Guardé en mi ropero las cajas, mis padres no llegarían hasta más tarde. No me cambié el traje, dentro de una hora había aceptado ir a una cena con Angelina y no la traicionaría. Bajé las escaleras y empecé a caminar de un lado a otro. Vi a la sirvienta mirandome preocupada.
—No estoy para tus absurdos planteos.— le dije antes de que se acercara a hablarme.
Alguien golpeó la puerta, ella atendió y yo esperaba paciente a que Angelina pasara para hacer su entrada triunfal y salgamos en dos minutos. Cuando la vi me quedé boquiabierto. Había cambiado bastante, tenía un cuerpo de infarto y sobretodo la veía sonreír con intensidad.
—¿No me saludarás?— me preguntó acomodando su vestido era de seda y de color rojo. Vi como la sirvienta bajaba su rostro.
—¿Y si te arruino el maquillaje?—le pregunté irónicamente.
—Te mataré.— me respondió dandome un cálido beso en la mejilla.
—Que tenga buena noche señor.— me dijo la sirvienta antes de salir. Por primera vez alguien me causaba ¿Pena?
Ibamos en silencio nuevamente en el auto, se la notaba nerviosa, tomé su mano y sonrió, sus perfectos labios me despertaron un insistente deseo:besarla. Ella me observó y me miró de la misma forma que seguramente lo estaba haciendo yo. Nos interrumpió su chófer al llegar, le abrí su puerta y la tomé de la mano, entramos y caminamos con seguridad.
—Es sobre impacto ambiental, necesito encontrar alguien que lo apoye para armar un centro.— me detuvo a la mitad del camino. Asentí y ella pareció decepcionarse, jamás fui bueno con las palabras.
—Te apoyaré siempre en lo que decidas. —le susurré en el oído y se tranquilizó.
Había mucha gente vestida de gala esta noche, era un lugar al descubierto y todo estaba ambientado a la perfección. Conocía a bastantes personas que estaban ahí, por negocios fallidos con mis padres y demás cuestiones. Angelina me dejó solo porque iba a decir unas palabras, se despidió y fue detrás del escenario. Un hombre robusto y pelado se me acercó petulante, de todos los que había, él era el único que planeaba no toparme.
—Cazziati y una Berlusconi, quién lo hubiera pensado.— me dijo tomando una copa de lo que parecía ser un aperitivo.
—Señor Pozado, que sorpresa, ¿Esta aquí para invertir?—pregunté sin mirarlo con las manos en los bolsillos.
—No invierto con niños.— me dijo soberbio haciendo señales con la copa al escenario.
—¿Usted conoce a mi hermana Constantina?—le pregunté por primera vez viendo sus diminutos ojos negros que se le escondía detras de esos puntiagos anteojos.
—Si.— me respondió como si fuera una obviedad.
—Es ella quien maneja los negocios, mi abuelo solo aconseja, la mitad que le responde a Constantina y lo que invierte usted en ella, es la razón por la que sus bolsillos estan forrados de dinero.— le respondí. Él se quedó sorprendido y se fue alejando fingiendo una llamada inexistente.
Sonreí victorioso. Vi a Angelina salir detrás del salón y agradecer con enfásis a todos los que asistieron el evento, un par de palabras que parecían ser sinceras y eso me hacía recordar a Dalila. Cuando terminó de hablar, saqué mi celular del bolsilllo y la llamé, eran cerca de las once, no me atendió, lo hice alrededor de cuatro veces, definitivamente la había arruinado.
Vi a Angelina acercase, me tomó del brazo y giramos en circulo para hablar con todos los conocidos.Charlamos con un par hasta que mi falsa novia se paró cerca de Pozado e intentaba tener una conversación forzosa con él.
—Angelina, minutos antes de que hablaras, el señor Pozado aceptó invertir y cubrir más de la mitad de los gastos que tienes, ¿O no Pozado?—le pregunté intimidante sonriendo con naturalidad.
—Eh... Si en eso quedamos.— carraspeó nervioso.
—Fantástico Pozado. — dijo Angelina sorprendida. Llamó a su abogado que se encontraba en la otra punta de la pista. —Hable con él, firme los papeles y esta todo solucionado. —volvió a decir. — ¿Cómo lo conseguiste? —me preguntó luego de un rato en silencio bebiendo aperitivos.
—Pozado trabaja para mi hermana, es un mediocre, pero si lo manejas del primer momento te aseguro que es un gran aliado. —le respondí mirándola. Un mensaje llegó a mi celular y mi corazón hizo unos girones. Era Dalila, no me importo en absoluto que decía y la llamé. Me excusé con que iría al baño y me liberé de Angelina.
—Hola. — respondió Dalila nerviosa.
—Fui un estúpido, lo fui y lo soy. — le dije apoyando mi frente en la pared, como si de algún modo bajara el calor que sentía con su llamado.
—Lo sé, espero que algún día te arregles. —la escuché reír. — ¿Dónde estás? —me preguntó y un silencio se hizo entre las dos líneas.
—En mi casa. — le mentí. Mordí mi labio esperando la eterna respuesta.
—Tengo que irme. — dijo apresurada.
— ¿Mañana nos vemos? —pregunté entusiasmado por volverla a ver.
—Claro que sí. Disfruta de la fiesta con Angelina, mándale mis saludos. — me dijo y cortó. ¿Cómo demonios se había enterado?
Una furia recorrió por mi cuerpo, me dirigí a Angelina que estaba de espaldas sacándose una foto de su pronunciado escote en v. La miré con el semblante apretado y me fui hasta la puerta indignado. El evento era sin publicidad y habían entrado siete cámaras.
—Valentín, no está bien visto que te vayas y me dejes. —me gritó corriendo hacia mí con tacones.
— ¿Por qué esa necesidad de mentirme? —le pregunté devolviéndome y señalándola.
—Es injusto. Aceptaste venir y fingir, eres tú también un mentiroso. —me dijo exasperada moviendo sus manos. —No tengo la culpa que Dalila nos haya visto en pantalla, ni de que la llamaras. — ¿Estás enamorada de ella? —me preguntó con los ojos llorosos.
—Sí. — le respondí girando mi cabeza al costado.
—Vete. —me dijo limpiándose la única lágrima que le había salido.
—Eres una gran amiga Ang…
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Editado: 09.07.2021