Las manos de Ernesto acarician mi cuerpo, sus labios continúan en el área de mi cuello y por su miembro se que quiere tener sexo, tal vez si lo hubiera obtenido, de no ser porque se comporto como un idiota.
–Deberíamos dormir– le comento mientras detengo sus manos con las mías y las alejo de mi cuerpo– Mañana tienes muchas cosas que hacer.
Me alejo de él y me envuelvo más con el cobertor y trato de volver a conciliar el sueño, aunque pasados unos minutos Ernesto vuelve a posar una de sus manos en mi cintura y me atrae hasta él.
–Lo siento, pequeña– me susurra contra mi oído. – Tuve un día pesado.
Yo también lo tuve, y no por eso estoy chingandole la vida al prójimo, pienso para mis adentros, debería decirle, pero otra vez me guardo mis pensamientos para mí.
–No por eso tienes que tratarme de esa manera– le digo con seriedad. –Buenas noches.
–Descansa, cariño– dice con voz resignada.
Abro mis ojos con sobresalto, no sé qué hora es por lo que alargo mi mano hacia la mesa de noche, tomo mi celular y checo la hora, las 10:00 am, Por dios, es tardísimo.
Ernesto no se encuentra en la habitación, se supone que me despertaría temprano para que me llevara al departamento, pero o se le olvido o no sé, no le encuentro lógica a esto. Así que me levanto, voy por mi ropa de ayer, aunque solo me pongo el jean y salgo de la habitación rumbo a la cocina.
Mientras preparo un sándwich y un merecido café pienso en la desaparición de mi ropa, o sea no es que haya tenido mucha, pero he venido acumulando al menos tres cambios de ropa y ropa interior, porque Ernesto tiene el fetiche de quedarse con mis bragas por mas insulsas que sean, y de los cosméticos tengo los esenciales aquí por si las moscas, no entiendo como pudieron desaparecer de la noche a la mañana.
Cabe destacar que Ernesto no se encuentra en la casa, no se a donde fue, no me marco, no dejo un mensaje, ni siquiera se porque continuo aquí, debería irme a mi departamento a desayunar algo mas decente, acomodar mis cosas y arreglarme, claro y tomar mas dinero para ir con mis amigas a comprar maquillaje al mayoreo, pero no, sigo aquí como estúpida esperando a que mi novio llegue y me pueda explicar donde carajos están mis cosas.
Desayuno y a la vez checo mis mensajes de WhatsApp, hay un mensaje de mis amigas y otro de mi querido hermano.
Grupo de chat: Animalas
Luisa: ¿a qué hora es la clase?
Gloria: A la 1:00 pm. ¿si vamos a ir al mayoreo?
Xiomara: Yo si quiero ir al mayoreo.
Andrea: Yo también quiero ir, quiero comprarme unos labiales y una esponja.
Luisa: Nos vemos al rato.
Andrea: Sale vale.
Frank: Hola hermanita ¿Cómo estás?
Andrea: Sobrevivo ¿y tú? ¿Cómo te va con el frio?
Frank: Me gusta el frio, pero tengo que ir a comprar una nueva chamarra, aunque ya sabes que me regreso para vacaciones de diciembre.
Andrea: Me traes un llavero, unos chocolates y una sudadera
Frank: lo que quieras mientras tengas buen promedio.
Andrea: eso no se duda, hermano.
Termino de desayunar, recojo todo y los trastes los lavo y seguido de eso me voy a la habitación de Ernesto, me pongo la ropa de ayer menos el abrigo porque esta haciendo algo de calorcito, cepillo mi cabello y claro lavo mis dientes, y como no tengo mi jabón de rostro solo me mojo mi cara.
–Buenos días cariño– la voz de Ernesto hace que me sobresalte frente a mi reflejo, me llevo una mano a mi pecho y volteo a verlo, este se ríe de semejante susto que me dio– Lo siento, no quise asustarte.
–Lo hiciste– le contesto escueta pasando por un lado de él. –Pensé que me llevarías a mi departamento temprano.
–Preferí dejarte descansar. –Ernesto se rasca su cuello, se encuentra nervioso. – Perdón, mi comportamiento de ayer no fue el apropiado.
–Supongo que ya se te bajo el enojo– comento mientras voy a la cama, la cual ya tendí, tomo mi bolsa y lo miro fijamente– Debería estar acostumbrada a tus actitudes y a tus disculpas vacías.
–Andy, cariño– dice tratando de tocarme.
–Mira tengo clases a la 1:00 pm, si quieres podemos pasar el día juntos, nos relajamos y…
–Te comenté ayer que no podía pasar el fin de semana contigo– me interrumpe negando con la cabeza.
–Entonces ya está– digo agarrando fuertemente mi bolso, no pienso rogar más– Nos vemos hasta mediados de enero.
No espero a ver su reacción, y tampoco quiero que vea la mía. Atravieso rápidamente la habitación y cuando siento que no me va a detener, lo hace, Ernesto pasa sus manos por mi cintura, me carga y quedo frente a él.
El hombre frente a mi me mira con impaciencia, no sabe que hacer, aunque yo tampoco se a que esta jugando y lo que mas estoy odiando de este intento de relación son los cambios de humor y que tengo que aguantar todo.
–Esta bien, soy un tonto– dice acercando mas mi cuerpo al suyo mientras me ve suplicante y con algo de duda en su rostro– ¿Por qué no nos vemos la siguiente semana? Te quedas un par de días aquí, ya cuando los dos estemos mas relajados.
–OK, aunque también podrías venir conmigo.
–estaría bien, pero sería hasta mediados de diciembre, tengo que arreglar unas cosas, es mas sencillo que vengas tu.
–Bien, se hará como quieres. –respondo resignada.
–Perfecto, entonces ¿te llevo a tu departamento?
–Si no es molestia.
–Tu nunca eres molestia, pequeña.
Eso no pensaste ayer.
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Editado: 30.12.2020