Llego al edificio donde vivo y mientras subo las escaleras pido un taxi que me lleve a la central de autobuses. Entro y veo que mis amigos están comiendo tranquilamente.
–Pensamos que ya te habías ido– Comento Tiare después de haberlos saludado.
–No, fui al centro con las chicas– Dije lacónicamente e intento no demostrar cómo me siento. –Solo vine por mi maleta.
Aunque realmente no sé cómo sentirme respecto a la situación que se produjo en casa de Ernesto y por el momento quisiera no pensar en eso.
Me voy hacia a mi habitación, tomo mi maleta y repaso mi lista rápidamente, según yo no olvido nada. Me llega la notificación de que el auto me espera afuera y decido no alargar este amargo día.
Me dirijo a la salida, me despido de mis amigos y prometemos ponernos de acuerdo para vernos en vacaciones.
Es cuando estoy finalmente en el camión cuando repaso y analizo toda la situación. Primeramente, en ningún momento me imagine que Ernesto tuviera esposa ¿o sea que carajo? No tiene lógica, soy joven para ser una amante… en realidad Ernesto fue mi primer novio, mi primera vez.
Realmente el tema de su hijo no me causa nada negativo, supongo que es normal, tiene 35 y no me afecta que tenga o no hijos, pero de ahí a tener una esposa hay un abismo de diferencia y me siento como una estúpida, jugo conmigo, me prometió cosas, me engaño.
Me siento como un globo desinflado.
Observo las fábricas pasar, los maizales enormes. Suspiro y subo el volumen, la voz de Birdy llenan mis oídos y solo puedo sentirme más desdichada.
El camino continúa y es cuando llego a Salamanca cuando me bajo con todo y mi enorme maleta rosa y mi mochila rosa. Seguido de eso compro otro boleto para ir a Valle, gracias al universo que el camión llega rápido por lo que cuando menos acuerdo ya estoy llegando a la central del pueblo.
Aunque antes de bajarme saco de mi mochila mi cosmetiquera, retoco mi maquillaje al igual que mis labios rojos y por último arreglo un poquito mi desordenado cabello.
Las calles de mi pueblo no han cambiado ni un poco, los mismos locales, la misma gente, las mismas miradas criticas observando como camino cargada de cosas, solo espero no verme como me siento o tendré un problema con mi mamá.
Sigo caminando y antes de llegar a mi casa suena mi teléfono, un mensaje de WhatsApp.
E: Lo siento Andrea.
E: No me gustaría tocar el tema por teléfono, por lo que espero que podamos hablar en persona dentro de dos semanas, tal como habíamos acordado. Te aseguro que no es lo que parece. Traté de protegerte, pero solo conseguí perjudicarte.
E: Cariño mis sentimientos son honestos, no me imagino que esta maquinando esa cabecita, pero te aseguro que todo tiene un porque, solo necesito explicarte.
Andrea: Felices fiestas decembrinas, profesor.
Andrea: Saludos cordiales.
E: Por favor pequeña, no me hagas esto.
E: Podemos resolver esto por las buenas o por las malas.
Guardo el teléfono, saco mis llaves y no es cuando entro a mi casa cuando me siento tranquila y bien.
Mis vacaciones comenzaban, mi hermano regresa de Alemania, no debo de estar triste o arruinare mis tan ansiadas vacaciones.
–¡Al fin llegas mi niña! – dice mi mamá eufórica en cuanto me ve.
–Hola ma´– la saludo y nos fundimos en un fuerte abrazo, como quiero a esta mujer.
Mi mamá hizo enchiladas verdes por mi regreso y por mi inicio de vacaciones, están riquísimas y decir que comí pocas es quedarse corto, otro kilo más, pero no me importa… al menos por ahora.
Llega la noche y cuando estoy sola en mi habitación me llega la imagen de aquella mujer, Jesús es hermosa, bonitos ojos, rubia, nada comparado a mis 20 kilos demás, quizás ya tenga 30 kilos al paso que voy y Ernesto también es alguien guapo, inteligente, amable… y yo soy gorda, no tengo nalgas, no soy sexy ni siquiera tengo cintura.
Mis absurdos y negativos pensamientos se ven interrumpidos por una llamada, la tomo sin ver quien es, aunque me doy una clara idea de quien me esta llamando a esta hora.
–Pensé que no contestarias– dijo Ernesto con cierta preocupación en su voz. – ¿llegaste bien a tu casa?
–Pensé que no llamarías– conteste ignorando su ultimo comentario– ¿Qué es lo que quieres?
–quiero hablar contigo ¿eres mi novia recuerdas?
–¿novia? ¿tu y yo? – digo con sarcasmo y rio levemente– creo que olvidas a tu esposa.
–Olivia no es mi esposa, solo la madre de mi hijo.
–Pues eso no es lo que ella dijo– digo lacónica– Por favor no llames mas.
–¿vendrás tal como acordamos?
–Ernesto me parece una burla mantener esta conversación contigo, no voy a ir. – El enojo me sube por los brazos, siento como mis manos tiemblan y mis ojos se llenan de lágrimas.
–Andy por favor.
–Ernesto deja las cosas así.
Cuelgo el teléfono, seguido de eso lo dejo de lado y me hago bolita en mi cama y es en este momento donde permito que las emociones me invadan y dejo correr libres las lagrimas que han estado comprimidas en mis ojos durante todo el día.
Un globo desinflado, pobre ilusa, al final de cuentas no soy más que una niña tonta que pensó que el hombre que había idealizado toda su vida, aun si conocerlo, que además era mi maestro y me ganaba con quince años… solo yo pude crearme y creerme una fantasía así.
A la mañana siguiente bajo las escaleras y me dirijo hacia la cocina donde mi mamá se encuentra dándole en desayuno a mi abuela, quien a temprana hora de la mañana ya se esta quejando sobre sus dolores, la comida, etc.
Suelto un suspiro y tomo asiento frente a mi abuela, que sinceramente tengo mas parecido con mi abuela que con mi mamá, que ironías de la vida. En fin no tardo mucho en atacar mi enorme plato de chilaquiles acompañados con un huevito estrellado y por supuesto mi amada taza de café no podía faltar.
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Editado: 30.12.2020