Sin desarrollar plena confianza en alguien particular, como tampoco en mí misma, le contesto con aburrimiento latente las preguntas siguientes que el sujeto hace. Llevamos un buen rato por este estilo, cansándome más de lo que estoy, además de que seguimos de pie, parados en el mismo lugar. Ya siento que me saldrán raíces de los pies.
—¿Crees que lo sobrenatural, como demonios, vampiros y demás derivados, existen?
—Si lo mencionan es porque existen —respondo rodando los ojos con cansancio.
—Es algo lógico —escucho su breve comentario.
Entonces, me cruzo de brazos para girarme y mirarlo a los ojos para mandarlo a la mierda e irme al orfanato. No lo veo, pero siento un dolor fuerte y a la vez agudo provocado por una patada que ha impactado mi espalda y me provoca un choque contra el suelo.
—¡Ey! ¿Qué te pasa? —exclamo aturdida por el golpe, mientras escupo la tierra que se entró en mi boca.
—Pensé que, como eres capaz de dejar a alguien inconsciente, sabrías que los niños no andan solos por el bosque.
—¡No soy una niña, ignorante! —le grito antes de impulsarme para ponerme de pie, pero otro golpe me envía de nuevo al suelo—. Al menos deja que me ponga de pie, imbécil.
—¿Eso le dirías a tu enemigo? —me pregunta halándome del cabello, suelto un jadeo por el jalón desprevenido. Luego, me da vuelta y se sube encima de mí con una sonrisa triunfante en su rostro—. Creo que debería enseñarte defensa, así aprendes y te quedas con algo mío —me guiña el ojo de forma coqueta.
Sin embargo, su expresión de casanova en acción se deforma cuando lo empujo para verlo rodar par de veces sobre sí mismo y, al final, me coloco a horcajadas sobre él, apoyando mis manos sobre su duro pecho, según mi tacto, mientras su cuerpo está tendido sobre el suelo húmedo del bosque.
—¿A quién es que debes de enseñar ahora? —interrogo con una sonrisa torcida.
—A ti.
Me empuja con una fuerza sobrenatural por el aire y mi cuerpo se queda sin aliento al instante cuando impacto contra el viejo tronco de un grueso árbol. Jadeante en busca de oxígeno, maldigo internamente al sentir esa sensación incomoda de algo salir de mi interior.
Maldita menstruación.
—Creo que llegó el momento de que yo también te haga preguntas —mascullo adolorida, tratando de llenar mis pulmones de oxígeno perdido—. ¿Cuál es tu maldito nombre? ¿y qué cosa eres? Porque de humano no tienes nada.
Suelta una risa grave antes de mirarme con intensidad, mientras una sonrisa ladina permanece en sus labios, y se acerca a mí. Como sigo contra el árbol, retroceder para mantener cierta distancia se me hace difícil.
—Eres bastante inteligente, no lo voy a negar —comenta asintiendo—. Mi nombre Ryder, es un verdadero placer tenerte cerca —extiende una mano para ayudarme a parar, pero decido ponerme de pie por mi cuenta.
—Vaya, ¿Ahora es que te presentas?
—Eso no importa —sacude sus manos para restar importancia a la poca educación que posee—. Ah, por cierto, no maldigas tanto. No sabes a quien estas invocando.
Ahora es mi turno de soltar una pequeña risa sarcástica mientras trato de quitar la tierra húmeda pegada a mi ropa.
—¿Qué? ¿Acaso un demonio bajo la cama me jalará los pies? —pregunto con incredulidad.
—Haz lo que quieras —me responde de mala gana.
—Siempre lo hago —le sonrío con hipocresía.
Luego, observo nuestro alrededor, ha oscurecido muy rápido y mi estómago cruje porque el hambre está haciendo acto de presencia, así que mi cabeza formula una pregunta sobre algo que había dejado pasar por alto, en vez de irme para cenar.
—¿Cómo me trajiste aquí?
—¿Ahora es que lo preguntas? —me responde con otra pregunta mientras una sonrisa maniaca se extiende por sus labios y cruza sus fuertes brazos sobre su pecho.
—Pues… Obvio. En fin, ¿Qué eres? ¿Hijo del diablo? —pregunto alzando una ceja, imitando su posición de brazos cruzados.
—No, eso lo eres tú.
—¿Qué?
—Habrá tiempo para explicarlo. ¿Te irás caminando o quieres que te lleve? —ignora olímpicamente mi interrogación.
Entonces, soy consciente de que no sé dónde me encuentro e irme por mi cuenta me costaría mucho tiempo y tendría que darle explicación a Luna, lo cual quiero evitar hasta descubrir las verdaderas intenciones de Ryder. Además, mi estómago no perdonaría otra noche sin cenar, así que la respuesta es obvia, ignorando el hecho de que él me haya golpeado minutos atrás.
***
En este día no asisto a clases, me siento enferma y los cólicos del segundo día son más fuertes que antes, y retorcerme como una lombriz contra la cama no soluciona los dolores que martirizan mi cuerpo, agregando también las consecuencias de los golpes de ayer, por lo que decidí enviar excusa con Luna para quedarme en cama.
Con una palpable ansiedad por algo que desconozco, decido enfocarme en otras cosas, porque de nada me sirve andar ansiosa cuando no puedo ni estirar un brazo. Asimismo, mi apetito está ausente y los minutos tardan eternidad en avanzar, como tampoco tendré compañía durante todo el día, porque Luna no llegará hasta después de la cena.