Su cara era una descripción de dolor, confusión e ira, digna de un libro de texto. Pareció querer pararse, pero se lo pensó mejor. Se echó hacia atrás en su asiento, cruzó los brazos y miró a Adam. Estaban todos equivocados sobre lo que estaba pasando, pero estaba segura de que todavía se veía mal. Podría haber sido mejor si él me hubiera visto con Fred en su lugar, ellos no conocían a Fred, pero sí a Adam. Esto era como una traición hacia Daniel.
Rápidamente me volví y salí del restaurante antes que cualquiera de ellos pudiera avanzar hacia nosotros.
-Adam. No deberías haber hecho eso. Esos son tus amigos. Ahora Daniel va a estar molesto contigo.
-Me voy a ir y él también. No es como si yo tuviera que volver a hablar con él. Sólo nos vemos en nuestro grupo y en el fútbol. No soy realmente su amigo. Además, por lo que me acabas de decir allí, él es un completo idiota.
-Aún así. -Entonces un pensamiento me golpeó y tiré de él hasta detenerlo. -¿Lo hiciste a propósito? ¿Lo habías visto ahí atrás?
-No, pero podría haberlo hecho a propósito, si lo hubiera visto. Él no vale tu tiempo. Se preocupaba más por el fútbol que por ti. Lo demostró cuando terminaron, cuando ustedes podrían haber tratado de resolverlo con algún tipo de relación a distancia o algo así. Esa es la cosa más tonta que he escuchado.
-Lo sé -empecé cuando me remolcó de nuevo. -Pero eso no significa que quiera hacerle daño a propósito.
-Eres demasiado dulce, ya lo sabes. No puedes dejar que la gente simplemente termine contigo. Eres demasiado buena para él, incluso para tus padres, si ellos no pueden ver lo grandiosa que eres.
Abrió la puerta y me sentó, inclinándose para ponerme el cinturón de seguridad.
-Uh, Adam, puedo hacerlo.
-Oh, claro. -sonrió tímidamente antes de ir a su lado. -Entonces, ¿eres una chica de palomitas de máiz o dulces?
-Palomitas. -Le contesté.
-Ah -gimió y sacudió la cabeza. -Me estás matando.
-¿Qué quieres decir?
-Nada, sólo... eres bastante impresionante. -Él me lanzó una mirada de reojo a la luz roja, mirándome con una sonrisa y me sonrojé involuntariamente, mirando hacia otro lado. -Huh- dijo sonriendo más ampliamente, luciendo completamente satisfecho de sí mismo. -Tal vez Fred sí tiene competencia después de todo Emma.
-Adam...
-Está bien, lo sé. Lo sé. -dijo.
-De todos modos, es raro que me llames Emma, siempre me dices Emm.
-También lo sé, pero me gustan los dos, tu eres hermosa y no importa cuál sea tu nombre real. - yo lo miré con expresión de cansancio y el puso las manos en alto en señal de rendición antes de tomar el volante y encuantrar un lugar delante del cine.
Era, literalmente, a dos cuadras de Pablo.
Abrí la puerta por mi cuenta esta vez, sintiéndome un poco más como mi viejo yo. Incluso estaba empezando a preguntarme por qué estaba toamndo todo muy bien. Quiero decir, me acababa de enterar que hay gente por ahí con poderes o habilidades, o algo así. No es humano. Me había obligado, sin querer a una de estas personas que acababa de conocer y que no pòdía sacar de mi cabeza. ¿No debería estar asustada?
-Dos para Star Wars, por favor. -Dijo Adam a la empleada, luego me sonrió. -Te va a encantar esto. ¿Has visto El Señor de los Anillos?
-Por supuesto -me burlé.
-Bueno, esto no es así.
Me reí y él se echó a reír también. La empleada puso los ojos en blanco mientras le pasaba las entradas. Los tomó y nos abrimos paso entre las puertas y el soporte de concesiones. Me quité la chaqueta, me puse detrás de él y esperé.
Mi mente se dirigió a Fred. Me regañé. Nunca había estado tan flechada en mi vida. Quiero decir, esto estaba al borde de la locura. Yo ni siquiera recordaba haber estado de esta forma con Daniel. Me sentía como en una nebulosa pensando en Fred. Tenía la necesidad de salir, en ese mismo momento. Salir por la puerta y obligar a Adam a ir hacia donde sabía que Fred estaría. Un bulto crecía en mi garganta mientras más pensaba en ello. Mis manos temblaban a mis lados, y respiré hondo para calmarme.
Adam me miró y frunció el ceño.
-No pienses en él, te lo dije.
-¿Qué me está pasando?
-Es nuevo. Va a desaparecer -hizo una mueca. -Un poco.
-Ambos siguen diciendo eso. ¿Qué significa?
-Sólo déjalo, ¿de acuerdo? No pienses en él, y todo irá bien. -dijo irritado.
Se dio la vuelta para colocar nuestra orden y me entregó una copa mientras él roció la mantequilla en nuestro enorme cubo de palomitas, ya bastante amarillo.
Empezamos a entrar a nuestra sala y oí a alguien llamar el nombre de Adam detras de nosotros. Gemí cuando me di la vuelta, pensando que eran los chicos, pero no fue así. Yo nunca había visto a esos chicos antes. Había seis de ellos y todos eran de pelo negro y alto. Adam gimió junto a mi, así que no me sentí mucho mejor.
-Jacobson -dijo el tipo armoniosamente y con sarcasmo. -¿Qué te trae por aquí? Oh, ya veo -continuó como si no me hubiera notado ya. Levanté una ceja mientras sus ojos me examinaban abiertamente. -Vaya, vaya, vaya, ya veo. Hola.
-Muy bien, Theo, suficiente. -gritó Adam y me opuse a su tono.
-¿Qué? Sólo dije hola. Así que, Adam, ¿estás rompiendo las reglas de los clanes? Siempre supe que eras un rebelde de corazón. ¿Qué película van a ver?
-No estoy interesado en que se unan a nosotros, pero gracias.
Adam trató de girar, pero Theo me agarró del brazo. Tuve otro sobresalto y por un segundo me preocupé de estar imprimada con otra persona. Pero me di cuenta de que era lo último que estaba haciendo. Mis venas gritaron en protesta y la piel ardía caliente en mi brazo. Mi cuerpo se lo advirtió, mi sangre, o lo que sea, funcionó. Las intenciones de aquel tipo no eran para mantenerme a salvo y la imprimación reaccionó.
Me soltó el brazo con una maldición como si lo hubiera sorprendido. Él y su grupo me miraron con los ojos muy abiertos, asustados y algo más, furiosos.
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Editado: 25.11.2024