—Adelante —me quede parada frente a él—golpéame, hazlo—exigí desafiante—haber si después de esto solucionas algo, solo reafirmaras que tu padre tiene razón
Fabián estuvo a punto de estrellar su puño contra mi, pero se detuvo antes de llegar a impactarlo contra mi mejilla. Me miró con odio e impotencia. Camino de un lugar a otro como si fuera un toro tratando de evitar envestir al torero.
—Al menos eso prueba que si es tu sueño —susurre para mi
De pronto sentí que el señor Brown intercalaba su mirada entre su hijo y yo como si tuviera algo en mente.
—Toma —me tendió el señor Brown una tarjetita con un numero de nueve dígitos—te quedarás aquí—ordenó a su hijo
Al instante Fabián conecto la mirada con la de su padre, se veía incredulidad y sorpresa.
—Con dos condiciones, la primera le pedirás disculpas a la señorita Paterson —su hijo formo una mueca de disgusto ante la idea pero no reprocho-y la segunda, a partir de hoy si es que ella acepta claro, me mantendrá informado de tu comportamiento, si de ella obtengo una sola queja, cualquier cosa, la más mínima que sea iras a esa granja y te olvidarás de todo
El muchacho retrocedió, negaba con la cabeza, se le veía el espanto en a cara.
—No puedes estar hablando en serio, ni siquiera la conoces, no puedes confinarme a una... —se mordió la lengua para no pronunciar un insulto
—La conozco lo suficiente como para ver el efecto que tiene en ti
—Ella no tiene ningún efecto en mi —hablo despectivo
—Pudiste golpearla libremente, pero no lo hiciste, ella logró que controlarás tu temperamento, por más castigo que te pongo yo no he logrado eso
—En todo caso el crédito fue mío, yo me controlé, ella no tuvo nada que ver
—Yo ya dije lo que pienso hacer, si aceptas lo que pido mándame un mensaje—me ordeno con gentileza—pero si ella no acepta hoy en la noche dormirás en un establo-advirtió a su hijo
—No puedes hacer esto, mi sueño no puede estar en las manos de... —mordió su lengua nuevamente
Fabián trato de hacer que su padre cambiara de opinión, pero fue en vano, ni una de las palabras dichas pudo evitar que se detuviera. Yo me fui en medo de eso, no quería estar metida en esa situación, aunque podría ser muy divertido tener a Fabián en la palma de mi mano.
Estuve caminando aproximadamente por 10 minutos cuando escuche unos pasos presurosos acompañando de una voz demandante que estaba lista para humillar.
—Hey, detente, detente —me ordenó, obviamente lo ignoré—te estoy hablando, detente—se puso delante mío—Aceptarás lo que mi padre te dijo, le dirás que cambie, pero pobre de ti si le dices algo de esto—amenazó intentando intimidarme
—Tu no aprendes ¿verdad? —cruce mis brazos mientras jugaba con el bolígrafo entre mis dedos
—¿No lo... —clavo la mirada en el bolígrafo
—<Aceptarás lo que mi padre te dijo, le dirás que cambie, pero pobre de ti si le dices algo de esto> —lo reproduje, esto comenzaba a gustarme—Tú no estas en posición de exigirme de nada—aclaré—si tú quieres que acepté lo que tu papá me propuso, tendrás que convencerme, no ordenarme
—Eres una...
—Anda dilo —lo alenté sonriente—dilo, amenázame, insúltame—acercaba el bolígrafo a su rostro—una palabra es lo único que necesitas para echar por la borda tus sueños
Fabián no dejaba de ver con odio aquel bolígrafo, aguantaba cada insulto en su boca, sus labios se movían pero no emitían ningún sonido, en un arranque de rabia trato de quitármelo de las manos, pero todo intento fue inútil.
—¿Ya te cansaste? —pregunté burlona, pero él no respondía mas que con una mirada asesina—No es la respuesta que estaba buscando, pero bueno tus aspiraciones son las que están en juego no las mías
—Cuando me liberé no ten...
—Anda... dilo con fuerza, que salga del estomago, grítalo a todo pulmón —lo incite complacida—que todo el colegio lo oiga
El muchacho mantenía su puño cerrado, apretándolo hasta estrellarlo con una de las columnas de la institución, lo hizo repetidas veces.
—Eso, saca toda la frustración que tienes —dije mientras me iba, ya iban a acabar las clases y no iba a esperar hasta que el señorito temperamento se digne a comportarse
Cuando estuve a punto de salir de del pasillo y dejar sola a aquella pobre columna que no dejaba de ser golpeada escuche un bajo murmullo.
—Detente —murmuró en voz baja—¿Podrías... hm...
—¿Dijiste algo? —me volteé de inmediato, no iba a perder una oportunidad como esta—Es que no escuche, lo siento...
—Te estas vengando... —sonrió cínicamente—bien... me parece perfecto... ¿Podrías hm... aceptar eso.. lo... —trataba de mirar hacia otra parte—eso... hmm...
—¿Lo podrías repetir? Es que con tanto titubeo no se te llega a escuchar
—No se escucha, si claro como no —trato de sonar amable—estúpida—susurró con amargura
—Escuché lo que dijiste —aclaré-si vas a estar con ese...
—¿Podrías aceptar lo que mi padre te propuso?—preguntó pronunciando las palabras demasiado rápido
—Lo siento, es que hablaste muy rápido y no entendí lo que dijiste
—No hay problema, con gusto lo repito —contrajo su mandíbula, probablemente conteniendo otro insulto—Tú... compañera querida —hizo una mueca—¿Me harías el enorme favor de aceptar lo que mi papá te propuso?—él esperó a que respondiera, pero como no lo hice añadió—Por favor —se podía sentir cuanto le había costado decir aquellas dos palabras
—Ahora sí, pero primero pídeme disculpas y luego lo pensaré
—¿Pedir disculpas? ¿Yo? —se indigno—¿A ti? Estas loca, estas loca yo no haré eso —farfulló—te pedí por las buenas que aceptaras, eso debería bastarte
—Pues no me basta —me encogí de hombros—y mientras tu no me pidas disculpas a mí —avance un pasó—yo no lo haré
—Tú aceptarás —ordenó—aunque tenga que obligarte a hacerlo —dio un paso hacia mí