Entre a mi próxima clase con normalidad, según tenía entendido ahora tocaba calculo, al menos podría tener un poco de calma en esta clase. Por desgracia llegue tarde por culpa de esa innecesaria conversación con Jonhson, no entiendo como puede defender tanto a su amigo, estoy segura que si pasara la mitad del tiempo que desperdicia en esa disque amistad podría mejorar y ser menos idiota, pero bueno me estoy desviando del tema, debido a mi retraso tuve que sentarme al final del aula en una de las carpetas, menos mal la suerte me sonreía y la carpeta estaría para mi sola.
El profesor comenzó con su clase, propuso a mi parecer unos sencillos ejercicios en la pizarra, pero la mayoría de mis compañeros no los conseguían resolver, el profesor termino resolviendo cada ejercicio con decepción en los ojos de ver que a muchos no les importaba su clase, pues solo unos cuantos participaban, entre ellos la pelinegra y la castaña que previamente habían intentado acercarse a mi. Cuando llegó al ultimo ejercicio, el profesor empezo a preguntar a alumno por alumno la respuesta, pero casi nadie acertaba, solo lo hizo el pelinegro del que me habían hablado aquellas chicas hasta que llego a mi.
—Señorita Paterson ¿Cuál es la respuesta?
—Menos raíz cubica de noventainueve tercios —respondí
—Correcto, señorita, solo dos alumnos supieron responder bien a este ejercicio, yo sé que a muchos les aburre calculo pero es una asignatura importante para cualquier carrera que...
Cuando de pronto la campana sono un gran tumulto se formo en el aula dejando al profesor con los consejos en la boca, pues ya nadie le prestaba atención. El profesor escribo algo en la pizarra y salió de la clase con un andar derrotado. No entiendo como pueden ser tan desconsiderados con un apersona que estudio durante poco mas de 5 años para dedicarse a esto y que al final solo sienta tristeza al ver el desinterés de mis compañeros, el profesor no lo merece, se nota que le pone empeño pero poco importa si a ellos no les interesa.
Cuando de pronto una mano se apoyo bruscamente en mi pupitre acompañado de una voz tan estridente que lastimaba los oídos.
—Toma. —Me tiro los cuadernos encima-harás mi tarea y también la de ellas, quiero un diez para la próxima semana...
Me quede absorta un momento sin saber si era una broma o era en serio.
—Solo has lo de calculo, Adelaida y Catalina harán el resto —explico mirándolas.
Las nombradas asintieron con la cabeza gacha, me sorprendió de la pelinegra, quien gracias a la rubia oxigenada ahora sabia que se llamaba Catalina, porque parecía ser una persona más aventada o al menos más segura que la castaña. Me levante rápidamente de mi pupitre al ver que lo que decía iba en serio, le tire los cuadernos al piso molesta, a mi nadie me mandaba y menos me hablaban en ese tono.
—¿Qué te sucede estúpida? —bramó la rubia oxigenada—. ¿Quién te crees para...
—¿Quien me creó? ¿Quién te crees tú para hablarme en ese tono? Ni siquiera te conozco y no haré tu tarea solo porque tu cerebro no funcione —aclaré.
—¿Eres nueva? Si eso debe ser-agrego acomodándose su falda, era tan pequeña que no me sorprendería su resultase ser la típica rubia hueca novia del jefe de algún equipo deportivo—. Yo conozco a todos aquí. —Se agarro el cabello como si eso fuera lo más sensacional del mundo—. Soy la más popular, todos babean para que me les acerque, busca un GPS y ubícate —ordeno—. Tu no eres nadie en la escala social, si depen...
—Ay no más, otro con ese absurdo cuento. ¿A caso en este lugar no se saben otra cosa? —me queje, llegaba a ser irritante.
—Discúlpate ahora mismo. —Me agarro del cabello-discúlpate o no respondo por lo que pase contigo después.
—Pues lo mismo te digo, me sueltas o no soy responsable de tu próxima cirugía.
—Eres una atrevida. —Me comenzó a jalar el cabello, yo no me iba a quedar así, dejando que me golpeara sin reaccionar, aguante el dolor y acumulando toda la fuerza en mi mano derecha le baje la falda de un solo tirón.
De pronto un montón de carcajadas se apoderaron del aula, la rubia tardo un par de segundos en caer en cuenta de lo que había pasado, tras notarlo sus mejillas se tiñeron de rojo y salió corriendo del aula junto con sus amigas quienes trataban de consolarla, pero no lo lograban gracias a los innumerables silbidos e indecentes piropos la acompañaban.
—Popular... ¿De que le sirve ahora? —reí para mis adentros
Me dirigía a sentarme, pero entonces algo golpeo contra mi pie. Era la falda de aquella rubia oxigenada, ni siquiera se la llevo, ay pobrecita, como se nota que no llego a la repartición de cerebros. Estuvo a punto de levantarla cuando escucho dos voces tras ella.
—No debiste hacerlo, Lincy seguro tratará de...
—Deja de tener miedo, no hay nada que te puedan hacer, además no deberían hacerle la tarea...
—Tu no entiendes —hablo Catalina— .El echo que la hayas avergonzada en publico no te lo perdonará
—Tampoco es que quiera su perdón —agregue colgando mi mochila al hombro—. Me tiene sin cuidado lo que haga —dije agarrando la falda.
—¿Qué harás con eso? —preguntó Adelaida.
—A lo mejor me sirva. —Sonreí con algo en mente, es bueno ser precavida.
—Te estas buscando muchos problemas, primero con Fabian y ahora con Lincy, me agrada tu ímpetu pero te va a traer problemas.
—Y más aún cuando Leonel lo sepa, ay... —se lamentó—. Tendrás a todos contra ti... no me quiero ni imaginar lo que te puedan...
—Tranquila —dije mientras metía mi mano en uno de los bolsillos, encontré unos paquetitos y los saque.
De inmediato abrí mis ojos de par en par y el asco me lleno al sentir algo como eso entre mis manos. Por su parte las otras dos hicieron lo mismo hasta que Catalina rompió el silencio.
—Entonces los rumores eran ciertos —murmuró.
—No digas eso, alguien te puede oír.