Capítulo 21: Un vuelo

Scarlett

—Cada minuto que estoy aquí es un minuto perdido. Así a menos que quieras aguantarme por este fin de semana más vale...

Con una desdeñosa mirada se alejó tras soltarme. ¿Él estaba molesto? No fui yo quien casi irrumpe con su huida. Cavernícola. No tenía tiempo para enojarme, tan pronto como retome mi camino mi mirada se dirigió hacia la puerta. Poco me falto para salir de aquella mansión. Poco más de cuarenta minutos me tomo llegar al aeropuerto.

¿Quién diría que había un puente que servía de atajo? Llegué rápido después de todo. Bien. No celebraría cada paso lograría. En cualquier momento podría dar un mal movimiento y... No. Lo que menos quería era perder la confianza de mi padre. Aunque no es que confié mucho en ti últimamente.

Resople disconforme. No le daría a mi conciencia la satisfacción. Camine con cuidado. Si mi padre me vería aquí no estaría nada contento. Respiré profundo y entre.

Era un lugar amplio y ni que decir de la gente que se desplazaba de un lugar a otro. Alemania. Este aeropuerto debería estar dividió por secciones. Un guardia me lo confirmo unos minutos después. Alemania. ¿Qué haría mi papá en ese país?

Solo había un tipo a quien había ayudado a escapar de una gran indemnización. Pero ese tipo era... no era alguien confiable. Estaba metido en negocios turbios. Creí que mi padre había cortado toda comunicación después de haber terminado el juicio. ¿Por qué iría a verle? Mi papá siempre cobrará favores que terceros le debían pero... Si mis sospechas eran ciertas e iba a acudir a él. ¿Qué tipo de favor pediría?

No, seguro solo eran imaginaciones mías. Aquel sujeto debió salir de dichos negocios hace años. Alguien con antecedentes como los suyos no podía seguir mucho tiempo embarrado en la corrupción sin ser detenido. Ni siquiera yo sé como mi padre logró que el jurado fallará a su favor. Yo misma dude que lo lograría.

Respire hondo mientras sacudía mi cabeza. Era ilógico pensar en ellos. Mi padre y los negocios turbios nunca fueron una buena mezcla. Él era capaz de muchas cosas, cuestionables en su mayoría, pero sorprendentes.

Peligroso. ¿Quién sabe talvez por eso no te llevó consigo? Peligroso. Peligroso.

No. Había una delgada línea entre lo que era probable y lo que era posible. Seriamente no debía cruzar esa línea. Caminar al borde de ella era peligroso.

Me detuve al llegar a la sección que me había indicado aquel guardia. Saqué boleto que había comprado hacia dicho destino. Con esa compra le decía adiós a todos mis ahorros. Solo esperaba que fuera una inversión y no un desperdicio.

Tan pronto como logre ingresar logre observar que había mucha gente que quería ir a dicho país. Mi mirada se elevo. Había una segunda planta que estaba más despejada. Seguro desde arriba habría una vista de todo el panorama.

Un aves arriba escondida tras una planta y con las manos alrededor de mis ojos a modo de binoculares comencé a descartar a las posibles opciones. Más me valía que mi padre no se haya quitado ese guante. No me culpen el marcarlo cual ganado. Algo debía hacer para no estar tan perdida como lo hice en aquel restaurante. ¿Qué tan difícil sería encontrar a un hombre de traje vino tinto con un guante negro en la mano derecha? Al menos tendría un punto de referencia.

Media hora después había llegado a una conclusión. Esa referencia era inútil. No había nadie así en el lugar. Mi mirada viajaba desde grandes a chicos, desde el baño hasta los asientos. Cada persona que se levantaba, cada persona que se sentaba, cada persona que entraba y cada persona que salía no escapaba de mis ojos. ¿Qué tan difícil era encontrarlo? Difícil se quedaba corto. Corto en verdad.

Por octava vez suspiré de frustración. ¿Acaso mi padre era tan bueno escondiéndose? Maldición. ¿Dónde podría estar metido? Bajar sería muy arriesgado incluso hasta...

—Sí, señor Monroy —eso voz. Yo conocía esa voz. ¿Acaso...? —. En la mañana estaré allá. Esta vez no aceptaré un no —habló en un tono amargo—. Esto es importante y no puedo seguir postergándolo.

Me obligué a no girar mi cabeza. Me obligué a no ver si verdaderamente era él. ¿De verdad iría con Monroy? Pero ese tipo era... era lo peor.

—Sí, si, claro. Mañana lo hablaremos. También mañana podría decirle al juez lo que sé de usted —amenazó mi padre con un tono duro, pero tranquilo—. No. Yo no tendría nada que perder. No fui el que obligo a esa niña a tragar siete paquetes de cocaína —Hubo un corto silencio por parte de mi padre.

¿Qué le estaría diciendo ese sujeto? Demonios. Sabían que eran negocios turbios. Mi padre debió cortar ese rollo hace años.

—Mi vuelo, señor Monroy. Adiós.

Resople intranquila obligándome a mantenerme tranquila tras la planta. Dudaba que me viera y si lo hacia. En todo caso no es como si tuviera un sexto sentido que supiera que soy yo.  Entonces mi padre sí iría a ver a ese hombre. Sinceramente no sabía que era peor. Si esto o que él estuviera con...

—¿Vamos? 

Mis tripas gruñeron. Un nudo en la garganta comenzó crecer. Me obligue a poner mis manos en mis bolsillos antes de hacer una tontería. Mal. Mal. Mal. En este momento me lamentaba el no poder girarme y voltear a ver que tan horrenda era esa tipa.

—Un momento.

—Lo hará —volví a escuchar a la mujer—. Sabe que no puede ganar ante ti.

Okey. No tenía que alarmarme. No tenía porque querer desgreñarla. Técnicamente podía ser una compañera de trabajo. Una maldita compañera de trabajo que lo miraba como si quisiera comérselo. Maldición. Maldición.

Fabián

—¿Dónde esta? —hablo mi padre con una expresión dura tras verme entrar por la puerta.

—¿Quien? —pregunté sin entender con el ceño fruncido.

Yo acaba de volver de la casa de una amiguita. Lo último que se me apetecía eran escuchar los gritos histéricos de mi padre. ¿Por que no se va al carajo? O mejor que busque a otro a que joder, a alguien que sí lo aguante.