Noviembre
Al parecer los últimos meses había juntado bastantes cosas y eso que vivía en un departamento pequeño, no me imagino la acumulación de cosas si hubiera vivido en un lugar más grande.
–esta es la última– dijo Juan bajando una caja de plástico con mis pertenencias.
Hoy es domingo, el primero del mes y el inicio de mi estadía en esta casa.
La casa era tamaño promedio, había venido a verla hace unas semanas y contaba con lo básico, aunque tenia que admitir que lo que más me gustaba era no compartir baño y el calentador solar o sea es que el calentador de gas me daba pavor.
–Gracias– le dije mientras entraba a la casa… mi nueva casa.
Volteo a ver a mi mamá que esta recargada en el auto gris.
–¿Qué opinas? – inquiero preocupada.
Ella parece que se lo piensa un poco, chocamos nuestros similares ojos y solo se encoge de hombros.
–está bien, aunque no me convence la zona– dijo con simpleza– no me agrada que vivas con esos dos muchachos que no conoces, al menos el baño es individual no como cuando vivíamos con los otros.
Sonrió con inocencia y balanceo mis pies.
–dos mudanzas en menos de seis meses– se quejo Juan saliendo de la casa– espero que dures más aquí.
–yo también lo espero– susurre.
Seguimos platicando mi mama y Juan, no quería que se fueran porque no tenia muchas ganas de instalarme.
Después de unos minutos un carro se estaciona atrás del carro de mi mamá y de ahí bajan mis nuevos compañeros de casa, me asunte un poco porque Juan no sabía que me quedaría con dos hombres porque la pareja de mi madre es muy espantado así que no quisiera saber que mentira y/o excusa le dará cuando estén solos.
–Buenas tardes– saludo Dante quitándose sus lentes de sol– Ustedes deben ser los padres de Andrea un gusto soy Dante.
Dante les tiende la mano y mi mamá no duda en estrecharla, Juan hace le mismo acto y ambos escrudiñan a Dante mientras que este último solo sonríe, voltea a ver y me asiente con la cabeza.
–Ah miren ahí viene Oliver– dijo cuando vio a su amigo castaño caminar hacia nosotros. –Saluda viejo.
Oliver saluda a Juan y a mi mamá con nerviosismo y después levanta las cejas, típico saludo mexicano.
–Pueden tener la seguridad de que no le pasara nada a su hija– dijo Dante– Es extraño que una mujer viva con dos hombres, pero no tenemos malas intenciones por lo que solo seremos compañeros.
Mi mamá voltea a verme y asiente levemente como aprobando a Dante.
–en ese caso nos vamos mas confiados– dijo Juan con severidad– Aunque si le llega a pasar algo vendremos directamente aquí.
–Por supuesto señor, si se sienten mas seguros les pasamos nuestros números telefónicos.
–me sentiría más tranquila– añade mi mamá.
En el lapso de aquel tiempo solo podía sentirme incomoda y avergonzada, pero no podía poner quejas, no los conocía y dada la situación actual prefería que mi madre tuviera sus contactos por si, espero que no, me pase algo.
–Un gusto conocerlos– dijo Oliver– los dejamos.
Los dos chicos me dejan a solas y después de las típicas despedidas con mi mamá finalmente veo al carro gris salir del fraccionamiento.
Entro a la casa y veo a los chicos platicando en la sala la cual se reducía a un sofá cama viejo, un mueble de madera y una pantalla junto con la consola de videojuegos.
¿Por qué no me sorprende?
Decido pasar de largo, me sentía un poco incomoda, supongo que me acostumbrare.
Voy a la cocina y saco de la bolsa el montón de tazones de comida que mi mamá había preparado para mí.
–¡tu lugar son los primeros dos niveles! – exclama Oliver desde la sala, asiento y abro el refri.
Suelto una risa tonta al ver que el refrigerador esta casi vacío. Acomodo mis tazones en los dos niveles y tomo nota de que tengo que ir por yogurt y leche al super para continuar con la horrible dieta.
Después subo a mi habitación, las ventanas dan hacia la calle y es la habitación con mas luz, no lo sé quizás mis compañeros sean vampiros… uno nunca sabe.
Acomodo mi ropa en el closet, al fin tengo closet de nuevo que bonita sensación, después hago la cama, desdoblo mi mesa-tocador y pongo mi maquilla. Seguido de eso voy a mi baño y pongo mis cremas en el botiquín, también pongo papel, una nueva cortina color rosa chillante.
Estoy echada en mi cama cuando veo el pelo castaño-pelirrojo de Oliver asomarse por el marco de la puerta.
–Hola…
–Hola– sonrió invitándolo a que se pasara.
–Oh nada mas para comentarte que hay un espacio abajo para tu escritorio– dijo frotando sus manos– Por si gustas ponerlo ahí o aquí no sé cómo te acomodes más…
Junto mis labios conteniendo la risa y es que es muy tierno, esta todo nervioso frente a mi y solo me esta diciendo que ponga mis cosas abajo.
–Esta super bien, gracias– digo levantándome– Ahora mismo acomodo mis cosas.
–Claro, yo estaré… en mi habitación.
–Bien.
Otra semana más comenzaba, aunque esta vez podía levantarme más tarde porque vivía más cerca y podía irme caminando al campus.
Por lo que cuando sonó la alarma a las 6:00 am me sentí renovada, si solo era una hora de diferencia, pero para mí era una abismal diferencia; en fin, me levanto, tiendo la cama y me voy directamente a la ducha.
Salgo y hago mi rutina de siempre: me visto con una falda de cuadros, una blusa negra y una chamarra de plasti-piel, me maquillo, accesorios y estoy lista para preparar un rápido desayuno y empacar la comida de al rato.
Antes de salir me detallo en el espejo de cuerpo completo que los chicos tienen en la puerta de la entrada y sonrió, sí sonrió como antes de que toda la mierda me invadiera, era innegable el cambio en mí, me siento más madura, más fuerte, más guapa, más segura, haber bajado esos kilos me habían servido demasiado, digo nunca he sido una chica muy insegura pero ahora siento como si brillara, no lo sé.
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Editado: 30.12.2020