Cinco Elementos. La Prisión para Magos de Valtoria.

III.

—Bien, Wanqian. Dime ¿Qué sabes hacer? —comenzó Lucía sin rodeos. Wanqian sin saber exactamente hacia dónde iba dirigida la pregunta meditó su respuesta, pero la chica aceleró con exasperación—. Eres Fengniano. Si importar como llegaste aquí. Tu gente tiene una habilidad natural para la magia. O manipulación de Qi, entiendo, es el término que usan ustedes. —Wanqian llevó sus ojos hacia arriba volviendo a meditar su respuesta. Si bien le pareció una pregunta extraña al comienzo, lo cierto es que en una prisión de magos de seguro era un tema importante, y tener una buena relación con su compañera de celda era probablemente la mejor opción. Sin embargo la respuesta no era sencilla, lo cual le hizo tardar en verbalizarla, ante lo cual Lucía volvió a pisar el acelerador—. No eres el único de tu raza en este galpón horrible. El viejo Li Wei es el más antiguo, y si lo que dicen sus aduladores es cierto, ha vivido al menos trescientos años… No es solo la cantidad de tiempo lo sorprendente, sino el hecho de que no haya muerto teniendo en cuenta su posición. He escuchado guardias murmurando que el jodido anciano es inmortal —la chica hablaba rascándose la mejilla, sumergida por unos instantes en sus pensamientos, sin embargo al instante volvió los ojos al joven fengniano esperando su respuesta.— Así que dime. ¿Qué sabes hacer? —La insistencia de Lucía hizo a Wanqian titubear nuevamente.

—¿Trescientos años? ¿Sus aduladores? —soltó en voz baja, frente a lo que Lucía volvió a arremeter— Escucha, Wanqian —comenzó con voz firme y una mirada decidida—. Voy a escapar de aquí y tú deberías hacer lo mismo. Pero para eso necesito de toda la ayuda posible. Puede que Aron y su grupo de conformistas estén cómodos aquí esperando la muerte jugando a la familia feliz. Pero yo tengo un mundo que cambiar afuera. Así que si eres inteligente, me ayudarás en mi plan de escape. —concluyó afilando todavía más la mirada. Wanqian, algo sobrepasado volvió a hablar en voz baja.

—¿Aron? ¿Familia Feliz? Escapar… ¿Y vivir dónde? —La última pregunta la acompañó con una mirada de tristeza en su tullido rostro. No había espacio en Nova Orda para ellos, mucho menos para alguien con sus ojos. Lucía inspiró hondo, relajándose, y bajando el tono.

—Lo siento, chico, no deseaba agobiarte. Pero planeo salir de acá, y hace mucho no veía una oportunidad para lograrlo. Hasta ahora, que por compañero de celda tengo a un chico de Feng… —Wanqian miró al techo y decidió esforzarse por bajar de su litera. Se sentó dolorosamente en el suelo, de piernas cruzadas frente a la chica que hizo lo mismo.

—Bien. Lucía. Vamos a hablar —dijo echando el mentón hacia adentro, casi cabizbajo, pero mirándole a los ojos.




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