Cien días nos separan

Estrella 4: Menos imposible

El martes por la mañana, Kamille ya sabía lo que le esperaba, y no pensaba volver a tropezar con la misma piedra. Estaba acostumbrada a despertar temprano, pero decidió quedarse encerrada en su habitación hasta casi las siete y media de la mañana. Llegaría muy justo al colegio y a lo mejor coincidiría con la llegada del autobús escolar, pero nada de eso le importaba. Haría lo que fuera con tal de evitar a Lucas.

Durante todo el camino, intentó convencerse de que su plan funcionaría, no muy segura de ello. Y tenía razón en dudarlo, porque ahí estaba él, acomodado en la misma banca con la mochila en su regazo.

Siguió de largo ocultando su rostro detrás de sus libros, en un intento por pasar desapercibida, pero el muchacho no tardó mucho en ponerse de pie y alcanzarla.

     ―Buenos días―la saludó. Otro saludo no correspondido. Era tan difícil hacer que salieran palabras de la boca de Spud―. ¿Cómo estás hoy? ―insistió.

Caminaba junto a ella, pero no miraba el camino, solo la miraba atentamente a ella, esperando que no se le escapase ningún detalle. Siguió a Kamille a una distancia prudente, a medida que se acercaban al colegio. Tenían las mismas clases, pero no quería arriesgarse a ser el hazmerreír de todos si se daban cuenta de que él iba detrás de ella. Además, caminar junto a ella era un desperdicio de tiempo. Ella se negaba rotundamente a dirigirle la palabra.

La chica del cabello oscuro, en un principio, pensó que Lucas finalmente había decidido dejarla en paz. Sin embargo, de camino a su primera clase todo empezó a tener sentido. Claro, él estaba saliendo con Shay. La misma Ginny, reina de los chismes, se había encargado de que todo el mundo se enterara. No podía ser visto con Spud, como la llamaban todos.

La chica puso los ojos en blanco en cuanto aquel pensamiento vino a su mente. ¿Qué demonios le importaba lo que hiciera ese mujeriego? Exacto. No le importaba ni un poco.

Y Lucas, por su parte, aún no se creía la charla que había tenido con Randall la noche anterior.

 

 

Lucas

     ―Te digo que es ella―insistió Randall mostrándome la foto nuevamente.

     ―Y yo te digo que estás alucinando―repliqué.

Había que estar ciego para pensar que la chica de la foto y Spud podían ser la misma persona.

     ― ¿Cuántas Kamille Wheeler crees que existen en Toronto?

     ―Muchas más de las que tú crees que existen―enfaticé―. Deberías cambiar la receta de tus anteojos, chino. Te aseguro que esta chica es todo lo contrario a Spud.

Mi amigo definitivamente estaba loco. Cuando llegué a su casa estaba sentado en la banca de madera de su porche, con el anuario de Pellington del año anterior sobre sus piernas. Parecía buscar algo. Pasó las páginas apresuradamente hasta encontrar lo que buscaba. La sección de eventos importantes. La imagen que me mostraba era del Baile de Primavera del periodo escolar anterior.

Por más que miraba la foto no me creía que fuera ella. Podían tener ciertas similitudes, pero por todo lo demás eran completamente distintas.

     ―Bueno, si no quieres no me creas, pero después no digas que no te lo dije―. Parecía bastante convencido. Tanto, que incluso empezaba a convencerme a mí. Solo un poquito.

     ― ¿Dices que eran novios? ―pregunté haciendo referencia a la foto.

     ―Sí. ¿Te acuerdas de Clara, de mi clase de Literatura? ― Asentí. Era aquella chica de cabello rizado. La había visto por los pasillos de Pellington un par de veces, aunque nunca llegamos a hablarnos―. Bueno, ella era amiga de Dustin, que es este―dijo señalando al chico de la foto. Volví a asentir, con una pizca de reconocimiento hacia el chico. Aunque no recordaba haberlo visto en el colegio―. Y su novia, la de aquí―señala a la chica―. Se llamaba Kamille.

     ― ¿Qué más sabes de ella? Esa Kamille, quiero decir―inquirí con curiosidad.

     ―No sé mucho. ― Se detuvo a pensar―. Me parece haber escuchado que terminaron, pero no estoy seguro. No hablé nunca con ese chico. Y bueno, creo que ya te había mencionado que Clara se cambió de colegio.

Asentí lentamente, organizando los nuevos datos que tenía ahora. Realmente no hablaba con muchas personas en Pellington. Era bastante popular, así que todos me conocían, pero yo no a ellos. A duras penas recordaba a esa chica a la que había mencionado Randall.

     ―Supongo que da igual. De todos modos, no es la misma, y estoy muy seguro. ― Di por concluido el tema. Me repetí muchas veces que era imposible, luego de despedirme de mi amigo asiático y volver a casa. Sin embargo, me encontré a mí mismo más tarde con mi propio anuario abierto en la misma página. Cuando me di cuenta ya había pasado una hora mirándola. No podía ser, ¿o sí?

La imagen era de marzo del año anterior. Lo sabía porque yo mismo había estado ahí. Recordaba haber asistido al baile con Amanda, mi novia de aquel entonces. Una gran cantidad de flores adornaba el salón, iluminado por luces azules y púrpuras. La pareja estaba situada frente a una pared repleta de lilas. El chico llevaba el cabello marrón, aunque sobresalía un tono más oscuro en sus raíces. Vestía un elegante tuxedo negro, acompañado por una corbata roja que hacía juego con su acompañante. La chica a su lado era preciosa, no tenía otra palabra que la describiera mejor. Llevaba el cabello ondulado, cuidadosamente acomodado con una tiara alrededor de la coronilla. Su maquillaje era sencillo, pero elegante. Y su vestido rojo ajustado a la cintura era simplemente impresionante. No podía ser la misma Kamille. De ninguna manera. No había comparación.



#2237 en Novela contemporánea
#16905 en Novela romántica

En el texto hay: juvenil, desamor, amor

Editado: 18.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.