del conflicto, el clan de sangre, conocido por su dominio de la magia antigua, emergió como un elemento crucial en el campo de batalla.
—¡Necesitamos hacer algo ahora mismo! —exclamó el líder del clan de sangre, su voz resonando sobre el estruendo de la batalla—. No podemos permitir que la capital caiga en manos de la oscuridad.
—¿Estás sugiriendo... usar magia prohibida? —preguntó uno de los guerreros del clan, con una mezcla de determinación y temor en su mirada.
A pesar de sus esfuerzos, la batalla se prolongaba, acercando cada vez más la región oscura a la capital y amenazando con su destrucción. Conscientes de la urgencia, los miembros más poderosos del clan de sangre tomaron la arriesgada decisión de utilizar magia prohibida para derrotar al ancestral, poniendo fin a la guerra. Sin embargo, la victoria fue agridulce, ya que el clan de sangre fue injustamente culpado de desatar la calamidad y fue desterrado de la sociedad.
—¡No pueden hacer esto! —gritó una anciana del clan de sangre, con lágrimas en los ojos, mientras eran escoltados hacia el exilio—. ¡Hemos salvado a todos ustedes!
—No hay tiempo para discutir —susurró el líder del clan, mirando hacia adelante con determinación—. Nuestro destino está en el bosque olvidado.
Los sobrevivientes del clan, resignados a su destino, se retiraron al bosque olvidado, donde establecieron un asentamiento en relativa paz. Pero la tragedia los persiguió cuando la realeza, temerosa del poder del clan, ordenó su exterminio para evitar futuros conflictos.
—¡Por favor, deténganse! —suplicó una madre del clan, protegiendo a su hijo con desesperación—. ¡Somos inocentes!
La masacre del clan de sangre fue implacable y brutal, ocurriendo en la oscuridad de la madrugada, dejando a sus miembros sin oportunidad de defenderse. Antes de su completa aniquilación, los sabios del clan lograron salvar a un recién nacido, enviándolo lejos con uno de sus más valientes guerreros como su protector.
En su camino hacia las islas oscuras en busca de refugio, el guerrero y el niño se encontraron con soldados de la capital. En un acto de valentía, un grupo de mercaderes intervino, rescatando al niño y aceptándolo como parte de su familia después de que el guerrero sucumbiera a sus heridas, convirtiendo al niño en el último heredero del clan de sangre.