Crasthiang

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Las últimas palabras que dije a mi padre cuando abandone su casa fueron: seré mi propio hombre rico. Hasta el momento lo había cumplido, no tenía ni modo, ni ganas de cambiarlo.

Directora e inversionista de la exitosa agencia Beckham con gran alcance mundial y estando cada año en las mejores del mundo. Añadiendo que he sido nombrada una de las mujeres más influyentes del año, por quinta ocasión consecutiva.

Doy un sorbo a mi café sintiendo unas manos frías tocar mis hombros desde atrás.

—Buenos días, Meredith—dice él intentando besarme, pero mi taza de café interrumpe su acción. Mejor.

—Zane—pronuncio mientras muevo un mechón de mi cabello rubio atrás de mi oreja—. Te dije que nada de besos.

No quito la mirada fulminante de él. Zane solo asiente con la cabeza al tiempo que se disculpa en voz baja. Un acuerdo no se debe romper, son casi como las promesas.

Mi celular suena, mis opciones se limitan a contestar al ver que se trata de Kaya, ruedo los ojos mientras escucho su respiración. Zane me mira interrogante, pero no pregunta.

—Meredith—dice la voz después de un suspiro fuerte—, tenemos un problema, Marie ha perdido los papeles que autorizaba los permisos del jefe de publicidad que firmaste para BECKAHM, olvido hacer copia de seguridad y lo borró por accidente—vuelvo a rodar los ojos—. ¿Y por qué aún no estás aquí? hay reunión con los presidentes.

Frunzo el ceño esperando más información, Zane vuelve a mirarme interrogante queriendo saber que ocurre, pero no digo nada, no le interesa. A mi mente llega la reunión que era hoy. Me golpeo mentalmente por haberla olvidado.

—¿Perdieron algo tan importante como eso? —suspiro hondo rodando los ojos una vez más—, son inútiles. Su trabajo es el mínimo y no sirven para nada, solo causan problemas.

Kaya no dice nada, solo escucho su respiración.

—Sí, jefa—responde—, disculpe, ha sido nuestro error, no volverá a ocurrir—añade—. ¿Tiene alguna copia que pueda enviar?

—Debería despedirlas y contratar a personas menos inútiles—respondo—. Se las envío en un momento.

—Y… ¿Sobre la reunión? No puede esperar.

Doy un fuerte suspiro, llenando mis pulmones de aire para seguir hablando, he olvidado por completo la reunión y aquello es importante para el futuro de la empresa, soy la directora dentro y es bastante sustancial mi presencia.

—Es tu culpa, debiste haberme recordado—no sé escucho nada más que sus exhalaciones—. Llego enseguida. No muevan algo más, ¿quieren? Y diles que esperen, después de todo es tu culpa.

Cuelgo sin esperar su respuesta. Levanto la mirada al sentir la de Zane, quien la baja al instante.

—Deberías irte a casa—pronuncio—. Yo te llamo.

Él asiente sin decir nada, toma sus pertenencias y sale de mi apartamento mientras yo tomo un baño y me alisto tan rápido como me es posible. Tomo mi bolso lanzando dentro mi celular y agarro mi abrigo comenzando a caminar hasta el elevador. Una vez que llegó al estacionamiento camino a mi vehículo y tras entrar comienzo a conducir.

Pasa alrededor de una hora para cuando llegó a Beckham, detengo el auto en el estacionamiento subterráneo, lo que significa que debo subir entrar por la puerta trasera. Observo a mi alrededor notando el ruido. Cruzo el pasillo ignorando los saludos a mi alrededor y subo por mi elevador hasta mi oficina.

Kaya me espera junto a la puerta. Una vez que estoy junto a ella me entrega un latte, al menos era la única cosa que había hecho bien.

—Están esperando.

Entro a mi oficina dejando el bolso en mi escritorio, pero la sorpresa es que mi escritorio está lleno de documentos. Ruedo los ojos girando mi cuerpo pidiendo una explicación hacía eso. Las tres bajan con vergüenza la cabeza.

—El digital hubiese ahorrado tiempo—pronuncio—. Se envió antes de que saliera de casa.

Para poner mi bolso lanzo al suelo los papeles que fastidian mi escritorio. Finalmente, en el suelo es donde todos se han revuelto.

—Quiero que ordenen todos esos papeles antes de que termine la reunión—señalo—. Que sea rápido y todos en fechas.

Las tres asienten bajando sus cuerpos y comenzando a ordenar mientras murmuran apenas audible. No tengo tiempo para perder en ellas por lo que salgo de la oficina hacia el elevador. Kaya va tras de mí. Ambas subimos al elevador llegando a la sala de reuniones.

Entramos incomodas ante el silencio y el sentir las miradas de los ejecutivos. Los ignoro tomando asiento.

—Es bueno verla, Shipman.

Muestro una falsa sonrisa mientras me acomodo en la silla y observo a las personas que hablan. He llegado tarde, y es imperdonable; sus miradas desaprobatorias me lo confirman. Pero después de todo, yo tengo casi todo el poder dentro, así que no me importa.

***

—Se lo comunicaré a mi equipo, es claro que debemos innovarnos para acercarnos a un público superior—añade Haggard escribiendo algo en su portátil.

—Tenemos tres meses —la voz de Bullock se posa rígida—. Nuestro futuro está en juego, tenemos un gran mercado a nuestros pies, solo nos queda sacar beneficio de este—sus manos firmes regresan por completo a la mesa mientras saca un documento de una de sus oscuras carpetas—. Si no nos innovamos, todo lo que hemos construido se derrumbará.




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