CAPÍTULO 19: CULPABLES.

Me observo en el espejo, y le sonrío a mi reflejo. Encuentro a una mujer nueva, de pies a cabeza, en aquello que se ve y mucho más en cosas que no se ven, pero se sienten.

Se quiera o no, la presencia de una persona, te cambia por completo. Puede ser para bien, o puede ser para mal. Sea como sea te transforma en una nueva versión.

Me veo y tengo recuerdos de cuando un tiempo antes me observé, y me vi tan mal que me prometí que nunca más iba a permitir que una persona entrara tanto en mí, al punto de generar cambios abruptos.

Y, sin querer queriendo, sin pensar en aquella promesa, me entregué por completo a Steven. Y aquí estoy, sonriéndole a mi reflejo, amando mucho más a la mujer que veo.

Supongo que no podemos controlar los efectos que las personas generan en nuestras vidas, porque muchas cosas no dependen de nosotros. Pero lo que sí depende de nuestra mano, es la búsqueda de nuestro propio bienestar.

Si una persona no suma, ¿vale la pena seguir en contacto? Yo creo que no. Por más que cueste la acción de alejarse, es lo mejor que se puede hacer.

Hay que pensar lo siguiente: si me quedo, si sigo en contacto, voy a perder mucho. En cambio, si tengo la valentía de alejarme, gano. Gano risas, sonrisas, momentos gratos llenos de colores, sin ningún negro que destiña.

Cuando tomé la decisión de alejarme de West, no fue nada fácil. Pero mucho menos fácil fue darme cuenta de todas las cosas negativas que generaba con su presencia.

Y luego, cuando sané, y cuando los días me mostraron una nueva perspectiva, supe que había tomado la decisión correcta. Era feliz, después de tanto.

Lo que no suma, debe quedar afuera, atrás, lejos de uno. Hay que buscar una mano amiga, una sonrisa reconfortante, y tomar valentía. Una vez que pasa, poco a poco, la paz te va encontrando.

Muchos creen que no tienen valentía, pero yo lo veo como la fe. Una serie que me gustó mucho, me enseñó algo muy valioso: la fe te va a estar esperando para cuando estés listo de tomarla, incluso cuando no es tu filosofía de vida. Quisiera abrazar a los productores de God friended me por dejarme ese mensaje.

Con la valentía siento que pasa lo mismo, parece que no estas listo, pero si quitas los no de tu vocabulario, se puede ver claramente que está ahí, lista para que la tomes entre tus manos y des ese paso que tanto te aterra.

Uf, vaya que me puse profunda con tan sólo ver mi reflejo en el espejo. Me río de mi misma, y observo mi risa.

Steven Fry suma, me hace bien. Y tengo la fe de que eso no va a cambiar, confío en mi pensamiento. Y tengo la total y completa valentía de seguir avanzando.

—¿Cuándo me vas a contar todo? —Lisa me sorprende, y le sonrío—. Oh, y quiero detalles sucios.

Me río, nos acomodamos en el sofá y paso a contarle todo. Sólo que sin detalles, claro está.

Los detalles sucios sólo quedan en mi mente, y en la cama de Steven.







 

Mi semana comienza siendo agotadora, pero demasiado. Siento que en este lunes hice todo lo que tengo que hacer en la semana entera.

Corregir el manuscrito. Reunión, tras reunión y otra reunión. Esto de los audiolibros nos está manteniendo ocupados. Entrevistas a posibles narradores, entrevistas para conocer a futuros posibles autores.

Mis ojos arden por estar tanto tiempo frente a la pantalla de la notebook.

Al salir de la editorial, acompañé a mi madre a hacer su compra del mes, así que aproveché e hice lo mismo.

Cuando llegué al departamento, Lisa estaba haciendo limpieza general, por lo que no pude dejarla sola y la ayude, ¿hace cuánto no lo hacíamos? Nos llevó mucho tiempo.

Y ahora, luego de la ducha caliente, siento que no me quedan energías para nada. Y tan sólo pensar que mañana me espera otro día largo, cargado de cosas, me hace doler la cabeza.

Mi móvil vibra en la mesa de luz, tal cosa se me hace molesta. Pero, cuando veo quien me llama, la molestia desaparece.

Ese es el poder que Steven ya tiene en mí.

—Steven Fry —digo.

—Oh, ¿te he despertado?

—No, no lo has hecho.

—Es que te escuchas cansada.

—Lo estoy, fue un día largo.

—¿Quieres descansar? Hablamos en otro momento.

Sonrío y me acomodo en la cama.

—Hablemos, me viene bien una charla amena luego de este lunes eterno.

—Entonces, hablemos hasta que te duermas.

Vuelvo a sonreír.

—¿Hablas en serio?

—Sí, hasta podría soportar tus ronquidos.

Me río.

—Yo no ronco.

—Todas las personas que roncan dicen lo mismo.

Sonrío, niego con la cabeza y suspiro. Lo echo de menos, y lo vi esta mañana antes de venir al departamento para cambiarme e ir a la editorial.

—¿Quieres que te cuente una historia? —me pregunta, y me río—. Estoy hablando en serio.

—Bueno, en ese caso, soy toda oídos.

Respira profundo y se aclara la garganta.

—Esta historia trata sobre un chico, el cual encontró magia en la música cuando era más pequeño. Este chico de nombre... Stefan —sonrío y lo sigo escuchando—. Creía que no había nada más mágico que la música y sus efectos, incluso en momentos tristes. Pero, todo eso cambió de manera repentina. Tal cambio lo tomó por sorpresa, pero de las lindas.

—¿Cuál o quién fue la razón de su cambio?

—Una chica, por supuesto. Mia le enseñó, tal vez sin querer, que hay magia en las personas. La música pasó, en partes, a un segundo plano debido a ella.

—¿Por qué dices que sin querer?

Suspira.

—Mmm, porque al parecer, ella no tenía idea de lo que generaba en la vida de Stefan. Pero para él, Mia era una maga, una hechicera. Todo lo que conlleva magia, eso era ella para Stefan.

—Entonces, hay un buen final, ¿cierto? Porque conozco a la historia, pero desde la versión de Mia.

—¿Ah si? Nunca la escuché.

Sonrío, y estoy segura de que él también lo está haciendo.

—Para Mia, la llegada de Stefan también fue un cambio repentino. No creía, no pensaba, que su presencia iba a generar tantas cosas lindas. Cuando Mia pensaba que ya nada podía sorprenderla, llegó él para demostrarle todo lo contrario.