En la mañana sentía que mi cabeza daba vueltas y que está iba a explotar de un momento a otro. Mi cuerpo dolía como si hubiera corrido una maratón en la noche y mi rostro tenía las ojeras más grandes que luego de una noche de parranda durante mi adolescencia.
Había estado toda la noche dando vueltas en mi cama sin poder pegar ojo por la idea de que Jaspers me despediría en la mañana por hacerle una propuesta indebida. Para cuando decidí que, en caso de emergencia, podía asaltar mi cuenta bancaria y utilizar hasta el último centavo de mis ahorros mientras conseguía otro empleo, el despertador sonó estrepitosamente; justo cuando había cerrado mis ojos. Ni siquiera dos tazas de café negro que había bebido en mi casa y un capuchino que compré en la cafetería frente a la oficina lograron despejar mi mente.
Aún estaba medio dormida cuando entre en el elevador, tanto que ni siquiera note la presencia de Jackson hasta que él me saludo.
-Buenos días Beca. ¿Tuviste una mala noche?
Yo miré hacia mi derecha tratando de identificar a la persona que me estaba hablando y cuando lo hice, sentí mi corazón comenzar a alterarse, hasta que recordé que él ya estaba comprometido.
-Jackson, hola. Si, no logré dormir mucho.
-Ya veo. ¿Tu cita a ciegas tuvo algo que ver?
-¿Cómo?
Me puse en alerta y lista para negar todo, sobre todo si de algún modo había logrado averiguar que mi cita en realidad resultó ser nada más y nada menos que nuestro jefe.
-Es que Marisol me comentó que estabas anotada en el sorteo de citas por San Valentín.
-Claro, Marisol. ¿Cómo es que no se me había ocurrido?
Menos mal que no le había comentado quién resulto ser y ahora menos se lo diría.
-Entonces ¿Tan mala resulto?
Su tono de voz me decía que no tenía interés en la respuesta, pero su rostro indicaba lo contrario; él estaba ansioso porque le dijera que en realidad mi cita había sido un total desastre. Pero no le daría el gusto.
-En realidad, fue fantástica. Cenamos en un restaurante bastante fino y elegante...
Me detuve en seco, no podía decir que era un restaurante cinco estrellas, todos aquí sabíamos que el único que podía permitirse pagar un lugar así era Conelly.
-Quiero decir, fino y elegante comparado con los puestos callejeros en callejones sospechosos y bares de mala muerte a los que acostumbraba a llevarme mi ex.
-Comprendo. Entonces si la pasaste bien.
-Mejor de lo que me había imaginado.
-¿Y quién fue el afortunado?
-Ah.
No sabía que decirle, si le decía un nombre, estaba segura de que iría corriendo a investigar por lo que no podía decirle un nombre verdadero pero tampoco uno falso. Entonces recordé que Andy estaba muy entusiasmada porque este año no solo participaría el personal de nuestro edificio, también lo harían los de una cede en Washington.
-Era Andrew.
-¿Andrew? ¿Te refieres al esposo de Karen?
-¿¡Qué!? ¡No! Es otro Andrew; este es del equipo de marketing en las oficinas de Washington.
-Oh, vaya suerte la tuya; con los años que llevo trabajando en la empresa y no logro conocer a nadie de allá, aún.
-Oh si, mucha suerte la que tengo.
Estaba impacientándome porque el ascensor no llegaba a nuestro piso. Unos días atrás habría estado contenta de la vida de estar a solas encerrada en una caja metálica con Jackson, pero ahora solo quería escapar. Era tal mi estado de nervios que comencé a golpetear el vinilo del piso del ascensor con el tacón de mi zapato.
-¿Segura que estás bien?
-¿Qué? ¡Por supuesto, estoy de maravilla!
Al fin, luego de lo que pareció una eternidad las puertas se abrieron y salí disparada del lugar.
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Editado: 13.10.2024