Alysa corría a través del pasillo con el pulso acelerado. Y a pesar que era plenamente consciente que no podría huir de la Primera Base, su instinto la obligaba a seguir. La gota había colmado su vaso y ya no le importaba el proyecto secreto, sus padres o el loco de Reik. ¡Había intentado matarla! ¿A caso pretendían convertirla en una asesina?
—¡Detente! —le ordenó en ese momento Reik desde el otro extremo del pasillo— ¡Alysa! —la llamó corriendo para alcanzarla. Alysa aceleró el ritmo y le cerró el paso.
—¡Déjame en paz! ¡Eres un maldito psicópata! —le gritó para que entendiera que la próxima vez que le hiciera algo semejante en lugar de quedarse mirándolo con un nudo en la garganta lo atacaría.
—¡No es así! —le contestó frustrado. Antes que Reik pudiera cogerla del brazo para que se detuviera Alysa se paró en seco y lo amenazó.
—¡No me tomes por idiota! —le escupió con rabia. Los ojos de Alysa se transformaron en dos diamantes capaces de cortarlo en dos.
—Cálmate —le dijo Reik con una voz baja. Alysa resopló por su falta de tacto, lo empujó fuertemente contra la pared del pasillo y le colocó el brazo derecho horizontalmente contra la garganta para ahogarlo.
—Me calmaré cuando me dé la gana —le dijo en un susurro letal mientras Reik luchaba para controlar sus ojos—. ¡Jamás olvidaré lo que me acabas de hacer allí dentro!
Reik apartó la vista avergonzado y sus mejillas se sonrojaron. Alysa le estaba diciendo la verdad. Una realidad tan cruda y clara que asustaba. Una parte de Reik había deseado su muerte, y a pesar que no sabía de dónde demonios había salido tal sentimiento oscuro, le pertenecía. Ahora solo podía disculparse con ella y luchar con todas sus fuerzas para que no se repitiera. ¿A caso se estaría volviendo loco? Reik jamás había deseado matar a nadie con tanta sed, no al menos a otro terrenis tan joven e inocente.
—Lo siento mucho —se disculpó Reik mientras notaba el brazo de Alysa apretándole la garganta—. Te juro que no era mi intención.
—¿Te crees que tu intención me importa? —le preguntó mientras empezaba a notar cierta excitación en sus dedos que la instaban a seguir apretándole la garganta— Tus actos han hablado por ti.
Reik empezó a notar la falta de aire. La garganta le escocía y notaba como sus pulmones demandaban aquello que Alysa les estaba negando. A pesar de ello se mantuvo impasible y dejó que ella siguiera torturándolo.
—¿Tú ahora mismo no deseas matarme con todas tus fuerzas? —le preguntó Reik. ¡Por supuesto!, exclamó la voz interior de Alysa. Claro que quería matarlo y descuartizarlo y entonces, Alysa se apartó de Reik y recuperó el color castaño de sus ojos.
—Es algo completamente distinto —le contestó ella algo avergonzada porque acababa de actuar de la misma forma.
—Es lo mismo —le afirmó Reik. Él se quedó contemplándola a los ojos mientras Alysa parecía perdida— Tú acabas de desearlo… Mi muerte —nada más escuchar la palabra maldita Alysa dio un paso hacia atrás pero Reik la detuvo—.¡No debes sentirte culpable! Algo dentro de nosotros nos impulsa a ello —le explicó.
—¿Esta es tu forma de justificar unos actos atroces?
Reik abrió la boca para contradecirla pero la cerró repentinamente. Entonces endureció sus facciones y clavó sus ojos en los de Alysa.
—¿Crees que puedes controlarlo aunque sabes que están jugando contigo?
Alysa asintió con el rostro serio mientras Reik deseaba sacudirle esas ideas inocentes y erróneas de su mente.
—Te equivocas —le advirtió—. Hay situaciones que escapan de nuestras manos.
—Deja que me ocupe de estas manos —le dijo Alysa mostrándole sus manos—No volverán a hacerte daño.
Reik le mostró una sonrisa torcida y se rindió. Entonces suspiró y alargó su mano izquierda.
—Me parece un buen trato. Yo prometo ocuparme de las mías.
Alysa alargó su mano para sellar la promesa. La mano de Reik era firme pero gentil. En un principio se estremeció al recordar todo lo que le había hecho en la sala de prácticas pero apartó todas sus inquietudes y decidió confiar de nuevo en ese chico que parecía demasiado maduro para su edad. ¿Por qué Reik siempre iba un paso por delante de ella?
—Sé que una promesa sin hechos no vale mucho —le dijo Reik mientras se pasaba una mano nerviosa por su cabello negro— .Pero…
—¡Reik! —lo llamó en ese momento Zale— Te estaba buscando —le dijo en un tono extrañamente nervioso e inquieto— ¡Vaya…! —exclamó al darse cuenta que había interrumpido su conversación.
—No te preocupes —le contestó Reik—. ¿Qué te ocurre?
—Nada —le mintió Zale, y como Reik le mandó una intensa mirada, él no tuvo más remedio que confesárselo.
—Vanir —le dijo mientras todas las alarmas de esos dos terrenis se disparaban—. Ha desaparecido.
—¿¡Cómo que ha desaparecido!?
—¡No lo sé! —le dijo Zale muy alterado— Ayer entrenó conmigo pero hoy no ha aparecido por la sala. Cuando se lo he preguntado a mi entrenadora me ha dicho que no se encontraba disponible.
—Eso mismo nos sucedió a nosotros —le contestó Alysa mientras recordaba su espantosa noche llena de dolor y gritos.
—Pero vosotros reaparecisteis el día siguiente —le dijo Zale clavándole sus ojos ambarinos—. Él no ha estado en su habitación por dos noches.
—¿Cómo lo sabes? —le preguntó Alysa.
—He estado allí.
—¿¡Cómo!? —le insistió mientras Zale y Reik se acercaban a ella para que bajase el tono de voz.
—Nos colamos —le aclaró Zale con una sonrisa insolente.
—¿Con semejante retorno en las habitaciones? ¡Imposible! —se burló Alysa menospreciando al ónice que se encontraba enfrente de ella.