He esperado por este día, por esta única cosa que me complete. Para tomar diecisiete y tres cuartos años de mi vida y hacerle bonito moño en la forma de una gorra de graduación. Esperé a esta hoja de un papel para decirme que yo había hecho algo bien.
Me senté en mi asiento asignado, junto con mis compañeros de clase, en orden alfabético en frente del gimnasio. Yo estaba entumecida. Había esperado este momento. Pero ahora, no me sentía bien por dentro. No me sentía completa, no se sentía un logro. Me sentí como si me hubiera deslizado y apenas lo hubiera conseguido. Que es exactamente lo que había hecho. Despreciaba la escuela. Yo estaba en el programa de liberación anticipada para los estudiantes que trabajan después de la escuela, así que salimos a la 1 en vez de a las 3 como todos los demás. Apenas estaba aquí y cuando era así no quería estar.
Ya sé que sueno amargada.
Creéme. Lo sé. Pero tengo diecisiete años, me graduo un año antes, y estaba en la pista rápida a ser la mejor estudiante o cualquier otra cosa. Pero cosas me pasaron que no pude manejar. Y así, aquí estaba yo, triste, ligeramente infeliz y arrastrándome.
Las "cosas" de las que hablo, así, la número uno era que mi madre se fue. Ella era una vertical, ama de casa, amorosa, frugal gurú compradora con cupones en el almacén de la comunidad. Y ella nos dejó. Ella decidió de repente que mi padre la había estado reteniendo todos estos años. Ella no lo amaba y necesitaba tiempo para empezar una nueva vida, sin mí molestándola. Y así lo hizo.
Se mudó a California junto con hasta el último centavo en la cuenta corriente de mi padre y el que se suponía era mi fondo para la universidad. Quería reírme del cliché Cali, pero supongo que no le sentaba bien por mucho tiempo. Se mudó a otro lugar pero me negué a hablar con ella cuando me llamó. Todo de lo que siempre me hablaba era de cómo lo sentía, que ella no podía hacerlo más, que ella era feliz ahora, que yo no sabía lo que era vivir con mi padre. Sí claro. Le respondí que yo era la única que todavía vivía con él y ella colgó. Estoy segura de que su nuevo novio, que es diez años más joven que ella, puede consolarla.
Miré delante de mí para ver a Adam mirar atrás. Él sonrió.
- Te ves como si estuvieras en tu propio mundo de nuevo allí. ¿Estás bien?
- Sí, estoy lista para acabar con esto.
Se volvió más plenamente en su silla, poniendo sus brazos en la parte posterior de la misma.
- Vamos. Es el día de la graduación. ¿No deberías estar feliz? - Razonó. Yo sólo me encogí de hombros. - ¿Quieres hacer algo esta noche? Mis padres están lanzando esta fiesta horrible para mí, pero estoy buscando una excusa para salir temprano.
- Yo no quiero ser tu excusa, Adam. - Él palideció, su ceño fruncido.
- Ah, Emma, yo no quise decir eso. - Suspiró. - Mi fiesta es de cinco a siete. Voy a tener mucho tiempo para hacer algo contigo, yo no quería que pareciera tanto una cita, ya sabes, - explicó y me miró tímidamente. - En caso de que me dijeras que no, otra vez.
-Oh. - Me sentí una pulgada y media de altura. - Adam, yo... - Yo estaba tan cerca de decir que no, una vez más. Pero yo pensaba en ello. Siempre he dicho que no. No he tenido una cita en un año. Desde que mi vida cayó bajo los tacones puntiagudos de mi madre. Él siempre fue dulce conmigo y probablemente estaría partiendo pronto de todos modos para la universidad. ¿Qué daño podía hacer? - Ok. Sí. Podemos hacer algo.
- ¿En serio? - Dijo sorprendido.
- Sí. ¿A qué hora hora quieres ir?
- ¿Tu padre te está lanzando una fiesta o algo así?
- No.
- Oh. Uh, ¿ qué tal si te mando un mensaje de texto? Estoy seguro de que está bien, pero tengo que preguntarle a mi padre por el coche. El mío está en el taller.
- Está bien, te voy a dar mi número, - le dije, y comencé a levantar mi vestido para llegar a mi bolsillo.
- Ya lo tengo. - Me miró con curiosidad y sonrió. - Le pregunté a Chloe hace un par de semanas atrás. Te iba a llamar, pero nunca, uh, tuve el valor.
Parecía un poco avergonzado y yo no podía dejar de reír un poco a su evidente expresión de mano en el tarro de las galletas. Era lindo. De pelo marrón claro y ojos marrones. Nos juntamos mucho con el paso de los años en nuestro grupo de amigos, pero nunca solos.
- Bueno, tal vez deberías haberlo hecho.
- ¿Me hubieras hablado?
Yo no quería mentir y yo no quería darle falsas esperanzas, así que sólo sonreí y me encogí de hombros, con la esperanza de sonar un poco coqueta. Debe de haber funcionado, sonrió más ampliamente.
- Ok, voy a mandarte un mensaje de texto esta noche.
- Genial. - Dijo mi boca, pero mi cabeza ya estaba horrorizada.
Entonces vi a la gente por delante de él, empiezan a estar de pie, uno por uno ya que sus nombres fueron llamados.
- Adam Patterson.
Miró hacia atrás y me sonrió una vez más mientras se abría camino en el escenario. Todavía había unas ocho personas antes que yo. Le vi hacer su camino hacia el escenario y vi a sus padres y un grupo grande de otros de pie y aplaudiendo con fuerza para él, un par gritando y aullando. Cogió su diploma y luego hizo una presentación de los músculos. Todo el mundo se rio mientras bajaba las escaleras. Era una risa. A todo el mundo le gustaba y le votaron payaso de la clase en superlativos. Él era popular, pero en realidad nunca había salido con alguien. Él siempre fue amable conmigo, sin embargo. Solía salir con esa multitud, antes de que todo sucediera.
Después de que mi madre se fue, mi padre se había perdido. Se volvió un poco "loco". Dejó de ir a trabajar y fue despedido de un trabajo que había tenido durante más de quince años en el consejo escolar y ahora trabaja en el molino de madera por una cuarta parte de lo que hizo antes. Por lo tanto, tuve que entrar en el programa de libertad para trabajar y conseguir un trabajo porque no teníamos dinero extra para algo que no sea comida que necesitaba o quería.
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Editado: 25.11.2024