Cinco Elementos. La Prisión para Magos de Valtoria.

VII.

—¡Sargento Winston! —dijo Aron, sin perder su mirada cálida a pesar de la situación— ¿Recuerda usted quizá…?

—Recluso número 13 Aron Lumiere —volvió a aclarar el sujeto del papel con la información de los reclusos. Al mismo tiempo en que por un milisegundo la expresión de Winston oscureció.

—¡Oh! Claro que me recuerda. ¿A cuántos de sus hombres maté en la época de su glorioso coliseo? —dijo el chico de cabello castaño sin perder la sonrisa ni la amabilidad en la voz— ¿No desea usted verme de nuevo en la arena? ¿Tal vez desquitarse por la última vez? ¡Incluso podría matarme usted mismo! —añadió con un tono entusiasta que contrastaba de forma drástica con el contenido de su mensaje.

Wanqian se sorprendió al descubrir esto. Aron parecía frágil, por decir lo menos, pero recordó entonces parte de la conversación con Lucía la noche anterior “…Es un tonto sumiso y conformista, pero… Su carisma es innegable, y dicen que su potencial con el manejo de qi es el de un prodigio”. Pero no era solo eso, por lo poco que había escuchado de él, sumado a su actitud amigable, le impresionó por sobre todo escucharle hablar coloquialmente de haber matado con sus propias manos. Aunque, pensándolo mejor, muy probablemente no haya tenido otra opción.

—Tal vez podría… Matarte ahora mismo. Aron Lumiere —dijo Winston, acercándosele.

—¿Tal vez podría? ¿Verdad, Sargento? —comentó Aron. Pero el Sargento se limitó a caminar pasando por el costado del joven. Finalmente Winston se paró en frente de los 6 prisioneros presentes y cerró los ojos.

—El anciano… ¡No! —dijo con dicha eufórica al ver la tensión que sus palabras generaban en los receptores— El valiente Aron Lumiere… ¡No! —Prosiguió mirando al joven, fingiendo desdicha por no escogerlo— El gusano fengniano… ¡No! —Continuó su performance mirando a Wanqian con ojos casi desorbitados— ¡Cuánta emoción! ¡Vamos por la mitad! ¡Quedan 3! ¿Quién será el afortunado sacrificio? —Volvió a soltar una carcajada— La hermosa señorita Giovanni… ¡No! —Esta vez se acercó a Lucía y le susurró algo que si bien Wanqian no llegó a distinguir, por la tonalidad asumió que era de contenido obsceno— ¡Quedan 2 participantes! —Se acercó entonces a Melina que estaba al borde de la crisis. Sus piernas temblaban y sus ojos lagrimeaban, costándole ocultar el sollozo. La tomó de los brazos y la levantó tan alto como pudo, la chica puso una mueca de horror— La distinguida señorita del número 21… Usted es la elegida —dijo antes de darle un grotesco lengüetazo en la mejilla y soltarla. La chica cayó de rodillas al suelo, paralizada, en completo shock—. Tiene usted 2 días para afinar su habilidad y brindarnos un entrenamiento digno del debut de nuestro programa. ¿No será un momento glorioso? ¿Joven recluso Aron? —preguntó mirando con la sonrisa más cruel del mundo al joven que por primera vez en la jornada parecía genuinamente afectado—. Ahora, si me permiten. He de volver a mis labores —dijo añadiendo su habitual carcajada— ¡Ah! Grant, ya puedes llevarte a tu muerto. Quiero en dos días a la prisionera número 21 lista para su primer… y último entrenamiento ¿Me oíste? —Concluyó con mirada perversa y despectiva hacia el director de la prisión, con un gesto de la mano hizo a su comitiva seguirle, y procedió a retirarse caminando lentamente. Caminó acariciando su barba y relamiendo sus labios. Cuando se encontraba ya en la salida, escuchó su nombre a lo lejos, desde lo profundo de la prisión.

—¡Winston! ¡Ve y discúlpate con la familia del soldado que vayas a traer! ¡Morirá antes de tocar a Melina! —Era Aron, aun con las manos esposadas. El Sargento alcanzó a ver la mirada llena de convicción del joven prisionero antes de que los guardias lo tomaran para devolverlo a su celda.




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