Chispa de Oscuridad

5: Testigos

—Olvida esta conversación.

Ryder se levanta de repente y me sujeta del brazo de manera bruta para llevarnos devuelta a la moto, tomándome desprevenida. Sin embargo, esa simple acción de prepotencia me encrespa, mi rostro se contrae de enojo y molestia, mientras que encuentro fuerza de donde no tengo para no cederle nada.

—¿Qué? Espera —detengo nuestro andar y empujo su brazo musculoso para liberarme de su agarre, a duras penas lo logro—, vienes y comienzas a explicarte un poco, para luego actuar como un animal.

El cambio en mi expresión le provoca la aparición de una sonrisa torcida, siniestra e irónica en su rostro.

—¿Esperabas algo más? —interroga con falsa amabilidad—. Porque te recuerdo que es una misión; es decir, eres una obligación para mí y tengo que soportarte todo el tiempo, aunque espero tener recompensa extra por eso —sus palabras poseen doble sentido en este momento, pero me niego rotundamente a lo que esté pensando—. En pocas palabras, no recibirás comprensión ni amabilidad de mi parte, ¿captas?

En mi rostro se forma una mueca de confusión, provocada por su actitud bipolar, combinada con creencias de superioridad y machistas. Una pésima confusión para dirigirse a mí.

—Si así es la cosa —doy unos pasos hacia atrás, para luego voltear la cabeza, negándome a mirarle—. Ve pidiendo un cambio de misión o lo que sea, porque esa actitud hacia mí no la voy a tolerar. Así que, si gustas, llévame devuelta al puto orfanato en donde pertenezco y estaba más tranquila antes de tu llegada.

—¿Segura? Porque te recuerdo que has durado la semana entera llorando como una niña.

La indiferencia en su voz me irrita aún más.

—Prefiero llorar como una niña según tus pensamientos, en vez de tenerte cerca —siseo con cólera incontrolable y cruzándome de brazos.

—Tendrás que aguantarme de todas maneras —comienza a caminar con desdén hasta camuflarse en la oscuridad, pero se sigue escuchando su voz en todo el lugar—. Después de todo, ellos están cada vez más cerca. Tu olor se queda impregnado en cada cosa o persona que toques. Los deseos insaciables de arrebatar tu vida y enviarla devuelta a donde nunca debió salir, son cada vez mayores, o ¿por qué crees que las muertes en el orfanato van en aumento? —hace una pausa donde su voz repercute en la noche—. Te andan buscando, cariño.

Sus últimas palabras hacen eco en mi cabeza, derrumbando paredes confinadas por las infinitas dudas que navegan allí, poniendo a trabajar mis neuronas aún cuerdas.

¿Me anda buscando? ¿De qué mierda está hablando?

Sin embargo, en lo más profundo de mí sé el significado de sus palabras. Porque junto con la soledad momentánea me persigue la verdad, una verdad que me niego aceptar.

***

Divago por el jardín media hora antes de ir a cenar, llevo los días contados antes de salir en tan solo una semana.

Me acomodo en una pequeña área verde, que se ve apagada por mi presencia y las nubes grises que pasean por el cielo. Dejo que mi mente se pierda en este momento para saborear la conexión que se establece al sentarse en el suelo, sobre el verde césped que se mantiene a pesar de los pasos de los niños que lo estropean. El silencio efímero que se ha creado es interrumpido por mí, al soltar un largo suspiro dramático, y también por varios pasos que se aproximan a mi dirección.

—Vaya, miren a quien tenemos aquí —la irritante voz de Verónica se escucha como un chillido lleno de sarcasmo—. ¿No es una coincidencia, chicas?

Las dos chicas que la acompañan simplemente asienten con unas sonrisas que ocultan miles de secretos y, obviamente, la presencia de las tres no significa nada bueno; nada prospero.

—¿Qué necesitan? —pregunto con falsa amabilidad, mientras apoyo mis manos atrás y alzo la barbilla para prestarle algo de atención.

Verónica les brinda miradas cómplices a sus compañeras antes de dirigirse a mí.

—Solo venimos a que nos cuentes tus aventuras —habla con sorna, y coloca una de sus manos en su cadera, arrugando la camisa del uniforme—. Deben ser muy interesantes al ser acompañadas de un hombre.

—Es cierto —concuerda otra chica—, aunque no eres sido muy disimulada.

—Pero quien sabe si está relacionada con las desapariciones y muertes que han sucedido. ¿No crees que pones en riesgo a Luna? —interfiere la tercera chica, quien suele ser muy callada, y creo que se llama Emma.

Entonces, mientras siguen parlotean sobre suposiciones exageradas, poco a poco voy entendiendo lo que ocultan tras sus comentarios, que pueden llegar a ser difamatorios. Han visto a Ryder y fueron testigos de otras cosas más; así que, con la esperanza casi marchita, espero que no lo hayan regado por el orfanato, porque los más pequeños son vulnerables ante información falsa y manipulada, especialmente por ellas.

—Hasta se queda callada. Parece que no contaba con que la descubrieran. ¿Pensabas comértelo solo? —insiste la segunda chica.

Su comentario vulgar me hace arrugar la cara, aunque no soy el mejor ejemplo para seguir, por lo menos manejo mi modo de expresarme.

—Ay mira, quiere hacerse la inocente —señala Emma con malicia, y las tres comienzan a dar vueltas en círculos a mi alrededor.




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