Capítulo #10
Zeus le iba a responder, escucharon a su hija gritar. Ellos se miraron y salieron corriendo a buscarla y la encontraron llorando a mitad del camino, Zeus la tomó entre sus brazos y notó que estaba de nuevo hirviendo nuevamente de fiebre.
—Tenemos que bañarla —habló Hera tocando a su hija.
—Sí —dijo él como sintió la respiración caliente en su cuello y su niña, como llora por el malestar, le duele verla así—. Vamos rápido, no me gusta verla así.
—Vamos.
Ellos caminaron de nuevo a la habitación, al entrar ella fue directo al baño para preparar la tina, Zeus se encargaba de desvestirla para bañarla, Helena estaba lista, la sumergió en el agua.
—Mamá —dijo ella llorando.
—Tranquila, cariño, ponto pasará —le habló Hera animándola.
—Tengo mucho frío —comentó temblando—. Papá.
—Aquí, estoy —dijo Zeus acercándose a ella, no le gustaba verla así—. Papá estará contigo, todo el tiempo.
—Mami —murmuró deprimida—. Tengo sueño.
—Vamos a bajar, esa fiebre —le dijo su madre—. Después duermes.
Helena asintió.
Zeus y Hera, empezaron a bajarle la fiebre a su hija, después de media hora se la bajaron y la volvieron a vestir, acostaron en su cama para estar pendiente de ella, Zeus la arropó.
—Es mejor que duermas —le recomendó Zeus.
—No, tengo que cuidarla —contestó Hera sin querer dormirse.
—Estás muy agotada, duerme y tres horas te despierto —le pidió él mintiéndole.
—Está bien —dijo suspirando y le dio un beso en la mejilla a su hija, a él en los labios—. Me llamas ¡eh!
—Sí, tranquila —dijo él sonriéndole.
Zeus notó cómo ella cerro los ojos y quedó profundamente dormida, no sé sorprendió porque se vio bastante agotada, estuvo pendiente de Helena casi toda la noche, llegó un momento que el sueño lo venció y la tocaba para saber si la fiebre había regresado o no, para su tranquilidad la niña paso muy buena noche. Aunque él no.
Hera, cuando despertó, notó que aun su hija seguía durmiendo y le tocó la mejilla y observó que su temperatura era normal, y eso la tranquilizo. Observó que Zeus no se encontraba allí, bajó con cuidado de la cama, fue a buscarlo, cuando lo encontró en el comedor, se encontraba leyendo el periódico y se acercó, le dio un beso en la mejilla, notó que llevo puesto sus lentes.
—Qué guapo —dijo ella sonriéndole y él la estaba mirando.
—No te burles —dijo Zeus dejando a un lado el periódico y quitándose los lentes—. Sé que no te gusta, que los use.
—Solo bromeaba —le sonrió.
—No te creo nada —dijo él levantándose, para estar a su altura—. Helena pasó buena noche, no te quise levantar.
—Gracias, me hacía falta dormir, no te creas dormida, la tocaba —le confesó mirándolo—. Acuérdate que estuve con ella por tres años sola y no fue más de una vez que le bajé una fiebre.
—Te informó, que Elián llamo —le comunicó él con seriedad—. Te despidió.
—¡Qué! —exclamó Hera asombrada—. ¿Qué le dijiste? —le preguntó molestándose.
—Me pidió que te dijera, no puede trabajar con una mujer tan irresponsable, falto ayer y hoy —le dijo él aguantando la risa, ver su cara palidecer.
—No, puede ser —dijo ella anonadada y mirando el reloj que marcan las once y media de la mañana—. Dios mío, he fallado a Elián con razón. Me despidió.
—Son mentiras mías —soltando una carcajada—. Llamo para decirme, viene más tarde. Sí sonaba serio.
—Qué será —dijo intrigada.
—Tengo que irme —anunció Zeus tomando su celular—. Nos, vemos más tardecito —dijo él besándola con pasión—. Adiós.
—Adiós —mirando cómo se alejó de ella.
.
.
Dos horas después.
Hera estaba ayudando a su hija a desayunar, aún se encontraba débil y prefirió llamar a la institución e informarles que no irá en toda la semana.
—Mami —habló ella más animada—. Voy a decirle a papá que nos lleve a pasear este fin de semana.
—Me parece bien —dijo Hera sonriéndole—. Acuérdate que este sábado es el cumpleaños de la tía Letha
—Yupi —contenta—. Comeremos mucho pastel.
—Sí —dijo ella alegre, en eso sintió el sonido del timbre, observó cómo la señora de servicio fue abrir—. ¿Quién será?
—No lo sé —habló Helena sonriendo.
—Hola familia —habló Sofía llegando con Ulises y su futuro esposo.
—Tía Sofía —dijo Helena emocionada.
—Mi niña —dijo Sofía sonriendo—. ¿Y cómo sigue?
—Mejor —contestó su cuñada—. A noche se le subió la temperatura, logramos bajársela y Zeus estuvo cuidándola toda la noche.
—Hola, Helena —habló Ulises acercándose a ella y sonriéndole.
Helena sonrió feliz.
—Mami, ¿puedo ir con Ulises a mi habitación? —le preguntó radiante.
—Claro, con cuidado —le pidió.
—Sí, señora —dijo Ulises como agarró la mano de su amiga.
Helena y Ulises subieron a la habitación.
—Vengo a platicar contigo —dijo Elián mirando a Hera con seriedad—. Sobre el trabajo.
—¿Me vas a despedir? —le preguntó ella insegura.
—No —respondió con rapidez—. Vengo a pedirte, qué posibilidades, tengo que trabajes en casa. Es que mis padres me pidieron de favor que contratara a mi prima Amara por un tiempo. Tiene problemas económicos, no tengo confianza en ella y quiero que trabajes la contabilidad del bufé. Dime. ¿Aceptas?
Hera quedó perpleja, ella solo era su secretaria, tener ese cargó tan importante, se sintió muy alagada y emocionada a la vez.
—Claro que aceptó.
—Le dije a mi amor que aceptarías —habló Sofía sonriendo.
—Perfecto —dijo él aliviado, su anterior contador no le estaba dando los resultados que debía y estaba sospechando que estaba robando—. Mañana te traigo todo.
—Gracias.
—¿Y mi hermanito en dónde está? —preguntó Sofía notando que no lo veía.
—Se fue, hace un par de horas —le informó—. Debe venir en cualquier momento.
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Editado: 26.05.2023