Kamille resopló al suelo ante su propia imaginación. Sin embargo, cuando levantó la vista, él no se había desvanecido. No comprendía qué estaba sucediendo. Cuando se detuvo junto a él, Lucas simplemente la saludó con la mano sin perder su sonrisa, y luego se marchó sin decir ni una sola palabra más.
Chica lista.
Aquellas dos palabras la acompañaron por el resto del camino hasta su habitación. Esas mismas dos palabras eran todo lo que ella había querido escuchar desde que lo vio por primera vez en el laboratorio.
De alguna forma, sabía que lo había perdonado mucho tiempo atrás. Sobre todo, ahora que ya habían terminado sus más insensatos años de adolescente.
Después de la gala benéfica lo había odiado por traicionar su confianza. Cuando el odio de la traición se disipó lentamente, entonces empezó a odiarlo por las miradas burlescas de todos en el colegio. Cuando vio por primera vez el video que él había grabado, ya el odio se estaba tornando en comprensión; pero para ese entonces, él se había ido. Y así fue como nació un nuevo odio. Lo odiaba por abandonarla, luego lo odió por hacerla esperarlo y nunca volver. Y ahora lo odiaba por haberla olvidado.
Kamille
Se suponía que al día siguiente debería haber estado hecha un desastre. Al menos eso era lo que pensaban todos, y lo que pensaba yo también. Sin embargo, cuando abrí los ojos, los rayitos del sol que se colaban por la ventana resultaron reconfortantes. Supongo que eso es parte del crecer y madurar.
Cuando eres más joven puedes ahogarte tranquilamente en la depresión. Cuando has crecido, toca hacer una elección. O sigues adelante o te vas al demonio.
Estos dos años había llevado conmigo una carga demasiado pesada y me había negado a dejarla ir. Me había aferrado al odio que sentía hacia Lucas, me había aferrado a todo lo malo de mi vida y lo había usado como impulso para continuar.
Y eso era lo que me había impedido ver todo lo bueno que tenía a mi alrededor. Mi familia estaba reunida nuevamente, tenía amigos que se preocupaban por mí, tenía salud, tenía vida. No tenía motivos para seguir atormentándome.
Sí, había perdido un amor, pero no era el fin del mundo. Había dejado ir mis lágrimas contenidas el día anterior, ahora, era momento de dejar ir al chico que las había provocado.
Lucas Vayne, ¿por qué todo había tenido que ser tan complicado entre nosotros?
Como si el mundo estuviera reproduciendo mis pensamientos por un megáfono, reconocí a lo lejos cómo se acercaba ese chico de cabello castaño claro.
Lucas
Cuando llegué donde ella estaba, sus ojos brillaban mientras me miraba fijamente. Estaba muy seria, pero su expresión era más bien expectante.
―Hola, Sue―rompí el silencio―. Lamento lo de ayer.
Ella me miró con mala cara por un segundo, pero luego echó sus libros sobre mis brazos, sonrió y me hizo una señal con la cabeza para que la siguiera. No pude evitar esbozar una sonrisa de alivio al ver que, la que parecía ser mi única amiga, no estaba enfadada conmigo. Aunque tenía muchos motivos para estarlo, luego de lo grosero que me había comportado con ella el día anterior.
Desde que había conocido a Susan, ella siempre había sido muy amable conmigo. Cuando estuvimos en el DTC, después del incidente, nos habíamos vuelto muy cercanos. Ella era bastante callada generalmente, pero a mi alrededor cotorreaba sin parar. No era tímida, solo no solía abrirse con cualquier persona. Al principio pensé que lo hacía para que no me preocupara demasiado por el asunto de los recuerdos perdidos, pero luego era algo tan normal que ya no me molesté en intentar averiguar el motivo.
En un punto de nuestra primera semana como amigos llegué a preguntarme si ella se comportaría así porque tenía algún sentimiento por mí, y tuve el descaro de preguntárselo directamente, a lo que ella me había respondido con una carcajada mientras decía: “Amigo, no te enamores de mí, porque no quiero tener que darte calabazas”
Desde entonces, habíamos sido como colegas que se apoyan el uno al otro.
― ¿Crees que lo que pasó ayer tenga que ver con tu pasado? ―me preguntó Susan frunciendo ligeramente el ceño cuando nos acercábamos al laboratorio, mientras giraba su cara hacia a mí.
―No lo creo. Estoy seguro―me encogí de hombros sin mirarla.
― ¿Y cómo estás tan seguro? ―me riñó mi amiga―. Cualquiera podría aprovechar que no recuerdas para inventarse una historia.
―Ella no me ha dicho nada desde lo de ayer…
―Lo de ayer fue una locura―me interrumpió con tono molesto―. Ella simplemente apareció de la nada y comenzó a hacer reclamos y a llorar como si el mundo se hubiese acabado.
― ¿Y qué te hace pensar que yo soy el bueno de la película? ―repliqué deteniéndome en seco―. No puedes asegurar que sea mentira lo que esa chica dijo, porque tú no sabes quién era yo en el pasado. Y yo tampoco lo sé.
Cuando terminé de hablar, me arrepentí inmediatamente de mis palabras. En el fondo sabía que Susan no se merecía mis reproches ni que le hablara de esa manera, pero no podía soportar que ella siguiera poniéndome como la víctima, cuando todo apuntaba a que yo era el villano.