Cinco meses para decirte adiós

*19*

Sídney entró a la floristería y lo buscó con la mirada.

No lo encontró.

—Señora, se acuerda de mí —le dijo a la madre de Nick.

—Oh, claro que sí, linda.

—Me dijeron en el colegio que Nick se había caído de la bicicleta... ¿es verdad?

—Sí.

—¿Y cómo está?

—Bien, algo golpeado, pero bien.

—¿Puedo verlo?

—Eh... déjame avisarle.

—Okey.

Mientras la madre de Nick subía al departamento, acarició los girasoles.

Quería muchos de esos en su fiesta de cumpleaños.

Y también a Nick.

—Linda —habló aquella mujer nuevamente—, Nick dice que ahora quiere verte.

—¿No? —Bajó la mirada intentando ocultar su mirada cristalina—. Pero ¿por qué?

—Eso no lo sé. Tal vez aún se siente mal.

—Ya. Bueno, igual muchas gracias.

Cuando salió de la floristería, no pudo evitar que las lágrimas escaparan.

¿Por qué no quería verla?

Qué tonta era.

Y exagerada. Muy exagerada.

Pero ¿por qué le importaba tanto?

Se habían dado un beso, sí. Pero eso no significaba nada.

Nick no asistió a clases esa semana.

El lunes siguiente, lo esperó cerca de los casilleros del colegio y lo abordó.

—Nick.

La buscó con la mirada y ella caminó a donde él estaba.

—Sídney.

—Nick, ¿qué pasa? ¿Por qué no contestas mis llamadas? ¿Por qué no quieres verme?

—Yo, es que...

—¿Ya no te gusto?

—Sídney, nunca me has gustado.

—Pero ¿y el beso que nos dimos?

—Fue una estupidez.

—Te estabas burlando de mí.

Nick no le contestó.

—Ah ¿sabes qué? tu tampoco me gustas —espetó Sídney—. Eres la persona más desagradable que he conocido en mi vida. No quiero verte nunca más en mi vida —agregó, poniéndole fin a la conversación.




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